José Lucio León Duque

José Lucio León Duque
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jueves, 7 de mayo de 2015

VI° Domingo de Pascua, 10 de mayo de 2015

“EL AMOR PROCEDE DE DIOS”
“El que no ama no ha conocido a Dios, porque Dios es amor. Así Dios nos manifestó su amor: envió a su Hijo único al mundo, para que tuviéramos Vida por medio de él.” (1Jn 4, 8-9)

Iº lectura: Hch 10,25-26.34-35.44-48; Salmo: 98; IIº lectura: 1Jn 4,7-10; Evangelio: Jn 15,9-17

Las lecturas de hoy se refieren a uno de los temas más importantes y fundamentales que todo cristiano debe vivir y experimentar: el amor. En el libro de los Hechos de los Apóstoles, vemos cómo escuchar la Palabra de Dios nos lleva a recibir el Espíritu Santo. En su carta, San Juan invita a cada hombre a dar testimonio de su fe y del amor que se debe profesar y vivir con sinceridad. Dicho testimonio tiene que darse con mansedumbre y respeto, y con ello nos caracterizaremos en tener esperanza. El Evangelio sigue el mismo itinerario: amar tal como Él nos amó (cfr. Jn 15, 9-17).

EL TESTIMONIO DEL AMOR

El camino que debe recorrer el cristiano es un camino de esperanza y de amor. La predicación de Jesús, continuada por los Apóstoles y confirmada por la Iglesia, es uno de los signos más tangibles que el corazón de todos podemos experimentar. El camino y la vida del cristiano, se basan en el amor, en dar lo mejor de sí para que se pueda fomentar la paz y la justicia. La humanidad necesita testimonio y fe, necesita acompañamiento y oración, necesita fortalecer el amor en Dios y en lo que proviene de Él.

El cristianismo se encuentra en la vida interior de cada persona. Es una experiencia permanente de Dios, que se recibe con el bautismo y se completa con los demás sacramentos y una vida cristiana sólida. La presencia y el amor de Dios fortalecen e iluminan al católico para cumplir con la misión de edificar el Reino de Cristo en la tierra. Él es quien nos ilumina y dirige; es quien nos ayuda a discernir el valor de todas las cosas respecto a la sabiduría de Dios y para actuar conforme a lo que Él nos inspira.

Por ello, es necesario prepararnos para cumplir la misión de dar testimonio de nuestra fe, mediante el amor experimentado en la vida cotidiana, la mansedumbre y el respeto ante las dificultades y la persecución que en la actualidad se pueda suscitar. Como testigos del Evangelio, difundamos el amor a través de pequeños detalles y de una vida cristiana de acuerdo al ejemplo que Jesús nos da.

MARÍA, MADRE DE AMOR Y ESPERANZA

Como hijos de María Santísima, veamos el amor tan grande que Dios nos tiene y nos manifiesta a través de ella. De la mano con María podemos cultivar los valores en la vida y en el ambiente que nos rodea. Es el reto que cada uno de nosotros puede conquistar en la medida que estamos unidos a ella y al amor que proviene de Dios. Así sea.
José Lucio León Duque

joselucio70@gmail.com

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