El 6 de enero del año pasado, papá, don Lucio, se encontraba con el Padre celestial. Es el día del recuerdo, de las anécdotas, de las historias y los testimonios sobre su amor incondicional a Jesús Eucaristía. Recordar a papá es dar un vistazo a la vida sencilla de un laico que amaba profundamente la Iglesia, los sacerdotes y la Eucaristía y la familia. Su apoyo, mamá, doña Mercedes, quien siempre le acompañó, aún cuando en ciertos momentos las dificultades no faltaron.
Su amor por la familia, con su ejemplo silencioso; su dedicación a la Iglesia, regalándole a Dios su tiempo y su vida; su adoración a la Eucaristía, centro y culmen de su alma. Papá supo hacer las cosas y, aunque a veces no entendiéramos alguna de ellas, él sí sabía el camino que estaba recorriendo. “Bendito y alabado sea el Santísimo Sacramento del altar, Virgencita linda”, fueron las jaculatorias constantes antes y en el período de su enfermedad, durante el cual se preparó conscientemente a su encuentro con el Padre y nos ayudó a entender lo que significa cumplir la voluntad de Dios.
Papá, don Lucio, desde aquí le recordamos con amor y desde el cielo, la patria definitiva, siga acompañándonos en cada paso que damos. “Siervo bueno y fiel”, continúe hablándole a Dios de quienes seguimos aquí, que nosotros, con él, seguimos fortaleciendo nuestra fe para tratar de hacer las cosas cada día mejor. La siguiente oración nos la regaló él unos meses antes de partir, queremos compartirla con ustedes: “Santísima Trinidad, cuantas veces respire mi pecho, cuantas veces pulse mi sangre en mi cuerpo, esa cantidad por mil, es el número de veces que deseo glorificar tu Misericordia…Que mis ojos no juzguen las apariencias sino que busque lo bello en el alma de mi prójimo, que mis oídos tomen en cuenta las necesidades de mis hermanos, que mi lengua jamás hable negativamente sino que tenga una palabra de consuelo y de perdón para todos… Mis manos y mis pies se apresuren para ayudar en algo a quien lo necesite, incluso a aquellos que abusaron de mi bondad…Que mi oración llegue hasta donde no pueden llegar mis deseos físicamente…Señor, transfórmame en Ti, porque tú puedes hacerlo todo…Señor, dame fuerza para aceptar que mi enfermedad sea para glorificar la voluntad de Dios y humildemente glorificar al Señor… Que seamos muchas las personas que en la enfermedad le hagamos base a su Protección Divina…María Santísima, cúbrenos con tu manto celestial y haz que podamos cumplir, ser fieles y aceptar la voluntad de Dios…Así sea.”
P. José Lucio León Duque
joselucio70@gmail.com
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