EUCARISTÍA: SIGNO DE AMOR
“Yo soy el pan
vivo que ha bajado del cielo: el que coma de este pan, vivirá para siempre. Y
el pan que yo daré es mi carne, para la vida del mundo.” (Jn 6,51)
Iº lectura: Prov 9,
1-6; Salmo: 33; IIº lectura: Ef 5,
15-20; Evangelio: Jn 6, 51-58
Nunca nos cansaremos de proclamar
que si hay un don, es el que Jesús nos ha dado, superando nuestra vida misma,
como alimento de Vida: su Cuerpo y su Sangre en el Sacramento de la Eucaristía.
Es un don que muchos no lograron ni logran entender, acoger, recibir, aceptar y
aquellos murmuraban…y ¿nosotros?
¿CÓMO PUEDE DARNOS SU CUERPO COMO
ALIMENTO?
Es una realidad que escapa a nuestra pobreza poder acercarnos a lo divino. Podemos tal vez entender lo extraordinario de un milagro, que cura el
cuerpo o si queremos también aquella particular gracia que, después de habernos
mostrado la debilidad humana, a través del sacramento de la Penitencia, nos
ayuda a acoger la grandeza del corazón de Dios, que nos dona sin medida su
misericordia, creando en nosotros el deseo de la conversión, borrando nuestras
culpas y dándonos también la sensación de un real y verdadero renacimiento.
Para muchos no siempre es fácil
comprender este sacramento: Jesús nos enseña a hacerlo. Celebrar y participar
en la Santa Misa para un cristiano no debe ser una simple costumbre, sino que
debe convertirse y ser el momento más hermoso e intenso para la vida del
hombre: es de la Eucaristía que se recibe la fuerza para cumplir la propia
misión, para realizar el proyecto de Dios en nuestra vida.
La Eucaristía es Dios que vive
íntimamente en mí y conmigo, y la vida se convierte en esperanza, en fidelidad,
en entrega, en amor. Si el mundo de hoy, inmerso en el relativismo que lo
envuelve, no conoce la verdad y la belleza de la vida, es porque no conoce y no
acoge el Pan de la Vida, el Pan vivo bajado del Cielo: Jesús presente en el
Santísimo Sacramento del Altar.
“HAGAN LO QUE
ÉL LES DIGA”
La presencia de María Santísima, nuestra madre, es permanente y sincera. Ella, conservando y guardando todo en su corazón, se convierte en
discípula fiel que nos enseña el camino que debemos seguir para unirnos cada
vez más como testigos fieles del Evangelio de la verdad y de la Eucaristía,
indicándonos que el verdadero camino a seguir está en Jesús Eucaristía.
Permanezcamos junto a Él y confiemos plenamente en su presencia en medio de nosotros.
Así sea.
José Lucio León
Duque
joselucio70@gmail.com