José Lucio León Duque

José Lucio León Duque
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martes, 29 de marzo de 2011

IV° Domingo de Cuaresma

¡Jesús es la luz!

“Por eso se dice: Despierta, tú que duermes; levántate de entre los muertos y Cristo será tu luz”.

Iº lectura: 1Sam 16, 1b. 6-7. 10-13 a; Salmo: 22; IIº lectura: Ef 5, 8-14; Evangelio: Jn 9, 1-41

Hace unos años leía la siguiente frase: “en la cuarezma tanvién devemos convertirnos” y al final encontraba esta explicación: espero sepas disculparme, pues aunque esté escrito mal, la conversión sí la debemos hacer bien”Esto lo he transmitido a muchas personas y lo primero que viene a la mente es corregir y hacer notar que está mal escrito; pero leyendo todo, nos damos cuenta que debemos tener la suficiente paciencia para entender y comprender todas las cosas, sobre todo cuando hay equivocación o error, dejándonos guiar por la luz que nos dona el Señor.

“Los frutos de la luz son la bondad, la santidad y la verdad”

El evangelio nos da una enseñanza muy puntual: Jesús cura al ciego de nacimiento y por encima de todo coloca su amor, su misericordia, la intención plena y total de verlo bien, sano, con buena salud. Jesús da la oportunidad de ver nuevamente la luz y San Pablo nos indica que los frutos que de ella se desprenden son: la bondad, la santidad y la verdad. Esto se une al deseo de querer decir lo que sentimos por Dios, el cual nos sana y nos devuelve la vida en Él. La bondad, la santidad y la verdad son elementos primordiales de la vida; son fundamentos y pilares de quien vive en Cristo y ve en Él la luz que ilumina la propia vida. Esto se traduce en la vida cotidiana de manera concreta en los dones que recibimos, en los momentos de oración y de trabajo y también en las dificultades que encontremos en nuestro camino. La actitud de Jesús en este domingo es considerada como un detalle amoroso y de misericordia infinita, ya que deja de lado lo que puedan pensar los demás y centra la atención en el ciego de nacimiento, Él se presenta como la luz del mundo, “yo soy” -nos dice-; manda al ciego a lavarse, a purificarse para luego presentarse ante la gente, ante aquellos que, incrédulos, dudan de la acción de Dios. El hombre curado por Jesús nos dice también de Él: “Ya se lo dije a ustedes y no me han dado crédito… ¿Acaso también ustedes quieren hacerse discípulos suyos?”.

María, ejemplo de luz

La vida de Nuestra madre del cielo ha sido luz para todos. Ella, quien junto a la luz del mundo nos enseña a vivir, nos da las pautas para verificar y practicar en esta cuaresma los propósitos que nos hayamos trazado. Uno de ellos es seguir el itinerario que Jesús nos propone: la oración, el ayuno y la limosna, escuchando sus palabras y actuando, en espíritu y verdad, como verdaderos discípulos suyos que se unen a Él. Así sea.

P. José Lucio León Duque

joselucio70@gmail.com

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