“Bendita tú entre las mujeres”
“¡Bendita
tú eres entre todas las mujeres y bendito el fruto de tu vientre! ¿Quién soy yo
para que me visite la madre de mi Señor? En cuanto tu saludo llegó a mis oídos,
la criatura saltó de alegría en mi vientre. ¡Dichosa tú que has creído!, porque
lo que te ha dicho el Señor se cumplirá.”
Iº lectura: Miq 5,1-4a; Salmo: 79; IIº lectura: Heb 10, 5-10; Evangelio: 1, 39- 45
El camino que nos lleva a la Navidad es un itinerario de paz, alegría y esperanza. La alegría y la paz son temas propicios que encaminan al hombre de hoy a vivir con sencillez y este aspecto es primordial en la liturgia de este día. En ella, Dios muestra el deseo de vivir en el corazón del hombre y ser parte del amor que se debe practicar en el prójimo y en cada uno de nosotros.
Tiempo de paz y justicia…
Dios nos
pide caminar en su presencia, ser verdaderos discípulos, testigos y misioneros
de su palabra. El desea habitar en el corazón del hombre y que todos seamos
constructores del templo de nuestras vidas, en nuestras familias, en nuestra
sociedad. Ser constructores significa caminar por sendas de paz y justicia, que
permitan descubrir cada día más el insondable amor de Dios que nos da la fuerza
en la preparación del corazón de hombre para su llegada. Es por ello que
proclamamos el Evangelio de la verdad, el Evangelio de la vida, el mensaje de
Jesús, hijo de Dios hecho hombre, presente por siempre en nuestra vida. Se nos
invita a prepararnos bien en el Adviento para que la Navidad sea un momento
propicio de crecimiento espiritual, en el cual sintamos la necesidad y la
convicción de ser testigos, con las obras, de la palabra de Jesús. Con esto
tenemos que debemos, en primer lugar, ser templos del Espíritu Santo; luego,
vivir según la voluntad de Dios y en tercer lugar, reconocer en el amor de Dios
el modo de cumplir su voluntad para creer, vivir y anunciar el Evangelio. Nos
uniremos a Dios como discípulos de Jesús si creemos cada vez en su presencia en
medio de todos, sin exclusión, sabiendo que todos somos parte de Él y de la
Iglesia. En este tiempo de Adviento y en el de Navidad que se avecina, estamos
llamados a unirnos con convicción al plan salvífico de Dios para con su pueblo:
un plan de amor, paz y justicia.
María,
ejemplo de sencillez y humildad
Dios nos
anuncia el mensaje de paz presente en su Hijo a través del poder del Altísimo y
en el “fiat” -hágase- de María Santísima. Ella nos da el ejemplo para cumplir
con humildad y sencillez la voluntad de Dios, que no es otra cosa sino vivir de
corazón su amor hacia Él, el prójimo y nosotros mismos. María Santísima nos
guía a Jesús; nos da la posibilidad de decir junto a Santa Isabel: ¡Bendita tú
María, madre nuestra, que estas siempre con nosotros! Así sea.
P. José Lucio León Duque
joselucio70@gmail.com