Iº
lectura: Jon 3,
1-5.10; Salmo: 24; IIº lectura: 1Cor 7, 29-31; Evangelio: Mc 1, 14-20
Predicar
el mensaje de Dios; arrepentirnos y convertirnos, siguiendo el camino
que el Señor nos indica, son signos de que “el
momento es apremiante” (1Cor 7,29) y por tanto, es nuestro deber seguir
caminando en nombre de Dios, aquí y ahora, en cada instante y en cada lugar.
CREER Y VIVIR EL EVANGELIO
La vida
cristiana está radicada en el amor a Dios y la fe que tenemos en Él. La
situación actual que vivimos, nos ofrece la oportunidad de ser discípulos del
Maestro del amor y por ende, de predicar lo que desea el Señor del hombre de
hoy: “Vengan conmigo y les haré
pescadores de hombres; crean en el Evangelio” (Mc 1,19). ¿Será posible seguir los pasos de Cristo en medio de la necedad y
la indiferencia que tantas veces se presenta? La llamada de Señor a aquellos
pescadores es la misma que hace a todos nosotros.
El mensaje de Cristo
implica, ante todo, una
respuesta, ya que se nos invita a convertirnos, a desear mejorar en todo y a
ser verdaderos seguidores del Maestro del amor. En segundo lugar, la
conversión que nos hace cambiar de vida, nos lleva a creer más en el Evangelio
y a entender, en tercer lugar, que
somos los responsables de transmitir esa palabra. Es una buena noticia que
tenemos en nuestras manos para extenderla con convicción, con fe y esperanza.
Encontrar al Mesías y sentir la fuerza de su invitación
es la llamada que nos debe mover a evangelizar, y dicho mensaje debe ser
llevado a todos sin excepción y con decisión. Es posible seguir a Jesucristo,
es posible adherirnos a su vida, es posible orar con el Él y por Él, es posible
ser discípulos de Jesús y dar testimonio de ello. Basta creer, decidirse, ir y predicar.
MARÍA NOS INVITA A SEGUIR A SU HIJO
Acerquémonos
a Jesús a través de María nuestra madre del cielo. Ella nos guía por sendas de paz
y de bondad y nos llama a seguir a su Hijo: “hagan
lo que Él les diga” (Jn 2, 5).
Dispongámonos a seguir a Jesús, seamos sinceros con Dios y con nosotros mismos,
dejemos el miedo y esforcémonos cada día por seguir el camino que nos lleva a
la paz.
Aunque muchos digan luchar por la paz y busquen
otros fines, continuemos con nuestro ideal: en
el nombre de Dios, como sus discípulos y sus testigos, unámonos a Él, en
espíritu y verdad, con adhesión total y sin exclusión alguna. Así sea.
Oramos por nuestro Seminario Santo Tomás de Aquino en sus 90 años
José Lucio León Duque
joselucio70@gmail.com
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