“Los mandatos del Señor son
rectos y alegran el corazón; la norma del Señor es límpida y da luz a los
ojos.” (Sal 18,9)
Iº
lectura: Ex 20,1-17; Salmo:
18; IIº lectura: 1Cor 1,22-25; Evangelio: Jn 2,13-25
La
renovación de la vida pasa a través de la recepción de los sacramentos y la
experiencia en el Señor. En esta perspectiva se nos presenta una oración
propicia para este día: “danos la
Sabiduría de la cruz”. La primera lectura nos recuerda la alianza de Dios
con Moisés y el pueblo, alianza que nos compromete y nos ayuda a permanecer
fieles al pacto. En el Nuevo Testamento la Ley de Dios no se nos quita, sino
que se lleva a cumplimiento y plenitud. En la segunda lectura, San Pablo nos
anuncia que la nueva ley es Cristo, crucificado por los hombres y revelado como
fuerza y sabiduría de Dios. El Evangelio nos deja claro los tiempos nuevos que
estamos llamados a vivir. Se nos recuerda la importancia de cuidar el Templo,
haciendo de él un lugar propicio para relacionarnos con Dios y con nuestros
hermanos, sin convertirlo en otra cosa que nos aleje de Dios.
PALABRAS
DE VIDA, TEMPLO DE DIOS
El “decálogo”
va observado con una delimitación clara: representa a Dios, es su misma palabra
que viene entregada a Moisés. El decálogo se destina a todos los hombres para
ser cumplido, tener conciencia de nuestra condición y cómo debe ser puesto en
práctica. En la medida que el discípulo de Jesús cumple con su misión, se nos
recuerda que ella es la vía a seguir sin excepción.
En Cristo crucificado, San Pablo nos muestra lo que el cristiano debe sentir y vivir según
lo pre-establecido por Dios y San Juan muestra el sentido profundo del Templo y
lo que Jesús nos quiere demostrar a través de ello. Cada cristiano debe
cultivar el sentido de pertenencia a la Iglesia, tanto al Templo como al pueblo
santo de Dios del cual se forma parte. Una de las cosas que se deben promover
es el cuidado de las edificaciones, mantener la dignidad y el decoro de las
mismas, así como el deseo de orar incesantemente para ser cristianos
practicantes y no solo de palabra.
Es necesario inculcar en los fieles el hecho mismo
de ser parte de la Iglesia, a través de la experiencia de vivir en ella,
manteniendo ante todo el deseo de progresar y extender el mensaje del Evangelio
de la verdad. El culto que se da a Dios necesita un lugar y en este día, Jesús
nos enseña que cada corazón es templo y de allí podemos dar culto en el templo
material.
Nosotros predicamos un Cristo crucificado y
resucitado, y es Él quien hace un gesto de liberación, pidiendo con autoridad
dejar la Casa de su Padre para la oración, sin convertirla en un mercado. Esa enseñanza es lo que nosotros debemos
transmitir y vivir como catequesis cotidiana, manifestada en detalles de amor a
través de obras de caridad hacia Dios, hacia nuestro prójimo -sin exclusión- y
hacia nosotros mismos.
MARÍA,
MADRE Y MAESTRA DE ORACIÓN
Nuestra
Madre del Cielo nos enseña a ser perseverantes en la oración. Ella
misma, siendo sagrario de Dios, nos da ejemplo de dignidad, respeto y vida
espiritual ante la presencia de Él en nuestra vida. Sigamos su testimonio y
hagamos de nuestra vida, templos vivos decididos a proclamar la Palabra de Dios
como testigos fieles de la Misión que tenemos como cristianos. Así sea.
José Lucio León Duque
joselucio70@gmail.com