José Lucio León Duque

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martes, 3 de mayo de 2016

NOTA PASTORAL SOBRE LA "VIGILIA DE PENTECOSTES", 3 de mayo de 2016

NOTA PASTORAL SOBRE LA
“VIGILIA DE PENTECOSTES”

Tres son las grandes solemnidades y festividades de la Liturgia Católica: La Navidad – La Pascua (celebrada en el conjunto litúrgico del llamado “triduo pascual”) – Pentecostés. Junto a estas fiestas centrales, la Iglesia celebra otras que hacen referencia al misterio de Cristo Salvador, incluso cuando hace memoria de los santos y de la Virgen María. Lugar central, a lo largo del tiempo ordinario y en los tiempos fuertes, es ocupado por el DOMINGO, DIA DEL SEÑOR.

La Fiesta de Pentecostés es el culmen de la celebración de la Pascua: en ella se conmemora la venida del Espíritu Santo y el inicio de la Misión de la Iglesia. Algunos la denominan como la fiesta del cumpleaños de la Iglesia. Es un momento muy importante para toda comunidad eclesial y debe celebrarse con toda solemnidad.

En los últimos tiempos se ha venido introduciendo una costumbre muy hermosa de preparar la celebración de PENTECOSTES con jornadas de oración y con acciones denominadas “Vigilias de Pentecostés”. Sin embargo es necesario precisar algunos puntos para darle el puesto justo y central a la gran fiesta de la Iglesia, PENTECOSTES.

1.       En el Misal se habla de “Misa Vespertina de la Vigilia de Pentecostés”: para resaltar la preparación litúrgica y espiritual a la solemnidad del día domingo. Es la motivación litúrgico-pastoral que se debe tener en cuenta.

2.      Por influencia e iniciativa de algunos grupos eclesiales, se ha venido introduciendo la praxis de las llamadas “vigilias de pentecostés”. Es una bonita oportunidad para que muchos fieles se preparen de manera directa a la gran celebración del Domingo. Incluso, en no pocos lugares se aprovecha para organizar jornadas de retiros, convivencias y de oración.

3.      Sin embargo, no es correcto pensar que la “vigilia de Pentecostés” suprime o se equipara a la solemnidad de PENTECOSTES. Lamentablemente se dan casos en los cuales se coloca el acento de la celebración sólo en esta jornada preparatoria y luego el DOMINGO DE PENTECOSTES pasa desapercibido. A esto se añade el estilo de muchas de estas “vigilias” que lejos de ser preparatorias y oracionales se convierten en “conciertos”, acciones y oraciones donde lo espectacular adquiere una importancia mayor que la liturgia del día. También llegan a ser una ocasión para que grupos y personas aparezcan como “artistas” que centran en ellos la atención.

4.      Las denominadas “Vigilias de Pentecostés” deben ser celebraciones breves (no que perduren hasta altas horas de la noche y de la madrugada), centradas en la oración y en la reflexión acerca del misterio del Espíritu Santo. Lecturas Bíblicas, con apoyo de salmos cantados, deben inspirar la oración. Pueden servir de apoyo lecturas de los Padres de la Iglesia y del Magisterio. Es recomendable que se pueda realizar estas Vigilias siguiendo el esquema del Oficio de Lecturas del día de Pentecostés”. Es un momento para orar, que debe incluir la posibilidad de la presencia de sacerdotes para el sacramento de la reconciliación de quienes lo deseen.

5.      En todo caso, los asistentes han de tener muy clara conciencia de que esta “vigilia”, por ser de preparación, nunca sustituirá la SOLEMNIDAD DE PENTECOSTES: y quienes asisten a la misma, por supuesto, han de participar activamente en la Eucaristía del DOMINGO DE PENTECOSTES.

6.      Cada Parroquia y comunidad cristiana debe colocar un fuerte énfasis en la celebración del DOMINGO DE PENTECOSTES: es la fiesta de la Iglesia, es la fiesta del Espíritu Santo. Con la ayuda de los catequistas y sus alumnos, de todos los grupos apostólicos, de los ministros y fieles cristianos, esta solemnidad debe conmemorarse con la alegría pascual y para hacer sentir ante el mundo la presencia actuante del Espíritu Consolador: por eso, debe motivar a la renovación del compromiso evangelizador de todos los fieles cristianos.

En Venezuela, por otra parte, es el DIA DEL SEMINARIO: que en la oración preparatoria de la Vigilia y en el DOMINGO DE PENTECOSTES, resuene la oración confiada al Espíritu Santo para pedir siga concediendo a su Iglesia numerosas y santas vocaciones sacerdotales y religiosas. María, Madre de Dios y experta en lo que significa el Espíritu Santo, nos conceda, por su intercesión, la gracia de ser “testigos” de ese Espíritu, que nos da sus dones para fructificarlos en actos de caridad, misericordia y solidaridad con todos los hermanos.

San Cristóbal, 3 de mayo de 2016


+Mario Moronta R., Obispo de San Cristóbal

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