Dar lo que
es propio, no lo que sobra…
“…los demás
han echado de lo que les sobra, pero ésta, que pasa necesidad, ha echado todo
lo que tenía para vivir.”
Iº lectura: I Re 17, 10-16; Salmo: 145; IIº lectura: Heb 9,
24-28; Evangelio: Mc 12, 38-44
En la
actualidad, es muy frecuente encontrarnos con situaciones en la que se nos pide
algún tipo de colaboración. La actitud de muchos es “rebuscar” entre los
bolsillos, los bolsos o simplemente tomar la actitud de quien quiere pero no
tiene.
En estos casos, tiene mucho que ver la sinceridad y la honestidad,
teniendo como uno de los ejes fundamentales, la práctica de la virtud. La
liturgia de la palabra de este día, nos enseña que debemos dar sin rebuscar,
sino compartiendo con el corazón.
¿De qué parte estamos?
El Evangelio
de hoy, siguiendo el itinerario de las lecturas, nos deja enseñanzas
fundamentales y precisas en relación a la generosidad cristiana que debe ser
sincera y sin doblez. Jesús nos muestra dos perspectivas con las cuales podemos
identificarnos y de las cuales podemos y debemos aprender. “Cuidado con los
letrados…”, -nos dice el maestro- ya que muchos pretenden demostrar y
aparentar lo que no son.
Esos recibirán su recompensa, la cual será rigurosa. En
este plano podemos encontrar aquellos que, alejándose de Dios, aprovechan su
situación o posición para excluir a los demás, usando discriminación y
colocando por encima de Dios y de la vida misma, los caprichos personales. “Les
aseguro que esa pobre viuda ha echado en el cepillo más que nadie…”.
La
actitud de esta mujer, fue agradable a los ojos de Dios, ya que dio lo que
tenía, lo que le era propio, lo que le pertenecía. Esa actitud debiera ser la
de todos y cada uno de nosotros, los cristianos, quienes en la actualidad
debemos dar testimonio del mensaje que el maestro de la verdad nos regala y nos
invita a vivir. Ser generosos es el camino; ser generosos significa dar y
compartir con sinceridad, siendo testigos fieles del amor que viene de Dios y
que se manifiesta en el prójimo. Ser generoso, es característica del
cristiano y esa es la vía que debemos seguir para vivir como Iglesia, como
comunidad de creyentes en quien vive Cristo, sin mostrar apariencias que llevan
a la confusión y a la duda.
María Santísima, ejemplo de generosidad
Confiando en
María Santísima, podemos seguir un itinerario de fe en el cual seremos capaces
de dar testimonio del Evangelio con generosidad. Así como ella, quien dijo “si”
al amor de Dios, sigamos trabajando con alegría y dedicación en la predicación
de la palabra de Señor, en medio del pueblo de Dios, de nuestras comunidades.
Así sea.
“La alegría es oración, la señal de nuestra
generosidad, de nuestro desprendimiento y de nuestra unión interior con Dios.” Beata Teresa de Calcuta.
P. José Lucio León Duque
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