Iº Domingo de Adviento
Prepararse en el nombre de Dios…
“Lo que le digo a ustedes lo digo a todos: ¡Velen!”
Iº lectura: Is 63, 16b-17. 19b; 64, 2b-7; Salmo: 79; IIº lectura: I Cor 1,3-9; Evangelio: Mc 13, 33-37
La celebración del Adviento que cada año vivimos, nos presenta la espera de Jesús de manera evidente ante nuestros ojos y en nuestra mente; nos conduce a darnos cuenta que necesitamos de Él ante el vacío del que muchas veces somos protagonistas. Se nos invita a realizar un serio examen de conciencia sobre dos puntos fundamentales: ¿a quién estamos esperando? y ¿de qué manera lo haremos? ¡Hay que prepararse!
Vigilar: un servicio de todos
El tiempo de adviento es un momento especial en el cual la Iglesia nos muestra su riqueza y su amor para con nosotros. Nos invita a dar pasos importantes respecto a la presencia de Dios en nuestra vida, e igualmente se nos indica la segunda venida de Jesucristo al final de los tiempos. ¿Cómo vivir esta espera de manera concreta? Nos ayuda el texto del profeta Isaías que nos hace pensar en el amor y la paternidad de Dios. Es tomar conciencia de nuestros pecados y de los pecados de la humanidad, para gritar al Señor una invocación más profunda y más sincera: ¡ven a salvarnos, Señor!
Prepararse en el nombre de Dios…
“Lo que le digo a ustedes lo digo a todos: ¡Velen!”
Iº lectura: Is 63, 16b-17. 19b; 64, 2b-7; Salmo: 79; IIº lectura: I Cor 1,3-9; Evangelio: Mc 13, 33-37
La celebración del Adviento que cada año vivimos, nos presenta la espera de Jesús de manera evidente ante nuestros ojos y en nuestra mente; nos conduce a darnos cuenta que necesitamos de Él ante el vacío del que muchas veces somos protagonistas. Se nos invita a realizar un serio examen de conciencia sobre dos puntos fundamentales: ¿a quién estamos esperando? y ¿de qué manera lo haremos? ¡Hay que prepararse!
Vigilar: un servicio de todos
El tiempo de adviento es un momento especial en el cual la Iglesia nos muestra su riqueza y su amor para con nosotros. Nos invita a dar pasos importantes respecto a la presencia de Dios en nuestra vida, e igualmente se nos indica la segunda venida de Jesucristo al final de los tiempos. ¿Cómo vivir esta espera de manera concreta? Nos ayuda el texto del profeta Isaías que nos hace pensar en el amor y la paternidad de Dios. Es tomar conciencia de nuestros pecados y de los pecados de la humanidad, para gritar al Señor una invocación más profunda y más sincera: ¡ven a salvarnos, Señor!
La presencia de Dios es confianza, es seguridad; acercarnos a Él es vivir con sinceridad la comunión, es dar una luz de esperanza a quien la necesita con la certeza que Dios está ahí, junto a nosotros, guiándonos con su luz. Este día y este tiempo, se presenta como una señal pues se nos invita con garantía y seguridad a caminar hacia el encuentro del Señor; se nos motiva a decir con el salmista: “No nos alejaremos de ti; danos vida, para que invoquemos tu nombre”.
Hoy inicia el Adviento. Cuatro semanas de preparación a la Navidad, y ella se siente desde ya en el ambiente: adornos, regalos, publicidad, iluminación en las calles, etc. Atención: si nos preparamos en el nombre de Dios, es justamente porque se corre el riesgo de celebrar la Navidad como en muchas ocasiones, llenos de buenos propósitos y grandes celebraciones, olvidándonos que la llegada de Jesús es más que eso: es acercarnos y encontrarnos con Él en medio de aquellos que necesitan de Dios y que en diversos momentos son excluidos por su condición o situación. Por ello es que la invitación de este domingo es clara: ¡estar preparados de la mejor manera!
La madre de la espera…
María Santísima nos anima y nos ayuda a vivir en esperanza; ella es ejemplo de fortaleza y sencillez para afrontar la vida como debe ser. Confiemos en que ella siempre nos acompaña y nos muestra la vía que nos lleva a Jesús. Que nadie sienta que en su vida falta el amor de Dios, ya que todos estamos llamados a ser testigos del evangelio viviendo la unión y el amor que todos debemos llevar como única bandera y así obtener la salvación. Esto nos lleva a decir con convicción: unámonos en nombre de Dios para llevar a todos los lugares y a todas las personas el anuncio del mensaje de Jesucristo, del Evangelio de la verdad…Así sea.
La madre de la espera…
María Santísima nos anima y nos ayuda a vivir en esperanza; ella es ejemplo de fortaleza y sencillez para afrontar la vida como debe ser. Confiemos en que ella siempre nos acompaña y nos muestra la vía que nos lleva a Jesús. Que nadie sienta que en su vida falta el amor de Dios, ya que todos estamos llamados a ser testigos del evangelio viviendo la unión y el amor que todos debemos llevar como única bandera y así obtener la salvación. Esto nos lleva a decir con convicción: unámonos en nombre de Dios para llevar a todos los lugares y a todas las personas el anuncio del mensaje de Jesucristo, del Evangelio de la verdad…Así sea.
1 comentario:
Padre, excelente reflexión. Comparto el criterio de que lo más importante de la navidad es la conmemoración de la llegada de Jesús, es para eso que debemos estar bien preparados. Mil bendiciones!!
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