“Jesús vio una multitud y le dio lástima de ellos, porque andaban como ovejas sin pastor; y se puso a enseñarles con calma”.
Iº lectura: Jer 23,1-6; Salmo: 22; IIº lectura: Ef 2,13-18; Evangelio: Mc 6,30-34
En la primera lectura de la liturgia de hoy, el profeta Jeremías nos muestra cual será la actitud del Mesías y cómo será con todos y cada uno de nosotros. El Salmo nos presenta la figura del Pastor que nos hace reposar, nos guía por senderos justos y nos da tranquilidad al alma. La segunda lectura refleja el deseo de paz que Dios quiere para con sus hijos y cómo debemos, en nuestra vida cotidiana, comportarnos entre nosotros y en la relación con Él. El Evangelio muestra la solicitud que nos hace Jesús en la persona de sus discípulos con el fin de saber cómo podemos predicar y vivir el Evangelio a todos los lugares y a todas las personas.
“Vengan ustedes solos a un sitio tranquilo a descansar un poco”
Nuestra vida, que es y debe ser servicio a Cristo, a la familia, a las comunidades, a la sociedad, está hecha de trabajo, de dedicación, de entrega a los demás. No debemos asombrarnos si se siente el peso del cansancio y la necesidad de descansar. Durante el tiempo libre recuperamos fuerzas y voluntad para servir mejor en lo que hacemos cotidianamente. No transcurramos el tiempo de las vacaciones sin hacer nada. “Descanso” significa sobre todo, recuperar fuerzas, ideales, proyectos, cambio de actividad, para regresar luego con más ilusión y fortaleza a trabajar y servir en lo que se nos ha encomendado. En la actualidad se confunde el descanso con “vagancia”, se busca “descansar” sin tener en cuenta que hay que buscar la presencia de Dios y cultivar día a día el amor y la paz que se obtienen del contacto que se establece con Él. Es necesario, en este tiempo de vacaciones, alimentarnos de la palabra de Dios, de buenas acciones y de todo aquello que nos lleve a experimentar ser testigos del Evangelio y promotores de la paz, la misión de cristianos, la justicia y la reconciliación en medio del mundo.
Unidos como hermanos a través de María Santísima
De la mano con María, todos y cada uno de nosotros podemos pedir a Dios ser fieles, disponibles y sinceros con Él y con nosotros mismos. Muchas personas desean de nosotros el testimonio y la ayuda necesarios para poder encontrar la paz, la armonía y la solidaridad. Como discípulos, caminemos junto a María en la construcción de un mundo en el cual la mirada a Jesús sea fundamental y aceptar los propios errores sean parte de la vida del cristiano.
Oremos por el Santo Padre Benedicto XVI, el Obispo diocesano Mons. Mario, los sacerdotes y todos los consagrados en este Año Sacerdotal. Así sea.
P. José Lucio León Duque
joselucio70@gmail.com
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