José Lucio León Duque

José Lucio León Duque
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jueves, 19 de febrero de 2015

I° Domingo de Cuaresma, 22 de febrero de 2015

CAMINO DE ESPERANZA
“Se ha cumplido el plazo, está cerca el reino de Dios; conviértanse y crean en el Evangelio.” (Mc 1,15)

Iº lectura: Gen 9,8-15; Salmo: 24; IIº lectura: 1Pe 3, 18-22; Evangelio: Mc 1, 12-15

Hemos iniciado el tiempo favorable de la Cuaresma, en el cual se nos invita a recordar de manera particular, el sentido que debemos darle como cristiano que somos. El Papa Francisco nos invita en su mensaje para la Cuaresma del año 2015, a vivir este tiempo con la certeza de que Dios no es indiferente al mundo, sino que lo ama hasta el punto de dar a su Hijo por la salvación de cada hombre”.

DIOS HACE UN PACTO Y NOS SEDUCE

No podemos ver la esperanza como un sentimiento lejano; la esperanza es algo concreto, va más allá de lo que humanamente podamos sentir o pensar. Es un pacto que establece Dios, desde el inicio de la vida hasta el corazón de todos y cada uno de nosotros. Es un camino de ayuno, de reconciliación y penitencia, de esperanza y oración.

Es la presencia de Dios que nos permite ver y constatar que cada uno de sus hijos, no caerán en las manos del demonio. Esto nos da la oportunidad de conocer una nueva modalidad: en Jesús, en su amor y su misericordia, podemos evitar las tentaciones. Del diluvio, que destruye la maldad del hombre, llegamos al Bautismo que purifica y libera nuestra condición de pecadores. Del hombre pecador, Dios hace un regalo al corazón mismo de la humanidad: la conversión como remedio saludable e instrumento perenne de salvación. El mensaje se nos da para extenderlo, para llevarlo a los corazones de todos aquellos que poseen la disponibilidad de recibir a Dios.

Esta cuaresma, este tiempo de gozo y de penitencia, de reconciliación y esperanza, es un momento en el cual estamos llamados a ser testigos, discípulos de Cristo que nos lleva de la mano a la verdadera salvación.

El Papa Francisco nos recuerda: Tener un corazón misericordioso no significa tener un corazón débil. Quien desea ser misericordioso necesita un corazón fuerte, firme, cerrado al tentador, pero abierto a Dios. Un corazón que se deje impregnar por el Espíritu y guiar por los caminos del amor que nos llevan a los hermanos y hermanas. En definitiva, un corazón pobre, que conoce sus propias pobrezas y lo da todo por el otro.” (Mensaje para la Cuaresma 2015). Hagamos vida lo que Dios nos enseña, lo que nos transmite, lo que nos invita a vivir.

MARÍA NOS ACOMPAÑA EN LA CUARESMA

Nuestra Madre del Cielo es garantía de salvación. Ella y su compañía son itinerarios seguros, amor sincero, confianza plena. Si deseamos vivir este tiempo, dejémonos llevar por ella de la mano, luz de nuestros corazones, madre de todos los hombres y estrella que nos conduce al mismo corazón de Jesús. Así sea.
José Lucio León Duque

joselucio70@gmail.com

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