“Está cerca el reino de Dios: conviértanse y crean en el Evangelio”
Iº lectura: Jon 3, 1-5.10; Salmo: 24; IIº lectura: Icor 7, 29-31; Evangelio: Mc 1, 14-20
Predicar el mensaje de Dios; arrepentirnos y convertirnos, siguiendo el camino que el Señor nos indica, son signos de que “el momento es apremiante” y por tanto, es nuestro deber seguir caminando en nombre de Dios, aquí y ahora, en cada instante y en cada lugar.
Creer y vivir el Evangelio
La vida cristiana está radicada en el amor a Dios y la fe que tenemos en Él. La situación actual que vivimos, nos ofrece la oportunidad de ser discípulos del Maestro del amor y por ende, de predicar en voz alta lo que desea el Señor del hombre de hoy: “Vengan conmigo y les haré pescadores de hombres; crean en el Evangelio”. ¿Será posible seguir los pasos de Cristo en medio de la necedad y la indiferencia que tantas veces se presenta? La llamada de Señor a aquellos pescadores es la misma que hace a todos nosotros. El mensaje de Cristo implica, ante todo, una respuesta, ya que se nos invita a convertirnos, a desear mejorar en todo y a ser verdaderos seguidores del maestro del amor. En segundo lugar, la conversión que nos hace cambiar de vida, nos lleva a creer más en el Evangelio y a entender, en tercer lugar que somos los responsables de transmitir esa palabra. Es una buena noticia que tenemos en nuestras manos para extenderla con convicción, con fe y esperanza. Encontrar al Mesías y sentir la fuerza de su invitación es la llamada que nos debe mover a evangelizar, y dicho mensaje debe ser llevado a todos sin excepción y con decisión. Es posible seguir a Jesucristo, es posible adherirnos a su vida, es posible orar con el Él y por Él, es posible ser discípulos de Jesús y dar testimonio de ello. Basta creer, decidirse, ir y predicar…
María nos llama a seguir a su hijo…
Acerquémonos a Jesús a través de María nuestra madre del cielo. Ella nos guía por sendas de paz y de bondad y nos llama a seguir a su hijo: “hagan lo que Él les diga”. Dispongámonos a seguir a Jesús, seamos sinceros con Dios y con nosotros mismos, dejemos el miedo y esforcémonos cada día por seguir el camino que nos lleva a la paz. Aunque muchos digan luchar por la paz y busquen otros fines, continuemos con nuestro ideal: en el nombre de Dios, como sus discípulos y sus testigos, nos unimos a Él, en espíritu y verdad, con adhesión total y sin exclusión alguna…
Pidamos al Señor con fe para que la unidad de los cristianos sea para todos, motivo de evangelización y de participación en la Iglesia, como verdaderos discípulos de Jesús a quien nos unimos en Espíritu y Verdad en la Misión a la que estamos llamados.
P. José Lucio León Duque
joselucio70@gmail.com
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