“Ya que ustedes se distinguen en todo: en fe, en
palabra, en sabiduría, en diligencia para todo y en amor hacia nosotros,
distínganse también ahora por su generosidad.” (2Cor 8,7)
Iº lectura: Sab 1, 13-15; 2, 23-24; Salmo: 29; IIº lectura: 2Cor 8, 7. 9. 13-15; Evangelio: Mc 5, 21-43
Existen en este domingo, algunos aspectos fundamentales que nos ayudarán a entender más cerca, el significado de la fe y lo que su esencia implica en nuestras vidas. El libro de la Sabiduría nos presenta a Dios como fundamento de la vida y centro de la existencia misma del hombre. Dios crea al hombre a su imagen y semejanza para que nosotros vivamos en Él, distinguiéndonos -como se nos indica en la IIº lectura- “en fe, en palabra, en sabiduría, en diligencia para todo y en amor hacia nosotros” (2Cor 8, 7) y cultivando cada vez la generosidad. Esto nos lleva a promover, alimentar y practicar la fe que nos hace confiar en Jesús y de quien recibimos la curación del alma y del cuerpo.
DISTINGUIRSE EN GENEROSIDAD
La presencia de Jesús en medio de
su pueblo, en el corazón del hombre, en la vida de la Iglesia, es garantía de
una fe sólida y plena, que nos lleva por verdaderos caminos de salvación. En la liturgia de la palabra,
Dios nos muestra algunos aspectos que denotan lo que cada cristiano debe tener
en cuenta.
En primer lugar, San Pablo nos recuerda que
distinguirse en generosidad es un punto fundamental para vivir como verdaderos
testigos del Evangelio. En segundo lugar,
el Evangelio nos muestra claramente la necesidad que tenemos todos de creer en
Dios y en tercer lugar, los milagros
que realiza Jesús, nos enseñan que creyendo en Dios, podremos obtener muchas
cosas a través de la fe. Esta virtud sobrenatural, viene de la mano con las
otras dos virtudes infusas o teologales: la caridad y la esperanza; todas ellas
dones de Dios.
La fe
caracteriza el perfil de quien vive en comunión con Dios, haciendo que la
humildad, la sinceridad, el servicio y otras muchas virtudes le sean propias y
dé así testimonio de vida.
EN UNIÓN CON MARÍA
En este itinerario de fe, María
Santísima nuestra madre, nos acompaña y nos indica el camino a seguir. Ella, madre del amor y maestra
de oración, nos enseña a orar, a escuchar a Jesús y guardar en nuestro corazón
sus palabras y enseñanzas para que viviendo, unidos cada vez más a Dios, seamos
testigos convencidos y sinceros de su amor y su misericordia. Así sea.
José Lucio León Duque
joselucio70@gmail.com
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