José Lucio León Duque

José Lucio León Duque
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miércoles, 23 de diciembre de 2015

Natividad del Señor, 24 de diciembre de 2015

Pesebre de la Parroquia Nuestra
Señora de Coromoto - San Cristóbal - Venezuela
VIVIR LA NAVIDAD

Los días pasan, las tradiciones se arraigan aún más en medio del pueblo que clama siempre con más ahínco, el deseo de vivir de verdad y de corazón el nacimiento de Jesús. Este año se presenta con el deseo de ser vivido a plenitud y de encontrar con convicción la manera de mostrar -y no de aparentar- lo que es la presencia de Dios que se hace hombre en nuestros corazones.

La actitud del hombre, en muchos casos, se presenta con rasgos de indiferencia y de superficialidad que se promueven como estilos de vida que -sin darnos cuenta en ciertas ocasiones- van lacerando la sociedad misma, convirtiéndola poco a poco en modos de vida lejanos de lo que es el fin último del hombre: la felicidad.

Vivir la Navidad con convicción es el eco del llamado de Juan el Bautista: “preparen el camino del Señor” (Mc 1, 1-3). Es encontrarse con un camino que se perfila como un reto ante las situaciones difíciles que nos encontramos día a día.

Vivir la Navidad es “hacerse uno” con aquellos que claman justicia, con los pobres y excluidos de la sociedad, con quienes lloran cada día su propia desgracia y no poseen los medios necesarios para salir de la situación en que se hallan.

Vivir la Navidad es compartir sin reserva no solo lo material, sino las virtudes y los valores que son parte fundamental en el mensaje de Jesucristo, que viene a salvarnos y a hacer de nosotros hombres y mujeres nuevos.

Vivir la Navidad es comprender la necesidad de ver más allá de lo que normalmente vemos. Darnos cuenta, con sinceridad y objetividad, que no estamos solos en el mundo, sino que son millones los seres humanos que esperan una luz en su camino como signo de una vida mejor.

Vivir la Navidad es mirar alrededor y ver que la indiferencia y la falta de tolerancia, se hacen eco de pensamientos inertes que buscan menospreciar y degradar lo bueno que pueda existir.

Vivir la Navidad es centrarnos en el misterio de Dios hecho hombre, en quien creemos, “vivimos, nos movemos y existimos” (Hch 17,28).

Vivir la Navidad es dar sentido a cada gesto, cada don, cada detalle que se ofrece no por ser una fiesta más ni un periodo de vacaciones, sino la presencia viva de Dios hecho hombre que se manifiesta en la caridad con hechos concretos.

Vivir la Navidad es orar por quienes no creen en Dios, por quienes usan su forma de pensar para dañar a los demás, olvidando que Dios es padre de todos y para todos y que no excluye a nadie de su corazón.

Vivir la Navidad es saber reconocer los propios errores y pedir perdón. Tendremos la oportunidad de reconocernos débiles y pecadores sabiendo que la misericordia se vive desde lo profundo del corazón haciendo gestos de caridad con sinceridad y no para salir del paso.

Vivir la Navidad es meditar y discernir sobre la situación que vive el mundo de hoy, donde el relativismo ético se presenta como un tema al cual se debe dar una respuesta con el testimonio y el ejemplo de vida cristiana.

Vivir la Navidad es dar lo que tenemos, no lo que nos sobra, recordando que Cristo viene “para servir y no para ser servido” (Mc 10, 45). Este es un detalle que debemos practicar siempre, no solo en Navidad.

El Papa Francisco nos aconseja detenernos en “tres lugares del asombro en la vida cotidiana para vivir la Navidad”: Señala que “el primer lugar es el otro, reconocer en el otro a un hermano, “porque desde que se produjo el Nacimiento de Jesús, cada rostro lleva impresas las semblanzas del Hijo de Dios. Sobre todo cuando es el rostro del pobre, porque como pobre, Dios entró en el mundo y dejó, ante todo, que los pobres se acercaran a Él.”

“Otro lugar…es la historia. Tantas veces creemos que la vemos por el lado justo, y en cambio corremos el riesgo de leerla al revés. Sucede, por ejemplo, cuando ella nos parece determinada por la economía de mercado, regulada por la finanza y las especulaciones, dominada por los poderosos de turno.”

“Un tercer lugar del estupor es la Iglesia: mirarla con el estupor de la fe significa no limitarse a considerarla sólo como una institución religiosa, que es, sino sentirla como una Madre que, aun entre manchas  y arrugas - ¡y tenemos tantas! - deja translucir los lineamientos de la Esposa amada y purificada por Cristo Señor.”

Pidamos a la Virgen que “nos ayude a percibir el estupor, estos tres estupores: el otro, la historia y la Iglesia; así para el nacimiento de Jesús, el don de los dones, el regalo inmerecido que nos trae la salvación, nos hará sentir también a nosotros este gran estupor en el encuentro con Jesús. Pero no podemos tener este estupor, no podemos encontrar a Jesús, si no lo encontramos en los demás, en la historia y en la Iglesia.” S.S. Francisco, 20 de diciembre de 2015.

Feliz Navidad para todos, que el niño Dios nazca en cada uno de nosotros y que la sinceridad, la justicia y el respeto sean signo del testimonio que debemos ofrecer hoy y siempre. Dios les bendiga. Así sea.
José Lucio León Duque

joselucio70@gmail.com


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