¿Quiénes somos?
¿Hombres y mujeres de hoy que claman justicia y llaman la paz?
La situación actual de Venezuela debe llevarnos a reflexionar sobre el rol de cada uno y cómo puede contribuir al crecimiento y fortalecimiento de los valores, de la paz, de la justicia. Las discusiones y los rencores no llevan a ninguna parte, es más, nos desvían del verdadero camino y nos convierten en seres aislados en buscan de sus propios intereses.
Muchas veces nuestras vidas se muestran como un ventilador, van de un lado para otro. La mañana se levanta triste cuando el día no se perfila tal como es su naturaleza y las voces que se oyen de tantas partes quieren y pretenden hacer olvidar la grandeza de Dios como fuerza y fundamento de nuestra vida. No podemos por ningún motivo permitir que se use el nombre de Dios para justificar acciones contrarias a la vida. Hoy día son muchos los que “hablan” y pocos los que de verdad “hacen”. ¿Hasta cuándo vamos a seguir escuchando injurias, insultos, calumnias? ¿Por qué se pierde tiempo en denigrar al hombre sea cual fuere su condición social, cultural o religiosa? El hombre y la mujer, creados a imagen y semejanza de Dios, merecen respeto y consideración. La antropología busca dar respuesta a preguntas tan evidentes y a la vez tan necesarias: ¿qué es el hombre?, ¿quién soy yo? Hoy día se mezclan conceptos e ideas según la propia conveniencia y no se respeta la opinión del prójimo. ¿Hasta cuándo? ¿Hasta dónde llegarán aquellos que vestidos de corderos devoran a los demás como lobos? Dios se hizo hombre y ese verdadero hombre, verdadero Dios murió por todos, para salvarnos y ello gracias a su bondad. Se piensa que el cristiano, quien cree en Dios, deseoso de seguir y practicar su mensaje, debe ser igualado a la designación de idiota o bobo, colocando estas palabras al mismo nivel de la bondad. Jesucristo murió por bueno, no por otra cosa y de esa bondad se desprende la salvación para toda la humanidad, aquí, ahora y a través de los siglos y la historia. No se puede tolerar la pretensión, cualquiera fuese su remitente, de apagar la luz de la vida ni dañar la paz que tanto se necesita, nadie tiene derecho a destruir la dignidad del hombre y de la mujer con ningún tipo de violencia; por tanto, en nombre de Dios, se pide a quienes se dedican a imponer sin dialogar y a abusar de su propia autoridad, que hagan presente en sus vidas el respeto que conlleva a la paz ya que ella hace crecer el amor, el cual es el verdadero camino...
¿Hombres y mujeres de hoy que claman justicia y llaman la paz?
La situación actual de Venezuela debe llevarnos a reflexionar sobre el rol de cada uno y cómo puede contribuir al crecimiento y fortalecimiento de los valores, de la paz, de la justicia. Las discusiones y los rencores no llevan a ninguna parte, es más, nos desvían del verdadero camino y nos convierten en seres aislados en buscan de sus propios intereses.
Muchas veces nuestras vidas se muestran como un ventilador, van de un lado para otro. La mañana se levanta triste cuando el día no se perfila tal como es su naturaleza y las voces que se oyen de tantas partes quieren y pretenden hacer olvidar la grandeza de Dios como fuerza y fundamento de nuestra vida. No podemos por ningún motivo permitir que se use el nombre de Dios para justificar acciones contrarias a la vida. Hoy día son muchos los que “hablan” y pocos los que de verdad “hacen”. ¿Hasta cuándo vamos a seguir escuchando injurias, insultos, calumnias? ¿Por qué se pierde tiempo en denigrar al hombre sea cual fuere su condición social, cultural o religiosa? El hombre y la mujer, creados a imagen y semejanza de Dios, merecen respeto y consideración. La antropología busca dar respuesta a preguntas tan evidentes y a la vez tan necesarias: ¿qué es el hombre?, ¿quién soy yo? Hoy día se mezclan conceptos e ideas según la propia conveniencia y no se respeta la opinión del prójimo. ¿Hasta cuándo? ¿Hasta dónde llegarán aquellos que vestidos de corderos devoran a los demás como lobos? Dios se hizo hombre y ese verdadero hombre, verdadero Dios murió por todos, para salvarnos y ello gracias a su bondad. Se piensa que el cristiano, quien cree en Dios, deseoso de seguir y practicar su mensaje, debe ser igualado a la designación de idiota o bobo, colocando estas palabras al mismo nivel de la bondad. Jesucristo murió por bueno, no por otra cosa y de esa bondad se desprende la salvación para toda la humanidad, aquí, ahora y a través de los siglos y la historia. No se puede tolerar la pretensión, cualquiera fuese su remitente, de apagar la luz de la vida ni dañar la paz que tanto se necesita, nadie tiene derecho a destruir la dignidad del hombre y de la mujer con ningún tipo de violencia; por tanto, en nombre de Dios, se pide a quienes se dedican a imponer sin dialogar y a abusar de su propia autoridad, que hagan presente en sus vidas el respeto que conlleva a la paz ya que ella hace crecer el amor, el cual es el verdadero camino...
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