José Lucio León Duque

José Lucio León Duque
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jueves, 10 de enero de 2013

El Bautismo del Señor, 13 de enero de 2013



Aquí está Jesús…
“Está claro que Dios no hace distinciones; acepta al que lo teme y practica la justicia, sea de la nación que sea…”

Este día, Bautismo del Señor, se nos ofrece como motivación para participar más de los sacramentos, de la vida activa de la Iglesia. La liturgia de este domingo nos lleva de la mano a aquel que es maestro de paz, de tranquilidad; de aquel que “pasó haciendo el bien y curando a los oprimidos por el diablo, porque Dios estaba con él”. Jesús, el hijo predilecto, es anunciado por Juan el Bautista y reconocido ante todos por Dios.

Momento de gracia y de bendiciones
Hoy concluye el tiempo de Navidad, pero no concluye el itinerario de esperanza que estamos viviendo. El Bautismo de Jesús nos da algunos puntos de reflexión importantes.  

Ante todo, se nos da la certeza que todos estamos llamados a participar de la vida en Cristo. Él recibe el bautismo de Juan, para enseñarnos que también nosotros podemos y debemos acercarnos a la purificación que Dios nos da. 

En segundo lugar, tenemos la esperanza de ser lavados y salvados en el amor de Dios. Dar este paso implica abandonarse en sus manos, colocarse en su corazón y manifestar con convicción que el amor de Dios es para todos sin exclusión. 

En tercer lugar, quien se coloca en las manos y en el corazón de Dios, es reconocido por Él, así mismo como el Padre da a conocer a su Hijo ante todos para que todos nos demos cuenta el rol que todos y cada uno de nosotros estamos llamados a cumplir. 

Finalmente, somos enviados por Dios a llevar el mensaje de la Buena Nueva a todos, transmitir con el testimonio de vida que Dios quiere salvarnos y que camina junto a cada hijo e hija suyos, para dar plenitud al amor total que solo viene de Él. 

En este momento en el cual debemos comunicar en el mejor de los modos el Evangelio de la verdad, Dios nos pide reconocer a su Hijo y ser fieles discípulos, sin mentiras, sin apariencias, sin falsedades, sino con la bandera de la verdad, del amor y de la paz que se refleja en la vida cotidiana, cumpliendo nuestros compromisos como cristianos con esperanza y justicia en medio del mundo.

María nos enseña el camino de la paz y del amor
Es el momento de colocar nuestra vida en manos de María, nuestra Madre Santísima. Es el momento de abrazarnos a nuestra Madre del Cielo y pedirle por la paz. Coloquemos en sus manos la vida de todos los que tratamos de vivir como verdaderos cristianos y de aquellos que piensan seguir abusando de lo que tienen para incrementar la violencia, la guerra, la injusticia. Así sea.

P. José Lucio León Duque

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