¿Quién dice la verdad?
“He combatido bien mi combate, he corrido hasta la meta, he mantenido la fe. El Señor me ayudó y me dio fuerzas para anunciar íntegro el mensaje, de modo que lo oyeran todos los gentiles.”
La festividad de este domingo, día del Señor y en la que recordamos el testimonio de los apóstoles San Pedro y San Pablo, nos muestra una vez más el camino al cual debemos mirar y en el que debemos andar sin miedo ni vergüenza. Muchas amenazas y dificultades se dejan ver en la actualidad, pero Dios nos libera de las cadenas del pecado y de la muerte (Iº lectura). Estamos llamados a luchar, a combatir por la fe, a dar testimonio y a orar con la certeza que llegaremos a la meta que se nos tiene preparada (IIº lectura).
Testigos de la verdad…
La liturgia de este domingo nos enseña varios puntos de reflexión que, junto a la experiencia personal, nos abre los ojos a lago importante: debemos cultivar más la evangelización en todos sus aspectos. En primer lugar debemos ser consientes que Dios nos libera. Así como ayudó a Pedro salir de la cárcel, a pesar de su parcial incredulidad, nos muestra su poder y la certeza que también nosotros hemos sido liberados. En segundo lugar, Pablo nos da testimonio que es posible combatir, luchar por la fe, dar nuestra vida, entregando con generosidad y decisión nuestro corazón a la evangelización. Esto debe extenderse a cada corazón, a cada hombre y cada mujer, a cada persona de cualquier clase y condición social, ya que la Iglesia Católica no excluye a nadie y ama incondicionalmente a cada uno de sus hijos. En tercer lugar, Jesús nos pregunta hoy “¿quién dice la gente que soy yo? Hermano y hermana, ¿quién es Jesús para nosotros? Serían muchas las respuestas, muchas las cosas que se dirían, pero junto a la respuesta de Pedro y el ejemplo de Pablo, nos damos cuenta que el testimonio de vida, la certeza del poder de Dios y su presencia en nuestro corazones, son garantía de lo que damos en medio del mundo. Hoy es un día especial, no sólo por la festividad de estos santos apóstoles, por el inicio del año Paulino y demás celebraciones. Es especial porque todo esto nos lleva a Dios y nos hace exclamar: ¡Tú eres el Hijo de Dios!, ¡Tú eres la razón de nuestra vida!, ¡Tú eres nuestra meta, nuestro punto de partida y llegada! No dejemos que se acabe en un instante la insondable riqueza del amor de Dios. No permitamos que ideologías lejanas al amor de Jesús, nos separen de su mensaje, de su presencia, de su vida misma. Seamos testigos, en espíritu y verdad, de esta nueva evangelización a la cual todos estamos llamados, sin miedo, sin temores humanos y con la plena confianza que Dios nos librara de todas nuestras ansias y nos hará proclamar con el salmista: gustemos y veamos qué bueno es el Señor.
María Santísima nos acompaña
Pidamos a María Santísima, Nuestra Madre, nos siga acompañando en nuestro caminar, ella es fiel testigo del amor que viene de Dios y en Él nos hace caminar por la justicia y la paz. Seamos testimonio, en medio de la ignorancia de quienes creen tener la certeza de una renovación verdadera, dedicándose a dividir y a alejar a quienes de verdad, desean seguir el camino, la verdad y la vida, que nos ofrece Jesucristo, nuestro Dios y nuestro maestro, el Hijo de Dios vivo.
“Nada se ha de tener por verdadero simplemente porque se dice con elocuencia, ni falso porque se diga con desaliño y torpeza en el hablar”
San Agustín, Confesiones. Libro V.
P. José Lucio León Duque
joselucio70@gmail.com
“He combatido bien mi combate, he corrido hasta la meta, he mantenido la fe. El Señor me ayudó y me dio fuerzas para anunciar íntegro el mensaje, de modo que lo oyeran todos los gentiles.”
La festividad de este domingo, día del Señor y en la que recordamos el testimonio de los apóstoles San Pedro y San Pablo, nos muestra una vez más el camino al cual debemos mirar y en el que debemos andar sin miedo ni vergüenza. Muchas amenazas y dificultades se dejan ver en la actualidad, pero Dios nos libera de las cadenas del pecado y de la muerte (Iº lectura). Estamos llamados a luchar, a combatir por la fe, a dar testimonio y a orar con la certeza que llegaremos a la meta que se nos tiene preparada (IIº lectura).
Testigos de la verdad…
La liturgia de este domingo nos enseña varios puntos de reflexión que, junto a la experiencia personal, nos abre los ojos a lago importante: debemos cultivar más la evangelización en todos sus aspectos. En primer lugar debemos ser consientes que Dios nos libera. Así como ayudó a Pedro salir de la cárcel, a pesar de su parcial incredulidad, nos muestra su poder y la certeza que también nosotros hemos sido liberados. En segundo lugar, Pablo nos da testimonio que es posible combatir, luchar por la fe, dar nuestra vida, entregando con generosidad y decisión nuestro corazón a la evangelización. Esto debe extenderse a cada corazón, a cada hombre y cada mujer, a cada persona de cualquier clase y condición social, ya que la Iglesia Católica no excluye a nadie y ama incondicionalmente a cada uno de sus hijos. En tercer lugar, Jesús nos pregunta hoy “¿quién dice la gente que soy yo? Hermano y hermana, ¿quién es Jesús para nosotros? Serían muchas las respuestas, muchas las cosas que se dirían, pero junto a la respuesta de Pedro y el ejemplo de Pablo, nos damos cuenta que el testimonio de vida, la certeza del poder de Dios y su presencia en nuestro corazones, son garantía de lo que damos en medio del mundo. Hoy es un día especial, no sólo por la festividad de estos santos apóstoles, por el inicio del año Paulino y demás celebraciones. Es especial porque todo esto nos lleva a Dios y nos hace exclamar: ¡Tú eres el Hijo de Dios!, ¡Tú eres la razón de nuestra vida!, ¡Tú eres nuestra meta, nuestro punto de partida y llegada! No dejemos que se acabe en un instante la insondable riqueza del amor de Dios. No permitamos que ideologías lejanas al amor de Jesús, nos separen de su mensaje, de su presencia, de su vida misma. Seamos testigos, en espíritu y verdad, de esta nueva evangelización a la cual todos estamos llamados, sin miedo, sin temores humanos y con la plena confianza que Dios nos librara de todas nuestras ansias y nos hará proclamar con el salmista: gustemos y veamos qué bueno es el Señor.
María Santísima nos acompaña
Pidamos a María Santísima, Nuestra Madre, nos siga acompañando en nuestro caminar, ella es fiel testigo del amor que viene de Dios y en Él nos hace caminar por la justicia y la paz. Seamos testimonio, en medio de la ignorancia de quienes creen tener la certeza de una renovación verdadera, dedicándose a dividir y a alejar a quienes de verdad, desean seguir el camino, la verdad y la vida, que nos ofrece Jesucristo, nuestro Dios y nuestro maestro, el Hijo de Dios vivo.
“Nada se ha de tener por verdadero simplemente porque se dice con elocuencia, ni falso porque se diga con desaliño y torpeza en el hablar”
San Agustín, Confesiones. Libro V.
P. José Lucio León Duque
joselucio70@gmail.com
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