¿QUIÉN ES CRISTO PARA MÍ?
“Esto pasa con
la fe: si no tiene obras, está muerta por dentro. Alguno dirá: tú tienes fe y
yo tengo obras. Enséñame tu fe sin obras y yo, por las obras, te probaré mi fe.”
(St 2,14.18)
I° lectura: Is 50, 5-9ª; Salmo: 144; II° lectura: St 2, 14-18; Evangelio: Mc 8, 27-35
Cada año, al terminar las
vacaciones, vuelve para muchos la rutina y el quehacer diario y para otros la
continuidad de la vida que es un constante caminar con Cristo. No podemos ser
discípulos por costumbre, con cansancio, porque “toca”, dejando pasar año tras año, demorando la vida en Dios: Jesús no quiere cristianos obligados, a Él
no le agradan las aparentes devociones. ¡La pregunta de Jesús es directa!
“¿QUIÉN DICE LA
GENTE SOY YO?”
Tanto ayer como hoy es una pregunta que Jesús desea le respondamos. Se habla de Él, en muchos lugares, mucha gente. Jesús es el Hijo de Dios
vivo, que interpela nuestra vida. Él es verdaderamente un gran hombre, sencillo
y sublime, mensajero de paz, el que habla con autoridad y a la vez con ternura;
todo esto es verdad, pero no podemos quedarnos allí. Jesús es Dios, el Hijo de
Dios, la Palabra
hecha carne, el Pan Vivo bajado del cielo. Es por ello que la fe se realiza en
las obras de caridad, Jesús nos lo enseña y nosotros lo seguimos, lo creemos y
lo vivimos.
Desear el bien del prójimo, estar
dispuestos a sacrificarnos cuando sea necesario, vivir en la intimidad de la
oración con Él, ayudar al prójimo, son garantía de que vamos por buen camino.
Las palabras vuelan, se van, aunque tengan semblanza de fe, pero si se encarnan
con las obras de caridad en el nombre de Dios, se hacen vida, se hacen
presencia, se actualizan en la vida cotidiana y en nuestro corazón. Es por
ello que no debemos solo proferir palabras, sino acompañarlas con las obras que
Dios cultiva en nosotros para con ello demostrar con sinceridad que nuestra fe
es una lámpara que arde sin consumirse.
MARÍA
SANTÍSIMA, EJEMPLO DE FE VIVA
De la mano con María llegamos a Jesús, quien nos guía hacia el amor
misericordioso del Padre. Aunque vivir la fe sea una tarea
difícil a momentos, no nos desalentemos; sigamos luchando en la búsqueda de una
renovación personal y comunitaria, pidiendo junto a María, nuestra madre, poder
vivir en paz y armonía, como discípulos y misioneros en la construcción de un
mundo mejor, con una fe viva en palabras y obras. Así sea.
José Lucio León
Duque
joselucio70@gmail.com