José Lucio León Duque

José Lucio León Duque
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viernes, 20 de febrero de 2009

VIIº Domingo del Tiempo Ordinario, 22 de febrero de 2009

“Contigo hablo: levántate”
“Se levantó inmediatamente, cogió la camilla y salió a la vista de todos. Se quedaron atónitos y daban gloria a Dios, diciendo: Nunca hemos visto una cosa igual.”

Iº lectura: Is 43,18-19.21-22.24b-25; Salmo: 40; IIº lectura: II Cor 11,18-22; Evangelio: Mc 2,1-12

Dios tiene proyectos nuevos para cada uno de nosotros, es por ello que si miramos atrás, que sea para recordar las cosas buenas, los momentos agradables y la esperanza que nos ayuda a caminar en su nombre. La presencia del cristiano no sólo en el concepto, sino en la vida misma del hombre, es garantía de la mirada de Dios para con nosotros y de nosotros, hacia el futuro, para con los demás, en especial con los pobres y excluidos. De ahí, que el testimonio en nombre de Dios, es fundamental para que la palabra que se transmite sea coherente con lo que Dios mismo nos da.

“¿Por qué piensan eso?”
En muchos episodios en los que Jesús realiza signos prodigiosos, se presentan personas que juzgan las acciones del maestro. Son juicios que van en contra de lo que puede pensar quien se maravilla por la benevolencia que el acto presenta, y por tanto atraen la atención de Jesús. Él mismo les pregunta: “¿por qué piensan eso?”. Pregunta que hace a cada momento ante la actitud poco coherente que se muestra a cada instante en muchos corazones. Lo que hace Jesús no es para que los demás piensen bien o no; no es un espectáculo para que todos se admiren; no es la magia liberadora que otros puedan pensar… ¡es la acción misma de Dios que se hace presente en las circunstancias cotidianas de la vida del hombre!. Hoy día son muchos los paralíticos que se presentan ante Jesús; son muchos los que ayudan a llevar a Jesús a aquellos que lo necesitan; son muchos los que creen que esa acción es liberación y no presentan signos de exclusión ni de rechazo. La condición social no es requisito para Jesús, Él recibe a todos, para Él no es necesario ser rico o pobre, para Él todos somos iguales. La curación del paralítico nos enseña en primer lugar que debemos hacer todo lo posible por llegar a Jesús, en segundo lugar confiar en su palabra y dejarnos liberar por Él y por último, ser testigos de la acción de Dios en nuestras vidas, ya que Él nos perdona, nos cura y nos guía por caminos de paz y verdad.

María Santísima, camino hacia Jesús
Nuestra Madre del cielo es protagonista fundamental en la edificación de la Iglesia. Ella es quien nos lleva de la mano a Jesús para que, junto a toda la Iglesia, podamos ser testigos de la acción misericordiosa de Dios. Es la ocasión para colocar en sus manos amorosas todos y cada uno de los miembros de la Iglesia: el Santo Padre Benedicto XVI, el obispo, sacerdotes, diáconos, religiosos, religiosas y todo el pueblo santo de Dios. Que sea ella la luz que guía nuestro caminar y nos conduzca siempre por las vías de la paz, la justicia y la solidaridad. Así sea.

P. José Lucio León Duque
joselucio70@gmail.com

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