Solemnidad de Pentecostés
¡GUIADOS POR EL ESPÍRITU!
“Entra hasta el fondo del alma, divina
luz, y enriquécenos. Mira el vacío del hombre, si tú le faltas por dentro; mira
el poder del pecado, cuando no envías tu aliento.” (Secuencia de
Pentecostés)
Iº lectura: Hch 2,1-11; Salmo: 104; IIº lectura:
1Cor 12, 3b-7. 12-13; Evangelio:
Jn 20, 19-23
“Ven, Espíritu Santo, y envía del Cielo un rayo de tu luz.” (Oración al Espíritu Santo). Una luz que irradia en medio de un mundo ofuscado por el materialismo y la falta de esperanza, pero a la vez, una luz que se expande en cada corazón para que cada uno de nosotros seamos testigos perennes del amor de Dios, manifestados en la resurrección de Jesús y en la presencia continua del Espíritu Santo en nuestras vidas. En este domingo se manifiesta la esperanza, la paz y el amor que necesitamos todos y que crece cada vez más por la adhesión a la Iglesia que cada uno experimenta y profesa.
“TODOS QUEDARON LLENOS DEL ESPÍRITU SANTO”
La venida
del Espíritu Santo, manifestada en nuestras vidas, es la prueba cierta que la
promesa de Jesús se cumple y se hace verdad. Así como
los discípulos estaban reunidos en un mismo lugar el día de Pentecostés, se nos
pide hoy, unirnos como hijos de Dios, hermanos de Jesús y testigos del Espíritu
en torno a la Mesa Eucarística, para manifestar a todos la alegría que ello nos
proporciona. El Espíritu que da vida a nuestras almas, es la fuerza que nos
ayuda a caminar en medio de las dificultades, es la constancia que nos impulsa
a ser verdaderos discípulos, es la paz que nuestros corazones necesita.
Pentecostés da inicio a un camino de fe y esperanza; es el comienzo de la
actividad apostólica de la Iglesia, es el itinerario donde podemos llevar el
mensaje de salvación a todos.
El Espíritu Santo, fuego y brisa, amor y esperanza,
luz y guía, nos da la posibilidad de ser amantes de la oración, fieles
discípulos de la Evangelización y sembradores de la paz. Pidamos de corazón al
Espíritu Santo que entre en nuestras vidas. Pidamos por aquellos que en su
corazón sienten el vacío del amor y la misericordia; de aquellos que por la
injusticia deben callar y ser testigos silentes de una pobreza sin retorno; de
aquellos que claman al cielo y a los hombres, la misericordia que es menester
para fortalecer su propia vida; de aquellos cuyas vidas se encuentran al borde
del abismo deseando no caer…ven Espíritu Santo, ayúdanos a ser portadores de la
certeza que sólo el Evangelio da a quienes firmemente creemos en él.
Cada uno de nosotros está llamado a proclamar cada
día, la petición que nos lleve a sentir la presencia del Espíritu: “ven,
Espíritu Santo... ven, Padre de los pobres; ven, dador de los dones; ven, luz
de los corazones. En el esfuerzo, descanso; refugio en las horas de fuego;
consuelo en el llanto.”
MARÍA SANTÍSIMA, NOS GUÍA EN TODO MOMENTO
En el
camino de la luz, de la paz y la esperanza nos acompaña de la mano María
nuestra madre. Ella nos motiva y nos guía por el camino justo y
hace de todos y cada uno de nosotros, verdaderos testigos de la presencia del
Espíritu Santo en la Iglesia, en cada uno de nosotros. María está ahí, junto a
nosotros, junto a sus hijos. Ello es garantía del amor y la inhabitación de
Dios en nuestras vidas. “Todos ellos perseveraban en la oración con un mismo
espíritu... en compañía de María, la Madre de Jesús...Acudían diariamente al
Templo con mucho entusiasmo”. (Hech. 1, 12-14 y 2, 46). Así sea.
José Lucio León Duque
joselucio70@gmail.com
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