José Lucio León Duque

José Lucio León Duque
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jueves, 2 de octubre de 2014

XXVII Domingo del Tiempo Ordinario, 5 de octubre de 2014

TRABAJAR EN LA VIÑA: PERO DE VERDAD…
“Todo lo que es verdadero, noble, justo, puro, amable, laudable, todo lo que es virtud o mérito, ténganlo en cuenta.”

I° lectura: Is 5, 1-7; Salmo: 79; II° lectura: Fil 4, 6-9; Evangelio: Mt 21, 33-43

La viña del Señor es el campo donde todos y cada uno de nosotros debe trabajar y servir. Frase célebre la de Benedicto XVI el día de su elección: “soy un humilde trabajador en la viña del Señor”, -19 de abril de 2005-. Al respecto, la liturgia de la Palabra de cada domingo y de este en especial, nos presenta la viña como escenario del trabajo en el que se pueden incluir personajes buenos y malos. 

Quienes deseen trabajar en la viña en los campos del Señor, deben ser justos y rectos, lamentablemente en muchas ocasiones, se presentan personas que no quieren cultivar paz y armonía, sino que proporcionan destrucción y división.

“ESTE ES EL HEREDERO…”

El Evangelio narra el episodio de unos trabajadores con malas intenciones, los cuales no respetaron al dueño de la viña, ni a los mensajeros, ni al hijo; prefirieron la muerte y la destrucción al progreso y al desarrollo. Para trabajar en la viña, se nos proponen elementos esenciales para no caer en la destrucción del trabajo que se debe realizar. 

Un primer elemento es el servicio. Servir es sinónimo, en este caso, de entrega al trabajo encomendado y de allí debemos partir para hacer las cosas bien. 

Un segundo elemento es la docilidad, que no significa ser esclavo, sino tener disponibilidad y humildad al momento de realizar el servicio. 

Un tercer elemento es el deseo de construir y, al respecto, Jesús nos propone en el Evangelio que debemos construir en nombre de Dios, del único maestro y de quien viene la salvación. La paz y la justicia se hacen presentes nuevamente en la liturgia de la palabra y a esos dos pilares nosotros debemos acercarnos. Llevar el Evangelio a todas partes es nuestro servicio; ser disponibles en anunciarlo y vivirlo es nuestra tarea y mantener lo que hacemos en el nombre de Dios, es signo de construcción en medio de un mundo lleno de dificultades y vicisitudes.

Cada vez que nos comportamos como verdaderos discípulos estamos siendo partícipes de la vida en Cristo, el heredero que nos envía Dios para que nosotros seamos fieles servidores. Mirando el comportamiento de los obreros de la viña, nos damos cuenta que nuestra misión tiene un matiz profundo de responsabilidad, la cual se manifiesta en la fe que profesamos, en la oración que elevemos constantemente a Dios y en las obras de bien que realizamos, confiando plenamente y dando testimonio como discípulos de Jesucristo, servidores, disponibles y fieles.

MARÍA SANTÍSIMA, SIERVA HUMILDE DEL SEÑOR

Cada vez que vayamos a emprender una misión, encomendémonos a María nuestra Madre. Ella nos enseña a ser humildes y sencillos en medio de la misión de extender la Palabra de Dios a todas partes y a todas las personas. Encaminémonos de verdad en el servicio y en la misión que nuestra diócesis emprende, y demos nuestro aporte para que todos los hombres y mujeres, sientan en su corazón el deseo de seguir el amor, la paz y la justicia que nos ofrece y nos da el Señor. Así sea. Recordemos que donde se reza el rosario no falta lo necesario, honremos a nuestra Madre del cielo cada día con esta práctica de piedad.

José Lucio León Duque

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