José Lucio León Duque

José Lucio León Duque
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viernes, 28 de noviembre de 2008

Iº Domingo de Adviento, 30 de noviembre de 2008

Hay que despertar...
“Velen entonces, pues no saben cuándo vendrá el dueño de la casa, si al atardecer, o a medianoche, o al canto del gallo, o al amanecer; no sea que venga inesperadamente y los encuentre dormidos. Lo que les digo a ustedes lo digo a todos: ¡Velen!”

Iº lectura: Is 63, 16b-17. 19b; 64, 2b-7; Salmo: 79; IIº lectura: I Cor 1,3-9; Evangelio: Mc 13,33-37

Una vez más las puertas de la esperanza reflejadas en el Adviento, se abren a todos los hombres y mujeres que desean formar parte de este itinerario que lleva a comprender una vez más que estamos llamados a ser luz en medio de la oscuridad. Somos obra salida de la mano de Dios, obra que pide el amor del padre amoroso y en el cual confiamos plenamente a pesar de nuestras debilidades. En el camino de la fe, el Señor no nos deja ni abandona. Él nos acompaña y nos enriquece en todo, “en el hablar y el saber” y no nos falta nada porque Dios nos da la gracia y los dones que necesitamos para dar testimonio de vida ante el mundo y en medio de él.

Vigilar es la tarea...
Al inicio del tiempo de Adviento se nos pide estar vigilantes, despiertos y disponibles para recibir la gracia de Dios. No debemos dar espacio para que el enemigo se siga apoderando de nuestras vidas, sino debemos orar constantemente para dar testimonio del Evangelio que nos transmite Jesús. En la actualidad muchas veces nos dormimos, no permanecemos vigilantes sino dejamos que la apatía, la pereza y la duda invadan el corazón. Cada vez que nos olvidamos de trabajar y servir por el Reino de Dios, estamos alejando la posibilidad de caminar en Cristo y en lo que transmite su mensaje. Estar despiertos es tener fe, es vivir esa fe desde el amor de Cristo para transmitir con las palabras y las obras ese amor a los demás. El Santo Padre Benedicto XVI en la catequesis del miércoles 26 de noviembre de 2008 nos dice: “La fe, si es verdadera, es real, se convierte en amor, en caridad, se expresa en la caridad. Una fe sin caridad, sin este fruto, no sería verdadera fe. Sería fe muerta.” Esto demuestra la vía que debemos seguir, un camino de vida, de esperanza, de alegría en medio de las vicisitudes que se puedan presentar. Hagamos el propósito de ser luz en medio del pueblo, de recibir la salvación de la misma cruz, viviendo como hermanos de verdad, dejando de lado divisiones, rencores y todo aquello que nos pueda desunir.

La madre de la luz
María Santísima nos anima y nos ayuda a vivir en esperanza y alegría; ella es ejemplo de fortaleza y sencillez para afrontar la vida como se debe y estar vigilantes a cada momento. Que nadie sienta en su vida que falta el amor de Dios, ya que todos estamos llamados a ser testigos del evangelio viviendo en espíritu y verdad, la unión y el amor que todos los pueblos debemos llevar como única bandera y así obtener la salvación. Esto nos lleva a decir con convicción: unámonos en nombre de Dios para llevar a todos los lugares y a todas las personas el anuncio del mensaje de Jesucristo, unámonos a la Iglesia diocesana en la Nueva Evangelización… oremos, unámonos y vivamos el Evangelio. Así sea.

In questa PRIMA DOMENICA DI ADVENTO, è neccessario rivolgere lo sguardo a colui che ci chiama e ci fa diventare suoi figli. In mezzo al mondo, pieno di sofferenze, di dolore ma anche con la speranza di poter cambiare, siamo tutti chiamati a svegliarci, ad essere luce in mezzo al buio, ad essere veri discepoli del maestro che ci da la vita. Caro fratello, cara sorella, non nascondiamo mai i doni che Dio ci da, anzi, è ora, è un’ora favorevole, di cominciare a evangelizzare e portare a tutti il messagio di vita che è il Vangelo della veritá, della pace, dell’amore…Così sia.

P. José Lucio

martes, 25 de noviembre de 2008

Preparándonos para el Adviento

La Corona de Adviento
La esperanza está en Jesús…

Con la confianza colocada en Jesús, quien vino, viene y vendrá en cada uno de nuestros corazones, extiendo de corazón un mensaje de fe y esperanza a todos aquellos que necesitan o necesitamos del amor de Dios. Una de las tradiciones más hermosas que tenemos es la realización de la Corona de Adviento, como signo, entre otras cosas, de la espera que nos da el amor a Jesús que viene. Veamos una explicación al respecto, tomada de http://www.corazones.org/.

La corona de adviento se hace con follaje verde sobre el que se insertan cuatro velas. Tres velas son violeta, una es rosa. El primer domingo de adviento encendemos la primera vela y cada domingo de adviento encendemos una vela mas hastallegar a la Navidad. La vela rosa corresponde al tercer domingo y representa el gozo. Mientras se encienden las velas se hace una oración, utilizando algún pasaje de la Biblia y se entonan cantos. Esto lo hacemos en las misas de adviento y también es recomendable hacerlo en casa, por ejemplo antes o después de la cena. Si no hay velas de esos colores aun se puede hacer la corona ya que lo mas importante es el significado: la luz que aumenta con la proximidad del nacimiento de Jesús quien es la Luz del Mundo. La corona se puede llevar a la iglesia para ser bendecida por el sacerdote.
Origen: La corona de adviento encuentra sus raíces en las costumbres pre-cristianas de los germanos (Alemania). Durante el frío y la oscuridad de diciembre, colectaban coronas de ramas verdes y encendían fuegos como señal de esperanza en la venida de la primavera. Pero la corona de adviento no representa una concesión al paganismo sino, al contrario, es un ejemplo de la cristianización de la cultura. Lo viejo ahora toma un nuevo y pleno contenido en Cristo. El vino para hacer todas las cosas nuevas.
Nueva realidad: Los cristianos supieron apreciar la enseñanza de Jesús: Juan 8,12: «Yo soy la luz del mundo; el que me siga no caminará en la oscuridad, sino que tendrá la luz de la vida.». La luz que prendemos en la oscuridad del invierno nos recuerda a Cristo que vence la oscuridad. Nosotros, unidos a Jesús, también somos luz: Mateo 5,14 «Vosotros sois la luz del mundo. No puede ocultarse una ciudad situada en la cima de un monte."
En el siglo XVI católicos y protestantes alemanes utilizaban este símbolo para celebrar el adviento: Aquellas costumbres primitivas contenían una semilla de verdad que ahora podía expresar la verdad suprema: Jesús es la luz que ha venido, que está con nosotros y que vendrá con gloria. Las velas anticipan la venida de la luz en la Navidad: Jesucristo.
Las ramas de verde perenne recuerdan Jesús es la luz eterna. En los países fríos se escogen ramas de los árboles que no pierden sus hojas en el invierno, para simbolizar que Dios no cambia.
El círculo nos recuerda que Dios no tiene principio ni fin, es eterno.
Recordamos la larga espera de la Humanidad que, cayendo en pecado, vivía en oscuridad. El Pueblo de Israel recibió de Dios la promesa y los profetas la mantenían viva en los corazones. Nosotros, por el bautismo, estamos llamados a ser profetas y anunciar el reino de Dios. Es así que nosotros, en Cristo, somos luz”.

IIIº Domingo de Cuaresma, 7 de marzo de 2021

LA CASA DE DIOS ES NUESTRA CASA “Los mandatos del Señor son rectos y alegran el corazón; la norma del Señor es límpida y da luz a los ojos.”...