Celebramos con gozo y alegría la Solemnidad de Cristo Rey del Universo. Es un día de fiesta, convencidos de la presencia de Jesús en nuestra vida, de su plena y total soberanía. Es el día para reconocer, con humildad y sencillez, la grandeza y la omnipotencia de Dios que se hace hombre para acercarnos más a Él y hacernos así partícipes de su vida misma. La liturgia de este domingo nos enseña, que Jesús es el Rey de reyes, el señor de señores, quien reconoce con humildad su realeza y da testimonio de la verdad a quien lo escucha con amor. (Evangelio).
“Mi reino no es de este mundo…”
Al igual que en el pretorio, también nosotros estamos junto a Jesús viviendo la experiencia de la salvación, algunos juzgados, otros a su lado, otros simples observadores; tal vez como otros, esperando el juicio, la condena… en fin, cada personaje puede albergar nuestra vida, cada lugar se muestra como un escenario propio para el hombre y la mujer de hoy, para todos y cada uno de nosotros. El pretorio es actualidad, el cual se presenta hoy como una opción fundamental de vida donde se presenta la actuación de unos y la sinceridad de otros y, junto a ello, con un Buen Dios que, desde el cielo, observa atentamente la evolución de la Salvación en la multitud de corazones presentes ante el juicio de su Hijo, interrogado antes de ser crucificado. En ese escenario se presentan las vidas y los rostros de tantos que ven en Jesús la esperanza del Reino que no es de aquí de este mundo de corazones tristes, desconsolados, solos…de aquellas familias en dificultad, de las almas que necesitan de oración y ayuda espiritual…el mundo de aquí es de los pobres y excluidos, de las victimas de la injusticia, de los cristianos y los que no lo son…el mundo del corazón de tantos que te aman y de tantos que dicen amarte pero burlándose, viven lejos del mensaje del Evangelio…Jesús, Rey de reyes, Señor de señores,primogénito de toda criatura: Te proclamamos Rey de este mundo, del mundo de nuestros corazones, del mundo que tú mismo nos regalas. Este día es un motivo más para dar gracias a Dios por el don de la vida, de esa vida que depende de Dios y que debemos conservar y saber administrar. Sintámonos unidos a Dios, sintamos que cada minuto de nuestra vida está siendo custodiado por Él, quien con amor de Padre, de Hijo y de Consolador, nos estimula y nos dice: “Todo el que es de la verdad, escucha mi voz”…
María Santísima, madre humilde que nos da ejemplo
Ella es la madre del Rey, la madre del Salvador del hombre, la madre de Dios. Su humildad y sencillez nos permite contemplar un corazón puro y un alma materna que está por encima de cualquier otra cosa. Ella nos enseña a vivir en Dios y a partir de su amor, ser prójimo con el prójimo y verdaderos testigos del evangelio. La nueva evangelización hecha realidad en la Misión Diocesana es clara, es precisa: unámonos a Dios y unidos a Él, unámonos entre nosotros para proclamar la verdad, la justicia y la paz. Así sea.
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