José Lucio León Duque

José Lucio León Duque
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sábado, 12 de diciembre de 2009

IIIº Domingo de Adviento, 13 de diciembre


“¡Alégrense siempre!”

No se inquieten por nada; más bien presenten en toda ocasión sus peticiones a Dios en la oración y la súplica, llenos de gratitud…”


Iº lectura: So 3,14-18; Salmo: (Is12); IIº lectura: Fil 4, 4-7; Evangelio: Lc 3,10-18


Alegría, regocijo y gran expectativa nos produce la venida del Señor. El tercer domingo de Adviento, nos muestra de manera especial la espera del nacimiento de Jesús. El profeta Sofonías deja ver la imagen victoriosa del Señor que reina y da confianza a sus hijos (Iº lectura); se subraya la alegría y la tranquilidad que debe existir entre todos, ya que el Señor está cerca (IIº lectura) y con el Evangelio se ratifica el inmenso amor de Jesús para los suyos resaltando la grandeza de Juan el Bautista, el precursor, indicándonos así lo que cada uno de nosotros debemos poner en práctica.


Juan el Bautista, el mayor entre los nacidos de mujer…

El itinerario del Adviento nos presenta a Juan el Bautista como ejemplo de lo que la liturgia de hoy nos ofrece: regocijo, alegría, fortaleza, fidelidad, justicia, paciencia… Juan es quien anuncia y denuncia, es quien sin miedo habla de Dios como guía de nuestra vida; es aquel que prepara no solo a los de su tiempo, sino también a nosotros en la vida cotidiana para perfeccionar nuestra adhesión a Dios y al mensaje del Evangelio. La actitud de Juan y la liturgia de hoy es lo que permite al fiel cristiano ser testigo de la presencia de Jesús; es lo que hace ver las cosas desde otros puntos de vista, es decir, nos muestra la verdadera vía para encontrar la felicidad. Juan predica la justicia y la verdad y es allí donde crece y se fortalece la esperanza, es en Dios donde encontramos la justicia y la honestidad, la laboriosidad y la entrega sincera al Evangelio de la verdad. ¡Cuántas dificultades encontramos en nuestra vida! ¡Cuántos momentos de tristeza, de dolor, de angustia! ¡Cuánta impotencia ante la injusticia que reina en ciertas situaciones que parecen no tener vía de salida! Ante todo esto se asoma una luz que nos ilumina desde lo más profundo de nuestro ser: la llegada de Jesús. Ante la duda de muchos y el asombro de otros, ¡Él es quien debe venir!, Él es quien nos salva, quien nos ilumina, quien nos da la fuerza para cultivar aún más el regocijo de su venida, la alegría de su presencia y la fidelidad a su mensaje. La presencia de Jesús, reflejada en el pesebre, en cantos y en celebraciones, se hace vida, se hace realidad perenne si nuestro corazón se dispone a abrir sus puertas y aceptarlo sin condiciones. Juan el Bautista nos da muchas enseñanzas y entre ellas nos recuerda que debemos tener valentía para ayudar a preparar la vía del Señor y sencillez para que quien escucha pueda entender que Dios es vida, alegría y armonía. Quien está lejos de la palabra del Señor, quien no vive en Dios sino que usa y abusa de la vida misma en desprestigio del hombre, se acerca más a la experiencia del mal y por ende, al pecado. Juan es el mayor entre los nacidos de mujer, es quien nos estimula y nos da ánimo para ser testigos en espíritu y verdad de lo que nos anuncia el Evangelio.


María nos enseña y ayuda a esperar con alegría…

En pocos días celebraremos el nacimiento de Jesús. En los pesebres colocaremos su imagen, muchas de ellas bendecidas en la Celebración en la que participamos ayer. Muchos le dejarán sus “carticas” y los tradicionales villancicos hacen que un solo canto se eleve al cielo para entonar junto a los ángeles la paz, la alegría y la justicia. No dejemos pasar este momento favorable y recordemos siempre que alguien espera de nosotros la alegría que viene de Dios y el testimonio de una vida, que como la de María Santísima, nos enseña la paciencia y la humildad. Así sea.

p. José Lucio León Duque

joselucio70@hotmail.com

jueves, 3 de diciembre de 2009

IIº Domingo de Adviento - La Inmaculada Concepción

“Yo soy la esclava del Señor”

“Esta es mi oración por ustedes: que su amor siga creciendo más y más y se traduzca en un mayor conocimiento y sensibilidad espiritual…”

Iº lectura: Gen 3,9-15.20; Salmo: 97; IIº lectura: Fil 1,4-6.8-11; Evangelio: Lc 1,26-38

A la luz de la Inmaculada Concepción de María Santísima Virgen María, continuamos nuestro itinerario de fe y esperanza en este tiempo de Adviento, tiempo favorable para nuestra salvación. La caída en el pecado por parte del hombre y de la mujer por influencia del demonio (Iº lectura); la invitación a salir de ese pecado y a vivir en unidad, armonía y paz (IIª lectura) y el anuncio del nacimiento de Jesús del seno virginal de María nuestra madre (Evangelio), reflejan la esperanza y la confianza que debemos tener en Dios y en la intercesión de nuestra Madre del cielo.

La alegría y la pureza de María

El dogma de la Inmaculada Concepción decretado por el Papa Pio IX en el año 1854, nos lleva, junto a las lecturas de este domingo, a reflexionar sobre algunos temas específicos: en primer lugar, debemos sentir la alegría que el adviento proporciona, el carácter penitencial que también propone y la presencia de María en este itinerario. Esto nos da la esperanza, nos da la fuerza para salir ilesos del pecado, para reconocer y no dejarnos influenciar por la tentación del enemigo que desea quitarnos la vergüenza para no ser fieles a Dios. La actuación de Adán y Eva en el jardín del Edén causa un efecto de tristeza por las consecuencias del pecado, pero ello abre igualmente un camino: la esperanza de vivir en la luz emprendiendo el verdadero camino. En segundo lugar, se nos invita a crecer, con la gracia de Dios, más y más en el amor. Este aspecto es necesario cultivarlo y mantenerlo ya que el amor es, junto con la paz, aspectos que ayudan en el desarrollo de la esencia del ser humano. En tercer lugar, junto a la caída del hombre y de la mujer y del amor que se debe vivir en Dios, surge la figura de María Santísima. Ella es el lazo de unión entre el pecado y la unión con Él. Su figura maternal nos da la certeza de ser hijos llamados a vivir en unidad. María es la llena de gracia, es la elegida para ser la Madre de Dios, la madre de todos y cada uno de nosotros, la mujer decidida a enseñarnos que el amor es posible, que la unidad es factible, que la pureza y la sinceridad son caminos de vida. María, la madre de este itinerario de Adviento, la luz que enciende nuestros corazones nos muestra la vía a seguir: “Yo soy la esclava del Señor, cúmplase en mí lo que has dicho”.

Junto a la Misión Diocesana

Es hora de reconocer los pasos de Dios, de levantar la mirada a quien nos llama y nos busca en medio de las dificultades y nos invita a convertirnos. Más que nunca la tarea evangelizadora de la Iglesia es actual, está presente en nuestra vida y es nuestro deber ponerla en práctica a través de la Misión Diocesana. El hombre y la mujer de hoy sienten el llamado de Dios, para vivir definitivamente en el amor, apartando totalmente las divisiones, el odio y el rencor, surgidos y radicados por la influencia del maligno quien no cesa de rodear la pureza del amor que Dios nos regala cada día. Así sea.

“A María, primera redimida por Cristo, que tuvo el privilegio de no quedar sometida ni siquiera por un instante al poder del mal y del pecado, miran los cristianos como al modelo perfecto y a la imagen de la santidad (cf. Lumen gentium, 65) que están llamados a alcanzar, con la ayuda de la gracia del Señor, en su vida.” S.S. Juan Pablo II

p. José Lucio León Duque

joselucio70@hotmail.com

martes, 1 de diciembre de 2009

Creación de la RECTORIA SAN JUAN MARÍA VIANNEY

En el mes de mayo, con lectura del decreto en el mes de noviembre, se creó la RECTORÍA SAN JUAN MARIA VIANNEY, en San Cristóbal, siendo el territorio de la misma el Barrio El Río, la Tinta y Pericos. Es un momento de alegría para todos y cada uno de nosotros, quienes con entusiasmo y fe, seguiremos trabajando en la predicación del Evangelio de la verdad, el mensaje de Jesús y la protección de María Santísima, nuestra madre. A continuación, parte del decreto de creación de nuestra rectoría...! Gracias de corazón Señor Obispo...!!!

Decreto de creación de la Rectoría San Juan María Vianney


“...Dado el crecimiento poblacional de algunos

sectores de parroquias eclesiásticas del Táchira y para una mejor atención de la comunidad que allí reside, habiendo escuchado el parecer del Consejo Presbiteral, hemos creído conveniente crear algunas Rectorías, que aunque vinculadas a su parroquia de origen, pueden ser atendidas de manera estable al menos por un sacerdote, y que gocen de una adecuada autonomía pastoral. En virtud de esto, de acuerdo a lo que establece el Derecho Canónico (C516,2 y C560) por medio de las presentes tengo a bien decretar como en efecto decreto, la creación de la RECTORÍA “SAN JUAN MARÍA VIANNEY” en el Barrio El Río, de San Cristóbal (…). Imploramos para todos los fieles de la nueva Rectoría, especial bendición del Altísimo y la protección de Nuestra Señora de la Consolación.”


San Cristóbal, 05 de mayo del año 2009


+Mario Moronta Rodríguez

Obispo de San Cristóbal

IIIº Domingo de Cuaresma, 7 de marzo de 2021

LA CASA DE DIOS ES NUESTRA CASA “Los mandatos del Señor son rectos y alegran el corazón; la norma del Señor es límpida y da luz a los ojos.”...