José Lucio León Duque

José Lucio León Duque
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domingo, 28 de diciembre de 2008

La Sagrada Familia

Gracias a Dios por la familia…

"Como pueblo elegido de Dios, pueblo sacro y amado, sea su uniforme la misericordia entrañable, la bondad, la humildad, la dulzura, la comprensión. Sobrellévense mutuamente y perdónense, cuando alguno tenga quejas contra otro"
En el mensaje de Navidad de este año, Mons. Mario del Valle Moronta, obispo de San Cristóbal, nos invita, entre otras cosas, a edificar el Reino de Dios, uniéndonos a él y llevar la esperanza en medio de la oscuridad a través de la Evangelización Diocesana. Este domingo es la continuación del itinerario que todo cristiano debe cultivar y construir: la vida en familia como don de Dios pidiendo para ella y para el mundo la luz de Dios y la paz. Las lecturas de este día nos preparan para comprender no sólo lo que es una familia, sino lo que en la vida cotidiana debemos hacer: honrar los padres, sobrellevarse mutuamente, perdonarse, ser luz y fomentar la unidad. Es el mensaje que la Iglesia diocesana y universal nos presenta para ser vivido en medio de la familia y junto a ella.

Un mensaje de paz para la familia y el mundo
La vida de todos y cada uno de nosotros debe ser testimonio de paz, de unidad, de armonía. Ello se consigue si vivimos en el respeto, con educación, ayudando a quien lo necesita y fortaleciendo nuestra fe. En medio del desinterés de muchos, tenemos el total amor de Jesús que nos hace parte de su familia, aún en medio de las dificultades que se nos puedan presentar. En el mensaje que este año el Santo Padre Benedicto XVI, propone para la celebración de la jornada mundial de la paz, nos recuerda la importancia de entender, desde el cristianismo, el fenómeno de la pobreza, entendida en todos sus aspectos. Todo ello se une a la situación de todas y cada una de nuestras familias, las cuales deben tener como tema principal de oración la paz. Es necesario seguir pidiendo por ella a fin que sea fuente de la vida que experimentamos gracias a la presencia de Dios. La paz debe ser el signo y el símbolo que acompañen la existencia de tantas almas necesitadas de Dios; tantos hombres y mujeres sedientos de su amor, deseosos de tranquilidad y de armonía; tantos niños que más que un juguete necesitan cariño y ternura; tantos jóvenes que más allá de vicios cargados de curiosidad, necesitan una mano amiga, que les acompañe a ser auténticos portadores de esperanza. La paz es signo de amor en la familia cuando cada hombre y cada mujer asumen sus propios retos y sus propias responsabilidades; cuando quienes gobiernan los pueblos del mundo se adhieren a vivir en unidad y trabajar por ella; cuando quienes la predicamos, trabajamos y luchamos por ella teniéndola en alto como el gran valioso tesoro que es. Este domingo se nos invita a que cada día valoremos lo que tenemos: nuestros padres, hermanos, amigos. Se nos pide ser testigos en espíritu y verdad del amor de Dios, reflejado concretamente en el rostro de tantos Dios niño posee, no por deseos de poder sino con el poder de amar y compartir con los corazones y las alamas sedientas de paz y hermandad.

Caminemos juntos con la Sagrada Familia…
No dejemos apagar la llama que la Navidad encendió en nuestros corazones; seamos esa luz que camina hacia los sitios más recónditos dónde necesiten de ella. Llevémosla junto a Jesús, José y María, a todas las familias, a todos los hogares y si a alguno de ellos no podemos llegar, dejemos que se extienda gracias a los sentimientos de unidad, de fe y de hermandad que existen en nuestras comunidades, cultivando aún más el deseo de evangelizar en espíritu y verdad sin excluir a nadie, siendo testigos de la verdad y la justicia.

Para todos nuestros lectores el más sincero deseo de paz.
Que de ella se desprendan los más hermosos sentimientos para todos sin distinción de raza o credo o condición social. Luchemos para que nadie impida la entrada de la acción misericordiosa y plena del amor de Dios en nuestros corazones. Dios les bendiga a todos.

La famiglia cristiana (Presso da www.catholic.net)


1. La famiglia deve essere il paradiso su questa terra, a immagine della famiglia di Nazaret.
a) La Sacra Famiglia viveva sempre in pace e armonia. b) La Sacra Famiglia lavorò, soffrì, pianse e si rallegrò come ogni famiglia in questo mondo. c) Il centro della Sacra Famiglia era Cristo-Dio. 2. Le virtù per vivere in famiglia
a) La pazienza.
I) Tutti gli uomini hanno difetti e debolezze. Impariamo a sopportare i pesi altrui. II) Sopportare pazientemente le persone che ci sono moleste è un atto di misericordia spirituale.
b) La comunicazione. I) Parlare delle cose che accadono per accrescere lo spirito di unione nella famiglia. II) Non tacere né nascondere mai gli aspetti che dispiacciono nel rapporto con gli altri.
c) La sussidiarietà. I) Collaborare in casa. II) Essere disponibili ad aiutare in quel che occorre, vincendo il proprio egoismo e l'amore per la comodità.

P. José Lucio

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