José Lucio León Duque

José Lucio León Duque
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miércoles, 28 de diciembre de 2011

Santa María, Madre de Dios

Tú eres María, la Madre de Dios

Terminamos e iniciamos el año con nuestra madre del cielo: La Virgen María. Hija de Joaquín y Ana, quien dijo SI a la palabra de Dios, madre de Jesús, abrazando con alegría, fe y sin mancha alguna de pecado la voluntad salvífica de Dios. Se consagró totalmente como esclava del Señor, a la persona y a la obra de su hijo, sirviendo al misterio de la redención. En el Concilio de Efeso (a. 431), donde se afirma la naturaleza humana y divina de la única persona del Verbo en Jesucristo, se afirma también la maternidad divina de María.

Junto a esto, vivimos el acompañamiento y la guía que durante este tiempo hemos podido compartir junto a ella, en la espera del nacimiento de Jesús, motivo principal por el cual celebramos la Navidad. María Santísima, madre de Dios y madre nuestra nos acompaña en este itinerario de esperanza. Nos guía por sendas de justicia, de paz, de comprensión, de igualdad.

Se nos invita a proclamar el nombre de Dios a todos y en todas partes; a dar testimonio de vida en medio de las comunidades como verdaderos cristianos y a instruirnos cada vez más para llevar el mensaje correcto y veraz que proviene del amor de Dios.

En este nuevo año que comienza, junto a los proyectos que la Iglesia diocesana nos presenta y en los cuales debemos participar plenamente, sin dudas y con confianza total en aquel que nos da su fuerza y su amor, debemos tener en cuenta la oración que cada día debemos elevar a Dios por la Iglesia, el Santo Padre, los obispos, nuestro obispo, los sacerdotes, religiosos y religiosas y todo el pueblo santo de Dios.

La oración es la base que nos ayuda a construir la civilización del amor, a creer, vivir y anunciar el Evangelio y a unirnos cada vez más a Dios y entre nosotros para llevar el mensaje de la verdad que el mundo de hoy necesita. Luchemos juntos, en nombre de Dios, para fomentar la esperanza y la paz, en medio de un mundo que muchas veces se sumerge en la indiferencia y en las crisis sociales, políticas y económicas. Dios bendiga a todos, a cada una de las familias y a cada corazón, que este año sea de esperanza plena en Dios que nos guía y en María que nos cubre con su manto de amor maternal. Así sea.

«Salve, Señora, santa Reina, santa Madre de Dios, María, que eres Virgen hecha Iglesia y elegida por el santísimo Padre del cielo, a la cual consagró Él con su santísimo amado Hijo y el Espíritu Santo Paráclito, en la cual estuvo y está toda la plenitud de la gracia y todo bien» (San Francisco, Saludo a la B.V. María).

P. José Lucio León Duque
joselucio70@gmail.com

lunes, 26 de diciembre de 2011

Mons. Erasmo Chacón, a la casa del Padre

Mons. Erasmo Chacón, sacerdote de su pueblo...

En horas de la mañana nos enterábamos de la partida a la casa del Padre del Sacerdote Tachirense, Mons. Erasmo Chacón, quien hasta hace poco fuera párroco en la Localidad de Lobatera.

Elevamos una oración por el eterno descanso del alma de quien se destacó como un servidor nato en su ministerio sacerdotal en la diócesis de San Cristóbal.

Ministro de Jesucristo en plenitud, hombre de trabajo y entregado al máximo en el crecimiento espiritual y material de los fieles que estuvieron bajo su guía. Hombre de compromiso, ministro de gran calidad humana y espiritual, espontáneo y conocedor de la liturgia. Dedicado a su servicio sacerdotal, aún en medio de su enfermedad, lo cual en ningún momento obstaculizó el deseo de servir al Señor, a quien entregó su ministerio hasta el momento de su fallecimiento.

Dios recibe su alma como premio a su ejemplo de vida cristiana y labor pastoral. Gracias Mons. Erasmo, desde el cielo: bendíganos.

José Lucio León Duque
Sacerdote de la Diócesis de San Cristóbal

jueves, 22 de diciembre de 2011

Natividad de Nuestro Señor Jesucristo

Vivir la Navidad

Los días pasan, las tradiciones se arraigan aún más en medio del pueblo que clama siempre con más ahínco, el deseo de vivir de verdad y de corazón el nacimiento de Jesús. Este año se presenta con el deseo de ser vivido a plenitud y de encontrar con convicción la manera de mostrar -y no de aparentar- lo que es la presencia de Dios que se hace hombre en nuestros corazones. La actitud del hombre, en muchos casos, se presenta con rasgos de indiferencia y de superficialidad que se promueven como estilos de vida que -sin darnos cuenta en ciertas ocasiones- van lacerando la sociedad misma, convirtiéndola poco a poco en modos de vida lejanos de lo que es el fin último del hombre: la felicidad.

Vivir la Navidad con convicción es el eco del llamado de Juan el Bautista: “preparen el camino del Señor” (Mc 1, 1-3). Es encontrarse con un camino que se perfila como un reto ante las situaciones difíciles que nos encontramos día a día.

Vivir la Navidad es “hacerse uno” con aquellos que claman justicia, con los pobres y excluidos de la sociedad, con quienes lloran cada día su propia desgracia y no poseen los medios necesarios para salir de la situación en que se hallan.

Vivir la Navidad es compartir sin reserva no solo lo material, sino las virtudes y los valores que son parte fundamental en el mensaje de Jesucristo, que viene a salvarnos y a hacer de nosotros hombres y mujeres nuevos.

Vivir la Navidad es comprender la necesidad de ver más allá de lo que normalmente vemos. Darnos cuenta, con sinceridad y objetividad, que no estamos solos en el mundo, sino que son millones los seres humanos que esperan una luz en su camino como signo de una vida mejor.

Vivir la Navidad es mirar alrededor y ver que la indiferencia y la falta de tolerancia, se hacen eco de pensamientos inertes que buscan menospreciar y degradar lo bueno que pueda existir.

Vivir la Navidad es centrarnos en el misterio de Dios hecho hombre, en quien creemos, “vivimos, nos movemos y existimos” (Hch 17,28).

Vivir la Navidad es dar sentido a cada gesto, cada don, cada detalle que se ofrece no por ser una fiesta más ni un periodo de vacaciones, sino la presencia viva de Dios hecho hombre que se manifiesta en la caridad con hechos concretos.

Vivir la Navidad es orar por quienes no creen en Dios, por quienes usan su forma de pensar para dañar a los demás, olvidando que Dios es padre de todos y para todos y que no excluye a nadie de su corazón.

Vivir la Navidad es meditar y discernir sobre la situación que vive el mundo de hoy, donde el relativismo ético se presenta como un tema al cual se debe dar una respuesta con el testimonio y el ejemplo de vida cristiana.

Vivir la Navidad es dar lo que tenemos, no lo que nos sobra, recordando que Cristo viene “para servir y no para ser servido” (Mc 10, 45). Este es un detalle que debemos practicar siempre, no solo en Navidad.

El Santo Padre Benedicto XVI nos recuerda que “en la sociedad actual, donde por desgracia las fiestas que se avecinan están perdiendo progresivamente su valor religioso, es importante que los signos externos de estos días no nos alejen del significado genuino del misterio que celebramos”. Es por ello que se nos invita a vivir la Navidad de verdad, con convicción y sinceridad, con el corazón y no solo con los labios, siendo, a ejemplo de Nuestra Madre del cielo, María Santísima, humildes y dóciles, colocando nuestra vida en sus manos de Él diciendo con certeza: “he aquí la esclava del Señor, hágase en mí según tu palabra” (Lc 1, 38).

Feliz Navidad para todos, que el niño Dios nazca en cada uno de nosotros y que la sinceridad, la justicia y la trasparencia sean signo del testimonio que debemos ofrecer hoy y siempre. Así sea.

P. José Lucio León Duque

joselucio70@gmail.com

jueves, 15 de diciembre de 2011

IVº Domingo de Adviento

“¡Alégrate!”, un mensaje para todos…
“…¿qué busca nuestro corazón si no una Verdad que sea Amor? La busca el niño, con sus preguntas tan desarmantes y estimulantes; la busca el joven, necesitado de encontrar el sentido profundo de la propia vida; la busca el hombre y la mujer en su madurez, para orientar y apoyar el compromiso en la familia y en el trabajo; la busca la persona anciana, para dar cumplimiento a la existencia terrenal.” S.S. Benedicto XVI, mensaje de Navidad 2010.

Iº lectura: II Sam 7,1-5.8b-12.14a.16; Salmo: 88; IIº lectura: Rom 16, 25-27; Evangelio: Lc 1,26-38


El camino que nos lleva a la Navidad es un itinerario de paz, alegría y esperanza. La alegría y la paz son temas propicios que encaminan al hombre de hoy a vivir con sencillez y este aspecto es primordial en la liturgia de este día. En ella, Dios muestra el deseo de vivir en el corazón del hombre y ser parte del amor que se debe practicar en el prójimo y en cada uno de nosotros.

Tiempo de paz y justicia…
Dios nos pide caminar en su presencia, ser verdaderos discípulos, testigos y misioneros de su palabra. El desea habitar en el corazón del hombre y que todos seamos constructores del templo de nuestras vidas, en nuestras familias, en nuestra sociedad. Ser constructores significa caminar por sendas de paz y justicia, que permitan descubrir cada día más el insondable amor de Dios que nos da la fuerza en la preparación del corazón de hombre para su llegada. Es por ello que proclamamos el Evangelio de la verdad, el Evangelio de la vida, el mensaje de Jesús, hijo de Dios hecho hombre, presente por siempre en nuestra vida. Se nos invita a prepararnos bien en el Adviento para que la Navidad sea un momento propicio de crecimiento espiritual, en el cual sintamos la necesidad y la convicción de ser testigos, con las obras, de la palabra de Jesús. Con esto tenemos que debemos, en primer lugar, ser templos del Espíritu Santo; luego, vivir según la voluntad de Dios y en tercer lugar, reconocer en el amor de Dios el modo de cumplir su voluntad para creer, vivir y anunciar el Evangelio. Nos uniremos a Dios como discípulos de Jesús si creemos cada vez en su presencia en medio de todos, sin exclusión, sabiendo que todos somos parte de Él y de la Iglesia. En este tiempo de Adviento y en el de Navidad que se avecina, estamos llamados a unirnos con convicción al plan salvífico de Dios para con su pueblo: un plan de amor, paz y justicia…animémonos y unámonos cada vez más a la misión a la que todos estamos llamados.

María, ejemplo de sencillez y humildad
Dios nos anuncia el mensaje de paz presente en su Hijo a través del poder del Altísimo y en el “fiat” -hágase- de María Santísima. Ella nos da el ejemplo para cumplir con humildad y sencillez la voluntad de Dios, que no es otra cosa sino vivir de corazón su amor hacia Él, el prójimo y nosotros mismos. María, nuestra madre nos guía a Jesús, ella nos da la posibilidad de estar junto a Él, junto a la Sagrada Familia, junto al amor de Dios hecho hombre…

P. José Lucio León Duque
joselucio70@gmail.com

jueves, 8 de diciembre de 2011

IIIº Domingo de Adviento

¡Él es quien debe venir!
“Vivan siempre alegres, oren sin cesar, den gracias en toda ocasión, pues esto es que Dios quiere de ustedes en Cristo Jesús”.


Iº lectura: Is 61, 1-2.10-11; Salmo: Lc 1; IIº lectura: I Tes 5, 16-24; Evangelio: Jn 1, 6-8.19-28


Alegría, regocijo y gran expectativa nos produce la venida del Señor. El tercer domingo de Adviento, nos muestra de manera especial la espera del nacimiento de Jesús. En el Evangelio se ratifica el inmenso amor de Jesús para los suyos resaltando el testimonio de Juan el Bautista, el precursor, indicándonos así lo que cada uno de nosotros practicar, reconociendo en el Hijo de Dios al Mesías que viene a salvarnos


Juan el Bautista, el testigo de la luz…
El itinerario del Adviento nos presenta a Juan el Bautista como ejemplo de lo que la liturgia de hoy nos ofrece: regocijo, alegría, fortaleza, fidelidad, justicia, paciencia… Juan es quien anuncia y denuncia, es quien sin miedo habla de Dios como guía de nuestra vida; es aquel que prepara no solo a los de su tiempo, sino también a nosotros en la vida cotidiana, para perfeccionar nuestra adhesión a Dios y al mensaje del Evangelio. La actitud de Juan y la liturgia de hoy es lo que permite al fiel cristiano ser testigo de la presencia de Jesús; es lo que hace ver las cosas desde otros puntos de vista, es decir, nos muestra la verdadera vía para encontrar la felicidad. Juan predica en el desierto y justo allí florecen las esperanzas, es en el desierto donde germina el deseo de encontrar a Dios y seguir sus pasos. ¡Cuánto desierto encontramos en nuestra vida! ¡Cuántos momentos de tristeza, de dolor, de angustia! ¡Cuánta impotencia ante la injusticia que reina en ciertas situaciones que parecen no tener vía de salida! Ante todo esto se asoma una luz que nos ilumina desde lo más profundo de nuestro ser: la llegada de Jesús. Ante la duda de muchos y el asombro de otros, ¡Él es quien debe venir!, Él es quien nos salva, quien nos ilumina, quien nos da la fuerza para cultivar aún más el regocijo de su venida, la alegría de su presencia y la fidelidad a su mensaje. La presencia de Jesús, reflejada en el pesebre, en cantos y en celebraciones, se hace vida, se hace realidad perenne si nuestro corazón se dispone a abrir sus puertas y aceptarlo sin condiciones. Juan el Bautista nos da muchas enseñanzas y entre ellas nos recuerda que debemos tener valentía para ayudar a preparar la vía del Señor y sencillez para que quien escucha, pueda entender que Dios es vida, alegría y armonía. Quien está lejos de la palabra del Señor, quien no vive en Dios sino que usa y abusa de la vida misma en desprestigio del hombre, se acerca más a la experiencia del mal y por ende, al pecado. Juan es el mayor entre los nacidos de mujer, es quien nos motiva y nos anima a ser testigos de lo que nos anuncia el Evangelio.

María nos enseña y ayuda a esperar…
El itinerario del Adviento nos regala la esperanza que todos debemos vivir. El ejemplo de nuestra Madre del cielo nos motiva a colocar nuestras vidas en la presencia de Dios. A pocos días de la celebración de la Navidad, hagamos nuestros propósitos espirituales con el fin de decir junto a María: “yo soy la esclava del Señor, hágase en mi según tu palabra”. Así sea.

P. José Lucio León Duque
joselucio70@gmail.com

viernes, 2 de diciembre de 2011

IIº Domingo de Adviento

Convertirse y prepararse…

“El Señor no tarda en cumplir su promesa, como creen algunos. Lo que ocurre es que tiene mucha paciencia con vosotros, porque no quiere que nadie perezca, sino que todos se conviertan.”

Iº lectura: Is 40, 1-5. 9-11; Salmo: 84; IIº lectura: 2Pe 3, 8-14; Evangelio: Mc 1, 1-8

Prepararse para la conversión, es una de las invitaciones que se nos regala en el tiempo de Adviento, de manera especial, en este segundo domingo. Se presenta la figura sencilla, austera y llena de fe del precursor. Su misión es la de preparar el camino del Mesías, llamando al pueblo de Israel a convertirse y arrepentirse de los pecados.

Preparar el camino…

El evangelista Marcos se concentra en el hecho de que Juan el Bautista ha anunciado la inminente venida del Mesías indicando su grandeza. Su tarea es esa: atraer la atención hacia Jesús y mostrar al mismo tiempo el modo como vivía Juan: en el desierto y con austeridad, siendo para nosotros ejemplo de esperanza, de seguridad y de conversión.

Mientras continúa el camino del Adviento y nos preparamos para celebrar la Navidad, se verifica en nuestra sociedad el llamado de Juan, la voz que grita en el desierto, en el vacío en el que muchas veces nos encontramos. Es un llamado que motiva a abrir nuestros corazones y recibir al Hijo de Dios que viene en medio de su pueblo.

Está en juego nuestro destino: nuestro comportamiento hoy, será garantía de la recompensa eterna. Juan habla a través de los siglos, a todas las generaciones, a todos y cada uno de nosotros. Sus palabras, claras y duras, son alivio para el hombre de hoy, hombres y mujeres de nuestro tiempo, donde aún se perciben síntomas de mentalidades materialistas.

La “voz que grita en el desierto” nos invita a preparar la venida de Jesús, y ello se proclama en “los desiertos de hoy”, desiertos interiores y exteriores, sedientos del agua viva que es Cristo, que se dona a aquellos que tienen la disposición de vivir la conversión. ¡Imitemos este estilo de vida en medio de la vida cotidiana!

María nos enseña y ayuda a esperar…

En pocos días celebraremos el nacimiento de Jesús. En los pesebres colocaremos su imagen, muchos le dejarán sus carticas y los tradicionales villancicos hacen que un solo canto se eleve al cielo para entonar junto a los ángeles la paz, la alegría y la justicia. No dejemos pasar este momento favorable y recordemos siempre que alguien espera de nosotros -colocando la atención en los pobres y excluidos-, la alegría que viene de Dios y el testimonio de una vida, que como la de María Santísima, nos enseña la paciencia y la humildad. Así sea.

P. José Lucio León Duque

joselucio70@gmail.com

viernes, 25 de noviembre de 2011

Iº Domingo de Adviento
Prepararse en el nombre de Dios…
“Lo que le digo a ustedes lo digo a todos: ¡Velen!”

Iº lectura: Is 63, 16b-17. 19b; 64, 2b-7; Salmo: 79; IIº lectura: I Cor 1,3-9; Evangelio: Mc 13, 33-37

La celebración del Adviento que cada año vivimos, nos presenta la espera de Jesús de manera evidente ante nuestros ojos y en nuestra mente; nos conduce a darnos cuenta que necesitamos de Él ante el vacío del que muchas veces somos protagonistas. Se nos invita a realizar un serio examen de conciencia sobre dos puntos fundamentales: ¿a quién estamos esperando? y ¿de qué manera lo haremos? ¡Hay que prepararse!

Vigilar: un servicio de todos
El tiempo de adviento es un momento especial en el cual la Iglesia nos muestra su riqueza y su amor para con nosotros. Nos invita a dar pasos importantes respecto a la presencia de Dios en nuestra vida, e igualmente se nos indica la segunda venida de Jesucristo al final de los tiempos. ¿Cómo vivir esta espera de manera concreta? Nos ayuda el texto del profeta Isaías que nos hace pensar en el amor y la paternidad de Dios. Es tomar conciencia de nuestros pecados y de los pecados de la humanidad, para gritar al Señor una invocación más profunda y más sincera: ¡ven a salvarnos, Señor!


La presencia de Dios es confianza, es seguridad; acercarnos a Él es vivir con sinceridad la comunión, es dar una luz de esperanza a quien la necesita con la certeza que Dios está ahí, junto a nosotros, guiándonos con su luz. Este día y este tiempo, se presenta como una señal pues se nos invita con garantía y seguridad a caminar hacia el encuentro del Señor; se nos motiva a decir con el salmista: “No nos alejaremos de ti; danos vida, para que invoquemos tu nombre”.


Hoy inicia el Adviento. Cuatro semanas de preparación a la Navidad, y ella se siente desde ya en el ambiente: adornos, regalos, publicidad, iluminación en las calles, etc. Atención: si nos preparamos en el nombre de Dios, es justamente porque se corre el riesgo de celebrar la Navidad como en muchas ocasiones, llenos de buenos propósitos y grandes celebraciones, olvidándonos que la llegada de Jesús es más que eso: es acercarnos y encontrarnos con Él en medio de aquellos que necesitan de Dios y que en diversos momentos son excluidos por su condición o situación. Por ello es que la invitación de este domingo es clara: ¡estar preparados de la mejor manera!

La madre de la espera…
María Santísima nos anima y nos ayuda a vivir en esperanza; ella es ejemplo de fortaleza y sencillez para afrontar la vida como debe ser. Confiemos en que ella siempre nos acompaña y nos muestra la vía que nos lleva a Jesús. Que nadie sienta que en su vida falta el amor de Dios, ya que todos estamos llamados a ser testigos del evangelio viviendo la unión y el amor que todos debemos llevar como única bandera y así obtener la salvación. Esto nos lleva a decir con convicción: unámonos en nombre de Dios para llevar a todos los lugares y a todas las personas el anuncio del mensaje de Jesucristo, del Evangelio de la verdad…Así sea.

p. José Lucio León Duque
joselucio70@gmail.com

jueves, 17 de noviembre de 2011

Solemnidad de Cristo Rey
Él es quien nos salva, ¡es el Rey!
“Como sigue el pastor el rastro de su rebaño, cuando las ovejas se le dispersan, así seguiré yo el rastro de mis ovejas y las libraré, sacándolas de todos los lugares por donde se desperdigaron un día de oscuridad y nubarrones”

Iº lectura: Ez 34, 11-12.15-17; Salmo: 22; IIº lectura: I Cor 15, 20-26.28; Evangelio: Mt 25, 31-46

Celebramos con gozo y alegría la Solemnidad de Cristo Rey del Universo. Es el día para reconocer, con humildad y sencillez, la grandeza y la omnipotencia de Dios que se hace hombre para acercarnos más a Él y hacernos así partícipes de su vida misma. La liturgia de este domingo muestra la figura del pastor que cuida de los suyos, sus ovejas - siendo ésta una figura bíblica que traduce la humildad, la docilidad y la mansedumbre del hombre -. Jesús es el Rey de reyes, el señor de señores, es quien otorga la más grande recompensa, el amor y la misericordia, hacia quien vive con docilidad y disponibilidad la ayuda al prójimo, reflejo del rostro de Dios en la vida cotidiana.

Ayudar sin exclusión…
El evangelio de este domingo nos da las pautas con las cuales el cristiano debe reconocer en Jesús el Rey de reyes. Ante todo, estamos llamados a obrar bien, a ayudar al prójimo y en él a ver con amor el rostro de Jesucristo. Obrar bien es parte del testimonio que debe dar el cristiano, quien es discípulo de Jesús, quien sabe que en el prójimo está presente Dios y su infinito amor. Es importante tener en cuenta que el juicio de Dios, es de misericordia y de amor. Dios separa los buenos de aquellos que no lo son y de acuerdo a las obras realizadas con sinceridad y convicción, la infinita misericordia de Dios juzgará y dará la recompensa que cada uno merece. Celebrar la Solemnidad de Cristo Rey nos hace reflexionar sobre la necesidad de reconocer en Jesús la razón de nuestra vida, a quien debemos imitar y junto con quien debemos caminar. Acerquémonos a Jesús Eucaristía, a Jesús presente en el prójimo y a Jesús vivo en el corazón de todos y cada uno de nosotros, A lo largo de la historia tenemos el testimonio de muchos cristianos quienes han dado la vida por Cristo como el Rey de sus vidas; y por ello, en nombre de Dios, de la Iglesia que vive en nosotros y con el deseo de ayudar cada vez más al prójimo, se pide a todos los cristianos que su lema de vida sea: ¡Viva Cristo Rey!.


María Santísima, madre de rey humilde y sencillo
María, nuestra madre, nos enseña la humildad que todo cristiano debe seguir y vivir. Su humildad y sencillez nos permite contemplar un corazón puro y un alma materna que está por encima de cualquier otra cosa. Ella nos da ejemplo de cómo vivir en Dios y a partir de su amor, ser prójimo con el prójimo y verdaderos testigos del evangelio. La evangelización es clara: unámonos a Dios y unidos a Él, unámonos para proclamar la verdad, la justicia y la paz así poder escuchar: Vengan benditos de mi Padre…Así sea.

P. José Lucio León Duque
joselucio70@gmail.com

viernes, 11 de noviembre de 2011

Talentos de luz…

"Pero ustedes, hermanos, no vivan en tinieblas, para que ese día no les sorprenda como un ladrón, porque todos son hijos de la luz e hijos del día; no lo son de la noche ni de las tinieblas, Así, pues, no durmamos como los demás, sino estemos vigilantes y despejados".


Iº lectura: Prov 31, 10-13. 19-20. 30-31; Salmo: 127; IIº lectura: I Tes 5, 1-6; Evangelio: Mt 25, 14-30


Todos los hombres y mujeres del mundo tenemos riquezas en la vida, riquezas que no son de oro ni plata, que no tienen nada que ver con posiciones sociales o algo similar. Cada ser humano, hijo e hija de Dios, poseemos talentos que superan los condicionamientos que en muchas ocasiones no dejan caminar con ilusión y esperanza. En este día, tenemos la oportunidad de reflexionar sobre los talentos, sobre la admiración que debemos tener ante la grandeza de Dios y su presencia en nuestra vida.


Los talentos deben crecer…

Poder ser partícipes de la entrega de los talentos teniendo la ilusión de multiplicarlos, es lo que se espera de un verdadero cristiano, comprometido y fiel. Las lecturas y el Evangelio de hoy, nos permiten encontrarnos y colocarnos ante una situación favorable para quien desea seguir a Cristo. La primera lectura nos lleva de la mano a entender que la virtud en las personas, y en este caso de la mujer, debe ser reconocida como una riqueza que Dios bendice. Se nos colocan ejemplos, situaciones, circunstancias, etc, para que nos demos cuenta que Dios nos da la posibilidad de multiplicar, producir y hacer crecer lo que tenemos. Esa bendición traducida en oportunidades se muestra como la luz que no conoce ocaso, que brilla en las tinieblas del corazón abatido y que ilumina aún más el de aquellos que viven con fe el Evangelio de la verdad. El mensaje de este domingo nos abre las puertas para entender la parábola de los talentos como medios para crecer, como instrumentos necesarios con los que podemos y debemos multiplicar las gracias que recibimos de parte de Dios. El pecado, la falta de fe, el alejamiento de Dios, de su amor y de su misericordia, el desprecio y la injusticia que sufren muchos hermanos nuestros, son parte de esos talentos enterrados que, por negligencia y falta de confianza, en el que todo lo puede, se hacen evidentes ante la mirada de todos. ¿Nos sentimos bendecidos por Dios? ¿Cuál es nuestra actitud ante aquellos que entierran los talentos? ¿Estamos dispuestos a valorar a todas las personas, sin distinción ni exclusión, siendo luz que brilla en la oscuridad?


María, bendecida por Dios

Llena de gracia y bendecida por Dios, colmada de talentos y guía para hacerlos crecer y producir, tenemos el ejemplo de una gran mujer, María nuestra Madre. En ella y junto a ella debemos caminar hacia el crecimiento de los que son los talentos de luz y que hacen del hombre fiel discípulo del maestro del amor. Así sea…


P. José Lucio León Duque

sábado, 29 de octubre de 2011

¡Enseñar la verdad! no disfrazarse del mal…
“No cesamos de dar gracias a Dios, porque al recibir la palabra de Dios, que les predicamos, la acogieron no como palabra de hombre, sino, cual es en verdad, como palabra de Dios, que permanece operante en ustedes los creyentes.”

I° lectura: Mal 1, 14b-2, 2b. 8-10; Salmo: 130; II° lectura: 1Tes 2 7b-9. 13; Evangelio: Mt 23, 1-12

Es evidente la cantidad de personas que durante estos días se ciegan ante la propuesta de celebrar el Halloween. Negocios, casas, películas, publicidad y un sinfín de cosas que bombardean la mente y el corazón de la sociedad. Las miradas silenciosas de muchos solo dejan entrever la tristeza y la desaprobación ante esta praxis actual donde se desprestigia la dignidad y el corazón del hombre, enalteciendo la presencia del mal en estos tipos de celebraciones. Esto conlleva a darse cuenta la importancia que tiene cultivar y vivir la fe y no perder de vista el itinerario de vida cristiana que nos propone Jesús, el verdadero maestro que nos enseña la verdad.

Enseñar con autoridad y humildad
Sentarse en la cátedra es la manifestación expresa de quien se presenta como maestro, capaz de enseñar a los demás lo que es y significa un modelo de vida. Quien desempeña de la mejor manera este rol es Jesús y es por ello que nos exhorta para que nos demos cuenta, una vez más, la necesidad de transmitir la bondad con la vida y con el ejemplo. El maestro es quien enseña con su vida, con experiencia positiva, con coherencia, con presencia de Dios. El maestro es quien comparte lo que sabe y lo que vive. Aún así, todos podemos caer en el riesgo de mirar alrededor y condenar al mundo e ignorar los propios males, siguiendo el camino de quienes dicen enseñar pero solo con la voz y no con la fuerza del testimonio. Se hace entonces prudente esconder los títulos y sentir el compromiso de ser verdaderamente testigos de la verdad a ejemplo de Jesús quien nos indica el camino para no caer en esta tentación de “creerse más”…

María, nos guía hacia la salvación
La propuesta de Jesús para hoy es clara: escuchar la palabra de Dios y practicar lo que Él nos enseña. En este itinerario de fe, ella nos acompaña e indica el camino a seguir. Ella, madre del amor y maestra de oración, nos enseña a orar, escuchar a Jesús y guardar en nuestro corazón sus palabras y enseñanzas para que seamos testigos del amor de Dios. Así sea.

“Permíteme señor que yo te predique sin hablar, pero si con mi presencia, con las fuerzas de mis acciones, para que se vislumbre evidente el amor que te profeso. Dios habla en el silencio del corazón.” Beata Teresa de Calcuta

P. José Lucio León Duque
joselucio70@gmail.com



miércoles, 19 de octubre de 2011

Los pasos de Jesús
"Maestro, ¿cuál es el mandamiento principal de la Ley?"


I° lectura: Éx 22, 20-26; Salmo: 17; II° lectura: ITes 1, 5c-10; Evangelio: Mateo 22,34-40

En el itinerario de nuestra vida cristiana, los pasos de Jesús se presentan como el camino del cual no nos debemos desviar. La liturgia hodierna es reflejo del ejemplo que Dios nos muestra, no solo para hoy, sino para toda la vida. Su Santidad, el papa Benedicto XVI, con motivo de la Jornada Mundial de las Misiones 2008, nos recuerda que "…es, pues, un deber urgente para todos anunciar a Cristo y su mensaje salvífico. "¡Ay de mí -afirmaba san Pablo- si no predicara el Evangelio! (1 Co 9, 16).". Es una llamada que se nos hace, para seguir los pasos de Jesús, sus huellas, sus palabras, su vida. Las palabras del maestro, van seguidas de su ejemplo, de su misericordia, de su amor y de la paz de la que nos podemos llenar plenamente. La enseñanza del maestro es veraz y concreta: "Amarás al Señor, tu Dios… y a tu prójimo como a ti mismo".

Amar es el objetivo del cristiano…
En el camino que nos presenta el maestro del amor, tenemos un detalle importante: Él nos invita a amar a Dios y al prójimo. La primera invitación es total y plena, es un llamado a ver en la mirada de Dios, todo lo que necesita el hombre. Amar a Dios, un mandamiento no una obligación; una llamada, no una imposición; una vía a seguir, no un camino de esclavitud…Cuando el hombre ama a Dios, encuentra en su alma la capacidad de corresponder a aquel que nos ha amado hasta el extremo. En Dios conseguimos la esperanza y confianza ante las dificultades y la fortaleza para poder ayudar al prójimo sin ninguna duda. La invitación de amar al prójimo se basa en la primera, no podemos por nada ni por nadie amar a alguien si ese amor no viene de Dios. En el prójimo, aunque muchas veces nos cueste aceptarlo o vivirlo, está presente la imagen de Dios. Si miramos a nuestro alrededor, la invitación que se nos hace es para aplicarla en la vida cotidiana, sin temor ni con engaños, sino con la palabra que el Evangelio de la verdad nos enseña como discípulos de Jesús que somos. Amar a Dios y al prójimo, nos da la autoridad para enseñarle al mundo, al hombre y a la mujer de hoy, que debemos salir de la oscuridad, de las misteriosas actitudes de quienes usan la religión como escape; de aquellos que, como los fariseos, buscaban en su momento hacer caer a Jesús en algo. Debemos actuar con fortaleza, decisión y convicción. El Santo Padre Benedicto XVI, en la Carta Encíclica, Deus Caristas est, en el número 18 nos dice: "…se ve que es posible el amor al prójimo en el sentido enunciado por la Biblia, por Jesús. Consiste justamente en que, en Dios y con Dios, amo también a la persona que no me agrada o ni siquiera conozco. Esto sólo puede llevarse a cabo a partir del encuentro íntimo con Dios, un encuentro que se ha convertido en comunión de voluntad, llegando a implicar el sentimiento. Entonces aprendo a mirar a esta otra persona no ya sólo con mis ojos y sentimientos, sino desde la perspectiva de Jesucristo". El amor que nos enseña Jesús es el camino que debemos seguir para lograr la felicidad. No seamos de los que ponemos pruebas a Jesús; no seamos como los hijos de las tinieblas sino como los hijos de la luz. La invitación es clara: vivamos el amor, seamos fieles propagadores de ello para poder dar testimonio del significado de ese amor al prójimo…

Con María Santísima, madre del amor
En el Magnificat, María Santísima nos enseña a proclamar la grandeza de Dios y de su amor. En ella se cumple la Palabra de Dios y a través de ella podemos hacer vida lo que su Hijo nos enseña. Ella, madre del amor, nos muestra el camino a seguir y cómo un verdadero cristiano debe ser testigo del amor de Dios en medio del mundo y de la vida cotidiana.

P. José Lucio León Duque
joselucio70@gmail.com

viernes, 23 de septiembre de 2011

Vivir como Jesús…
"No se encierren en sus intereses, sino busquen todos el interés de los demás. Tengan entre ustedes los sentimientos propios de Cristo Jesús.".

I° lectura: Ez 18, 25-28; Sal: 24, 4bc-5. 6-7. 8-9; I° lectura: Fil 2, 1-11; Evangelio: Mt 21, 28-32

La situación actual que vive la humanidad en la cual se sumergen los sentimientos y experiencias del hombre, nos sirve para entender la liturgia de este domingo. El itinerario que nos lleva a Dios es su palabra, su vida, su acción entre nosotros, su presencia constante en nuestros corazones, su infinita misericordia. Las lecturas de esta jornada nos presentan el modo cómo debemos actuar, vivir y ser discípulos del Señor.

Una respuesta a la voz de Dios
La vía que nos conduce a Dios se manifiesta en lo cotidiano, en lo que realmente se refiere a lo propio del cristiano. El evangelio de hoy nos da unas pautas importantes y fundamentales que nos llevan a entender la misión a la que se nos llama. Se nos muestra ante todo la importancia de escuchar la voz de Dios que nos invita a trabajar por Él y quien espera a su vez, una respuesta positiva por parte de sus hijos. En un segundo momento se nos presenta la actitud de arrepentimiento que debemos tener cuando no cumplimos con la propia obligación, dejándonos llevar por la falta de responsabilidad, que no nos lleva a cumplir la voluntad de Dios. Todo esto nos encamina a un tercer punto: entender que nuestra misión de cristianos va dirigida a todos sin exclusión. La respuesta de los dos hijos del Evangelio puede ser la nuestra: decimos si o decimos no, hacemos las cosas o no las hacemos, ¿hacia dónde se dirige nuestra vida? Es necesario descubrir el sentido verdadero de la fraternidad, reflejada totalmente en la vida cotidiana y en el amor al prójimo. Jesús es tajante ante la actitud de quienes viven de la apariencia: "les aseguro que los publicanos y las prostitutas les llevan la delantera en el camino del reino de Dios"; esto es, no un llamado de atención, sino una afirmación ante ciertos cristianos que no llevan el Evangelio de Jesús a todas partes sino que esperan que, de todas partes, lleguen las personas. Nuestra misión es más que una apariencia, más que una vida compleja a causa de los obstáculos que nosotros mismos colocamos. La misión es penetrar el corazón del hombre de hoy, llenar las lagunas que existen, enseñar y proclamar la palabra de Dios, atrayendo a todos hacia Él. Es por ello que debemos vivir como Jesús, el hombre nuevo, el que no hace alarde de su categoría divina, el que es justo y misericordioso, siguiendo su ejemplo, teniendo sus mismos sentimientos, quitaremos de raíz el odio, el egoísmo, la mentira, la calumnia, el pecado, y podremos luchar por una Iglesia y una sociedad justa en la que exista unidad y solidaridad en el nombre de Dios.

Fieles al amor de María
Nuestra Madre del Cielo nos guía, nos acompaña y nos lleva de la mano. Ella es fiel y nos enseña a serlo también nosotros. Sigamos su ejemplo y dejémonos inundar del amor infinito y misericordioso de Dios que, como nos dice el Salmo de hoy, "es bueno y es recto, y enseña el camino a los pecadores; hace caminar a los humildes con rectitud, enseña su camino a los humildes"…Así sea.

P. José Lucio León Duque
joselucio70@gmail.com

sábado, 10 de septiembre de 2011



Solemnidad de Nuestra Señora de Coromoto
La Bella Señora
“María, por su parte, guardaba todas estas cosas y las meditaba en su corazón”

Iº lectura: Eclo 24,3-4.8-12.19; Salmo: Jdt 13, 23-25; IIº lectura: Gal 4, 4-7; Evangelio: Lc 2, 15-19

Con gran fervor y devoción, el pueblo venezolano se postra una vez más a los pies de nuestra madre de Coromoto. Hace 359 años en Venezuela se apareció a los indígenas en Portuguesa una “Bella señora”, que trajo y sigue extendiendo la paz en nuestra patria y en los corazones de todos y cada uno de nosotros. La historia nos cuenta cómo nuestra madre del cielo se aparece envuelta en belleza y luz, plena de amor y de paz en medio de su pueblo que hoy, sigue honrando su presencia maternal y amorosa a todos aquellos que se sienten y son sus hijos.

La Virgen María, orgullo de nuestro pueblo
La paz en nuestra vida nos viene por María. La Virgen es seguridad y garantía, ya que a través de ella, llegamos a Dios. Ella acoge en su corazón a todos sin distinción, ella une en su vida a tantos y tantos hijos dispersos que están en constante búsqueda del verdadero camino, ella nos abraza a todos. María Santísima, la Bella Señora, la madre de la Coromoto, la madre de quien viene todo amor y comprensión, nos cuida, nos protege y nos invita también a ser constantes, fieles y sobre todo, a comportarnos como buenos hijos. Ella “guardaba todas estas cosas y las meditaba en su corazón”. Ese gesto es muestra que, en medio de su silencio, existe un gran corazón y por ello fue conveniente que desde lo alto, el buen Dios se fijara en este ser tan especial y puro, tan maravilloso y sencillo, tan inmenso y humilde. María es verdadero modelo de humildad y comprensión, en ella se conjugan todas las prerrogativas necesarias para convertirse, como lo hizo, en ejemplo para todas las generaciones. Es evidente que la sencillez de María engrandece su imagen, su figura y su vida entera, enaltece lo que en una persona debiera ser algo normal: el amor de Dios presente en la vida cotidiana. María nos bendice y nos acompaña. ¡Bendita entre las mujeres! ¡Bendita y dichosa porque estás con nosotros!, ¡Bendita porque nos llevas en tu corazón!



Acerquémonos a ella...

Acudamos a ella con humildad y con convicción, pidiéndole con fe por nuestra patria, por nuestro estado, por nuestra diócesis y llevemos el más grande regalo que un hijo puede dar a su madre: fidelidad, obediencia y amor. Nos unimos al júbilo que se vive en nuestra patria, en el corazón de todos y cada uno de nosotros que invoca con amor la protección de nuestra madre del cielo, bajo la advocación de Coromoto. Así sea.

LECTURA RECOMENDADA SOBRE HALLAZGOS EN LA IMAGEN DE LA VIRGEN DE COROMOTO: http://www.zenit.org/article-32331?l=spanish

P. José Lucio León Duque
joselucio70@gmail.com

viernes, 12 de agosto de 2011

Pbro. Jhonny Zambrano
Peregrino de la JMJ


Días en Diócesis (DED): Venezolanos en SEGOVIA
JMJ Madrid 2011



Desde el pasado lunes gran cantidad de peregrinos venezolanos se han trasladado desde Venezuela a Madrid, motivados por la invitación de la Iglesia a estar en torno al Papa Benedicto XVI y millares de jóvenes de todo el mundo.
En este momento un grupo de 50 peregrinos nos encontramos en la Diócesis de Segovia, Arciprestazgo Coca-Santa María, zona rural de la Castilla Española. Esta zona comprende 44 pequeñas parroquias, que tratan de vivir la fe en comunión como lo demuestran en estos días en Diócesis (DED).


Asimismo, 9 sacerdotes que atienden estas comunidades con la ayuda de varios fieles nos han recibido con cariño y expresión de fraternidad, signo de comunión que marca esta jornada mundial. Uno de ellos el Padre Florentino Vaquerizo, de 30 años quien ha estado a cargo de la acogida en esta Diócesis nos dice: “ha sido una experiencia muy intensa estos últimos meses, con todo el equipo de voluntariado arciprestal, queríamos que estos días fuesen acogida, acompañamiento y expresión de nuestra misma fe en Cristo”.

De igual modo informó “Hemos tratado de combinar espacios de oración, momentos culturales y encuentros en las casas de acogida y en las actividades programadas: Viacrucis, Eucaristías conjuntas, festival multicultural, excursiones, voluntariado de clasificación de ropa para una ONG y participación en las actividades diocesanas”.
De igual manera, la universalidad de la Iglesia se sigue haciendo presente en estos días, son muchos los jóvenes de los cinco continentes que están trasladándose a España, ya que la primera jornada se está realizando en todas las diócesis de este país a partir del pasado jueves. A propósito en esta Diócesis de Segovia nos hemos reunidos jóvenes de Argentina, Brasil, Canadá, México, Colombia, Rusia, Pakistán, Portugal, Reino Unido, Sudáfrica, Trinidad y Tobago y por supuesto los venezolanos.

El día viernes 12 fue de gran realce para Venezuela, los venezolanos hemos colocado el sabor festivo a algunos encuentros, con nuestra música y tradiciones culturales de las diferentes regiones de nuestro país, desde la gaita, la parranda, la llanera y terminando con la música típica andina “soy de los andes soy todo corazón”. Una gran riqueza es escuchar las expresiones de fe en diferentes idiomas que no impiden la comunión en la oración. Una gran experiencia fue el viacrucis alrededor de la comunidad de Nava de la Asunción, Comunidad donde se encuentran varios peregrinos venezolanos.

El Sábado 13, se realizó una gran peregrinación a un Santuario Mariano de la Virgen del Bustar, en Carbonero el Mayor, durante la mañana celebramos la Eucaristía presidida por el Padre Lucas Aragón, arcipreste de Coca Santa María. Asimismo, por la tarde visitamos Martín Muñoz de Las Posadas cuya iglesia posee un cuadro del pintor El Greco llamado “El Calvario”, seguidamente nos trasladamos a Santa María La Real de Nieva en cuya iglesia y claustro el Padre Alfonso Agueda fue un excelente guía al explicarnos el arte contenido en el templo.
Este domingo 14 de agosto estamos participando en la Eucaristía en cada comunidad parroquial que nos hospeda y esta tarde visitaremos Segovia, concluyendo la jornada del día con la Vigilia a La Virgen María en torno a la festividad de la Asunción, estando en comunión con la realizada en La Catedral de San Cristóbal en honor a Nuestra Señora de La Consolación.

Estos DED terminaran este lunes 15 con la Eucaristía presidida por el obispo Ángel Rubio Castro en la Catedral de Segovia y una comida fraterna, para luego ser trasladados a Madrid, donde nos esperaran los nuevos sitios de hospedaje para la JMJ en los días centrales.
¡La grandeza de la fe!
“Señor, también los perritos se comen las migajas que caen de la mesa de sus amos”

I° lectura: Is 56,1.6-7; Salmo: 66; II° lectura: Rom 11,13-15.29-32; Evangelio: Mt 15, 21-28

Hay dos temas importantes en el itinerario de la palabra de Dios para hoy: la fe y la misericordia. Ellas nos han acompañado a través de la liturgia y de una u otra forma, son pilares fundamentales para obtener la mirada amorosa de Dios. Cumplir la voluntad del Padre es adentrarse a vivir no en base a conceptos, sino a verdaderas experiencias de vida cristiana, donde más allá de ideologías inertes, tenemos el deber de promover la justicia, el derecho, la fidelidad, la igualdad, haciendo vida todo esto, en la vida cotidiana y en el lugar predilecto para ello: el altar de Dios (Iº lectura). Este es un indicador propicio para darnos cuenta que todos estamos llamados a buscar a Dios (Salmo) y así poder alcanzar su misericordia, sea cual fuere nuestra condición, raza o cultura (IIº lectura).

“Señor, hijo de David, ¡ten compasión de mi!”
La petición de la mujer que se dirige a Jesús en busca de misericordia y paz, nos lleva a pensar en varias cosas. En primer lugar, debemos saber pedir, y con insistencia y humildad. La arrogancia y la falsa humildad que muchas veces se da en algunos cristianos, hace que la petición se desvanezca, se pierda. Es importante, por tanto, fundamentar lo que se pide en la oración y hacerlo con fe, tal como nos lo enseña la mujer del evangelio que, a pesar de la respuesta de Jesús, no pierde su ánimo ni el objetivo de la petición. En segundo lugar, debemos velar, cuidar con esmero lo que tenemos, los dones que Dios nos ha dado, las personas que nos ha encomendado, dando lo mejor de sí sin esperar recompensas humanas. En tercer lugar, aceptar la voluntad de Dios como un don precioso y no como resignación. Esto conlleva a vivir nuestra condición de discípulos y cristianos que somos. Saber pedir con insistencia y humildad nos lleva a sentir en nuestros corazones la misericordia y el amor que Dios tiene preparados para todos y cada uno de nosotros. Reflexionemos: ¿estamos dispuestos a pedir con humildad? ¿aceptamos la voluntad de Dios como un don? Miremos a nuestro alrededor y allí encontraremos el campo de servicio en el cual podremos llevar como fieles discípulos el mensaje de Jesús; un mensaje de fe, esperanza y caridad; un mensaje de justicia y de paz; un mensaje que no alivia por un momento, sino que llena para siempre el corazón de cada hombre y cada mujer que pide con sencillez.

María, maestra de fe…
De la mano con María, nuestra madre de la Consolación, podemos caminar seguros y con humildad para recoger aquellas migajas que se convierten en gozo y gracias abundantes. El Espíritu Santo nos ilumine y haga de todos y cada uno de nosotros fieles discípulos que sienten en su corazón la misericordia y la paz como un regalo amoroso de Dios. Así sea.

P. José Lucio León Duque
joselucio70@gmail.com
www.joselucioleonduque.blogspot.com

IIIº Domingo de Cuaresma, 7 de marzo de 2021

LA CASA DE DIOS ES NUESTRA CASA “Los mandatos del Señor son rectos y alegran el corazón; la norma del Señor es límpida y da luz a los ojos.”...