I° Domingo
de Cuaresma
¿En quién
confiamos?
“En
efecto, hay que creer con el corazón para alcanzar la santidad y declarar con
la boca para alcanzar la salvación”
Iº lectura: Dt 26,4-10: Salmo: 90; IIº lectura: Rom 10,8-13; Evangelio: Lc 4,1-13
Los dos
primeros domingos de Cuaresma nos proponen en el Evangelio las tentaciones de
Jesús y su Transfiguración, que se presentan en los tres evangelios sinópticos
(Mateo, Marcos y Lucas) y se colocan como tema de reflexión para una meditación
que nos ayude a vivir de la mejor manera el tiempo favorable de la Cuaresma. La
tentación que se presenta a Jesús, es motivo para sentirnos confortados, no
satisfechos, y saber que Él viene en ayuda de quienes son tentados y sufren por
ello, es decir, prácticamente todos...
En las manos de Dios…
Nos
indica el Evangelio que, después de estar lleno del Espíritu Santo, Jesús fue
transportado en el desierto y allí fue tentado por el demonio. El episodio,
contado en este año por el evangelista Lucas, entre otras cosas da importancia
al tema de la tentación misma. Se muestra a Jesús verdadero hombre, en toda su
humanidad y, por ende, en total conexión con nuestra condición humana.
En
realidad, la posibilidad de ser tentados es indicio importante de la dignidad
del hombre, creado por Dios libre, y por ello capaz de buscar su camino, su
vocación, su dignidad, aún en medio de las dificultades. Tenemos, en el plano
espiritual, nuestra existencia siempre en riesgo y ahí está el desafío que,
como seguidores de Jesús, debemos afrontar con todas nuestra fuerzas.
Cada día
debemos encomendarnos a Dios, revisar cómo estamos cumpliendo su voluntad,
invocarlo en cada momento y colocar en Él, nuestra vida, nuestro ser, nuestra
existencia en plenitud. Todos y cada uno de nosotros, quienes nos manifestamos
cristianos, tenemos el deber de profundizar en la propia vocación y, por tanto,
en la responsabilidad de hacer crecer en nosotros la luz que nos ayudará
siempre a discernir mejor nuestra actitud ante las situaciones en que nos
encontremos.
En este
tiempo de Cuaresma hagamos propósitos reales, verdaderos y factibles. Que
nuestra vida sea de Cristo y en Él, podamos confiar totalmente, ayudando a los
demás con justicia, siendo discípulos y misioneros según el corazón
misericordioso de Dios.
María nos acompaña en la Cuaresma
Coloquemos
nuestra vida en manos de María, nuestra Madre, a fin de que ella sea quien
interceda ante Dios por todos y cada uno de sus hijos, para poder seguir
ejercitándonos espiritualmente y así ganar la batalla contra el mal, siendo
portadores del mensaje de paz que, como discípulos y misioneros, todos estamos
llamados a extender. Así sea.
“…todo parte del amor y tiende al amor.
Conocemos el amor gratuito de Dios mediante el anuncio del Evangelio. Si lo
acogemos con fe, recibimos el primer contacto
-indispensable- con lo divino, capaz de hacernos
«enamorar del Amor», para después vivir y crecer en este Amor y comunicarlo con
alegría a los demás.”
(Mensaje del Santo Padre Benedicto XVI para la Cuaresma 2013)
P. José Lucio León Duque
joselucio70@gmail.com
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