Tú eres María, la Madre de Dios
Terminamos e iniciamos el año con nuestra madre del cielo: La Virgen María. Hija de Joaquín y Ana, quien dijo SI a la palabra de Dios, madre de Jesús, abrazando con alegría, fe y sin mancha alguna de pecado la voluntad salvífica de Dios. Se consagró totalmente como esclava del Señor, a la persona y a la obra de su hijo, sirviendo al misterio de la redención. En el Concilio de Efeso (a. 431), donde se afirma la naturaleza humana y divina de la única persona del Verbo en Jesucristo, se afirma también la maternidad divina de María.
Junto a esto, vivimos el acompañamiento y la guía que durante este tiempo hemos podido compartir junto a ella, en la espera del nacimiento de Jesús, motivo principal por el cual celebramos la Navidad. María Santísima, madre de Dios y madre nuestra nos acompaña en este itinerario de esperanza. Nos guía por sendas de justicia, de paz, de comprensión, de igualdad.
Se nos invita a proclamar el nombre de Dios a todos y en todas partes; a dar testimonio de vida en medio de las comunidades como verdaderos cristianos y a instruirnos cada vez más para llevar el mensaje correcto y veraz que proviene del amor de Dios.
En este nuevo año que comienza, junto a los proyectos que la Iglesia diocesana nos presenta y en los cuales debemos participar plenamente, sin dudas y con confianza total en aquel que nos da su fuerza y su amor, debemos tener en cuenta la oración que cada día debemos elevar a Dios por la Iglesia, el Santo Padre, los obispos, nuestro obispo, los sacerdotes, religiosos y religiosas y todo el pueblo santo de Dios.
La oración es la base que nos ayuda a construir la civilización del amor, a creer, vivir y anunciar el Evangelio y a unirnos cada vez más a Dios y entre nosotros para llevar el mensaje de la verdad que el mundo de hoy necesita. Luchemos juntos, en nombre de Dios, para fomentar la esperanza y la paz, en medio de un mundo que muchas veces se sumerge en la indiferencia y en las crisis sociales, políticas y económicas. Dios bendiga a todos, a cada una de las familias y a cada corazón, que este año sea de esperanza plena en Dios que nos guía y en María que nos cubre con su manto de amor maternal. Así sea.
«Salve, Señora, santa Reina, santa Madre de Dios, María, que eres Virgen hecha Iglesia y elegida por el santísimo Padre del cielo, a la cual consagró Él con su santísimo amado Hijo y el Espíritu Santo Paráclito, en la cual estuvo y está toda la plenitud de la gracia y todo bien» (San Francisco, Saludo a la B.V. María).
P. José Lucio León Duque
joselucio70@gmail.com
Terminamos e iniciamos el año con nuestra madre del cielo: La Virgen María. Hija de Joaquín y Ana, quien dijo SI a la palabra de Dios, madre de Jesús, abrazando con alegría, fe y sin mancha alguna de pecado la voluntad salvífica de Dios. Se consagró totalmente como esclava del Señor, a la persona y a la obra de su hijo, sirviendo al misterio de la redención. En el Concilio de Efeso (a. 431), donde se afirma la naturaleza humana y divina de la única persona del Verbo en Jesucristo, se afirma también la maternidad divina de María.
Junto a esto, vivimos el acompañamiento y la guía que durante este tiempo hemos podido compartir junto a ella, en la espera del nacimiento de Jesús, motivo principal por el cual celebramos la Navidad. María Santísima, madre de Dios y madre nuestra nos acompaña en este itinerario de esperanza. Nos guía por sendas de justicia, de paz, de comprensión, de igualdad.
Se nos invita a proclamar el nombre de Dios a todos y en todas partes; a dar testimonio de vida en medio de las comunidades como verdaderos cristianos y a instruirnos cada vez más para llevar el mensaje correcto y veraz que proviene del amor de Dios.
En este nuevo año que comienza, junto a los proyectos que la Iglesia diocesana nos presenta y en los cuales debemos participar plenamente, sin dudas y con confianza total en aquel que nos da su fuerza y su amor, debemos tener en cuenta la oración que cada día debemos elevar a Dios por la Iglesia, el Santo Padre, los obispos, nuestro obispo, los sacerdotes, religiosos y religiosas y todo el pueblo santo de Dios.
La oración es la base que nos ayuda a construir la civilización del amor, a creer, vivir y anunciar el Evangelio y a unirnos cada vez más a Dios y entre nosotros para llevar el mensaje de la verdad que el mundo de hoy necesita. Luchemos juntos, en nombre de Dios, para fomentar la esperanza y la paz, en medio de un mundo que muchas veces se sumerge en la indiferencia y en las crisis sociales, políticas y económicas. Dios bendiga a todos, a cada una de las familias y a cada corazón, que este año sea de esperanza plena en Dios que nos guía y en María que nos cubre con su manto de amor maternal. Así sea.
«Salve, Señora, santa Reina, santa Madre de Dios, María, que eres Virgen hecha Iglesia y elegida por el santísimo Padre del cielo, a la cual consagró Él con su santísimo amado Hijo y el Espíritu Santo Paráclito, en la cual estuvo y está toda la plenitud de la gracia y todo bien» (San Francisco, Saludo a la B.V. María).
P. José Lucio León Duque
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