José Lucio León Duque

José Lucio León Duque
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sábado, 6 de octubre de 2012

XXVII Domingo del Tiempo Ordinario, 7 de octubre de 2012



Aprender de los más pequeños
“Dejen que los niños se acerquen a mí: no se lo impidan; de los que son como ellos es el Reino de Dios.”

Iª lectura: Gen 2,18-24; Salmo: 127; IIª lectura: Heb 2,9-11; Evangelio: Mc 10,2-16

En estos días, qué bueno es encontrarnos con Dios en la oración, en la paz y en la calma. Ese ruido carente de paz que atormenta las mentes y los corazones, está consumiendo lo que de esperanza pueda tener el hombre de hoy.

En este momento, lo menos que deseamos son mentiras, calumnias, falsas esperanzas, insultos entre pueblos y entre familias...lo menos que desea el corazón de nuestras familias es desequilibrio de ningún tipo, lo menos que desea cada uno de nosotros es estar mal.

Necesitamos y deseamos paz, esa paz que cada uno puede dar pero que se niega a dar por no pensar más allá de lo que se tiene al frente.

Qué tristeza que se desprecie la gente por su condición social, política o religiosa...Qué triste es encontrarse en el camino obstáculos que destruyen siempre más lo que de bueno existe...Los pobres, los pobres de verdad sufren.

Los excluidos de la sociedad se enfrentan a una manipulación tal que no encuentran la vía sincera y veraz que les ayude a encontrar tranquilidad.

En este domingo, cada palabra de Jesús tiene un significado profundo. Por ejemplo ¿Qué podemos aprender de los niños? Ante todo podemos aprender el gozo, la alegría. La sonrisa florece más fácilmente en el rostro de un niño que en aquel de los grandes.

Los niños poseen ese don que llenan de plenitud la vida. Otro aspecto es que podemos aprender la capacidad que tiene un niño de admirar los detalles que para otros parezcan insignificantes.

Elementos como estos, entre otros, debiéramos tener en cuenta al momento de relacionarnos con Dios, sería para todos y cada uno de nosotros, más fácil comprometernos con Él y dar testimonio de vida en medio del mundo en el que vivimos.

“Todos tenemos presente la escena del banquete nupcial descrito en el Evangelio (Jn. 2, 3). Había mucha gente, pero sólo María se percató de que el vino empezaba a escasear. Tuvo compasión de aquella joven pareja y quiso evitarle la humillación de no tener vino suficiente para los invitados. ¿Qué hizo? -Sin llamar la atención, con serenidad, dejó la sala (porque en las fiestas judías mujeres y hombres estaban separados entre sí) y, acercándose a Jesús, le dijo con total sencillez: -No tienen vino. Ahí se nota la caridad de María. Advierte las necesidades de los demás y se las comunica a Jesús con toda delicadeza.” Beata Teresa de Calcuta.

P. José Lucio León Duque
joselucio70@gmail.com

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LA CASA DE DIOS ES NUESTRA CASA “Los mandatos del Señor son rectos y alegran el corazón; la norma del Señor es límpida y da luz a los ojos.”...