José Lucio León Duque

José Lucio León Duque
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domingo, 7 de diciembre de 2014

La Inmaculada Concepción, 8 de diciembre de 2014

MARÍA: MODELO DE ESPERANZA Y FORTALEZA
“Alégrate, llena de Gracia, el Señor está contigo; bendita tú eres entre todas las mujeres.” (Lc 1,28)
La Inmaculada Concepción

Iº lectura: Gen 3,9-15.20; Salmo: 97; IIº lectura: 2Pe 3,8-14; Evangelio: Lc 1,26-38

En el tiempo de adviento, tenemos la invitación a preparar la venida del Señor, a ser discípulos vigilantes en espera del Mesías que viene. Al mismo tiempo, se nos presenta la figura y el ejemplo de una mujer que, en palabras de San Alfonso María Ligorio, es “portadora de paz a todo el mundo”, “primogénita de la gracia”, haciéndose eco de la tradición de la Iglesia refiriéndose a la Virgen María, la Inmaculada Concepción.

PAZ Y ESPERANZA, ¡FUERA EL MIEDO!

El dogma de la Inmaculada Concepción decretado por el Papa Pio IX en el año 1854 nos lleva, junto a las lecturas de este día, a reflexionar sobre algunos temas específicos: en primer lugar, debemos sentir la alegría que el Adviento proporciona, el carácter penitencial que también propone y la presencia de María en este itinerario. Esto nos da la esperanza, nos da la fuerza para salir ilesos del pecado, para reconocer y no dejarnos influenciar por la tentación del enemigo que desea quitarnos la vergüenza para no ser fieles a Dios. La actuación de Adán y Eva en el jardín del Edén causa un efecto de tristeza por las consecuencias del pecado pero ello abre igualmente un camino: la esperanza de vivir en la luz emprendiendo el verdadero camino.

En segundo lugar, se nos invita a vivir, con la gracia de Dios, en perfecta armonía y unidad. Este aspecto es necesario cultivarlo y mantenerlo ya que la unidad es, junto con la armonía, aspectos que ayudan en la esencia del ser humano y su crecimiento.

En tercer lugar, junto a la caída del hombre y de la mujer y de la unión y armonía que se debe vivir en Dios, surge la figura de María Santísima. Ella es quien nos aleja del pecado y nos une con Dios. Su figura maternal nos da la certeza de ser hijos llamados a vivir en paz, unidad y armonía.

María es la llena de gracia, es la elegida para ser la Madre de Dios, la madre de todos y cada uno de nosotros, la mujer decidida que sin miedo, nos enseña que la armonía es posible, que la unidad es factible, que la pureza y la sinceridad son caminos de vida. María, la madre de este itinerario de Adviento, la luz que enciende nuestros corazones nos muestra la vía a seguir: “Yo soy la esclava del Señor, hágase en mí según tu palabra” (Lc 1, 38).

A LA LUZ DE LA NUEVA EVANGELIZACIÓN

Es hora de reconocer los pasos de Dios, de levantar la mirada a quien nos llama y nos busca en medio de las dificultades y nos invita a convertirnos. Este momento es propicio para vivir en unidad. Hoy más que nunca la tarea evangelizadora de la Iglesia es actual, está presente en nuestra vida y es nuestro deber ponerla en práctica.

Debemos sentir el llamado de Dios para vivir definitivamente en armonía, apartando las divisiones, el odio y el rencor, surgidos y radicados por la influencia del maligno, quien no cesa de rodear la pureza del amor que Dios nos regala cada día.

En nuestras familias, en los pobres y excluidos, y también en quien practica la injusticia, en quien usa la maldad para fines personales y supuestamente provechosos, en quien abusa de la autoridad, en quien humilla y maltrata al ser humano, en quien aparta a Dios de su vida; en todos debe reinar la invitación: unámonos a la nueva evangelización, salgamos y seamos portavoces de la alegría y el gozo de ser hijos de Dios, de quien proviene armonía y unidad. Así sea.

“MISIÓN DIOCESANA: CAMINANDO JUNTOS EN ESPÍRITU Y VERDAD HACIA LA RECONCILIACIÓN”

José Lucio León Duque

joselucio70@gmail,com

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