José Lucio León Duque

José Lucio León Duque
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jueves, 19 de marzo de 2009

IV Domingo de Cuaresma,22 de marzo de 2009

Nuestro camino: la luz de Dios
“El juicio consiste en esto: que la luz vino al mundo, y los hombres prefirieron la tiniebla a la luz, porque sus obras eran malas”

Iº lectura: II Cro 36,14-16.19-23; Salmo: 136; IIº lectura: Ef 2,4-10; Evangelio: Jn 3,14-21

El tema de las lecturas en este domingo se podría sintetizar así: “la luz vino al mundo”. A ella corresponde la fe, la actitud de la vida que se renueva no por obra nuestra, sino por el don de Dios. En la primera lectura el amor de Dios se sirve también de los eventos históricos para mostrar al pueblo su fidelidad. También la segunda lectura subraya la misericordia y el amor de Dios: somos obra de sus manos. En el Evangelio la acción salvífica tiene como protagonista al mismo Jesús. Es Nicodemo el símbolo del hombre salvado. Él intuye que Jesús es la luz que puede iluminar a los hombres. Nosotros, como Nicodemo, como el pueblo de la antigua alianza, estamos en la noche…

Jesús es el don que Dios nos da…
Si estamos en la noche es porque presumimos poder hacer las cosas sin Dios; estamos en la noche cuando vivimos en la idolatría, cuando la vida nos sucumbir con tristezas y desgracias, las cuales inmediatamente las atribuimos a Dios, cuando excluimos a quienes no piensan como nosotros, cuando el egoísmo invade nuestro corazón. Jesús es el don que tenemos por parte de Dios. Él es la luz que vino a iluminar las noches de nuestras vidas. Quien cree en Él se salvará. El mal gracias a la muerte y resurrección de Jesús, no vencerá ni nos hará daño, por lo que debemos creer y alimentar en la oración nuestra fe. Ella nos hará sentir en comunión con el maestro y con todos nuestros hermanos que participan ya en la comunión de los santos. La luz es la guía de nuestro camino, es lo que hace menguar la oscuridad que nos aleja de Dios y no nos permite avanzar en la vida espiritual. Cada día es una ocasión propicia para tener detalles de amor con Dios a través de nuestra vida espiritual. Ello conlleva a tener una predilección especial por los pobres y excluidos, por aquellos que viven en la oscuridad, por todos y cada uno de los hombres y mujeres que buscan justicia, pero que en muchos casos se nos olvidan dejándolos de lado por atender otras cosas e intereses. Sigamos la luz de Dios, vivamos en nuestra familia y comunidad el deseo de caminar siguiendo la luz que Él nos da, solidarizándonos con los que necesitan amor, paz y tranquilidad.

María, una luz en nuestro camino
María Santísima es la madre de la luz y, a la vez, es luz que guía nuestro camino, nuestra vida, nuestro corazón. Acudamos fielmente a ella y a través de su amor, sigamos esa luz que nos viene de Dios para ser reflejo de su vida en nuestros hermanos. Así sea.

P. José Lucio León Duque
joselucio70@gmail.com

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