José Lucio León Duque

José Lucio León Duque
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sábado, 16 de abril de 2016

IV° Domingo de Pascua, 17 de abril de 2016

ESCUCHAR AL BUEN PASTOR…
“Mis ovejas escuchan mi voz, y yo las conozco y ellas me siguen, y yo les doy la vida eterna; no perecerán para siempre y nadie las arrebatará de mi mano”.

Iº lectura: Hch 13,14.43-52; Salmo: 99; IIº lectura: Apoc 7, 9.14b-17; Evangelio: Jn 10, 27-30

Hoy celebramos el día del Buen Pastor. En el Evangelio de San Juan, Él usa esta imagen refiriéndose a Él mismo ya que es la puerta por la cual todos estamos invitados a pasar. Él es el Buen Pastor que conduce a sus ovejas por senderos tranquilos hacia los mejores pastos, escuchan la voz del pastor, él las conoce y ellas lo siguen.

COMPORTARNOS COMO PASTORES

En este domingo, como cada domingo de Pascua, se nos habla del impacto que la presencia de Cristo, resucitado de la muerte, tiene en cada uno de nosotros.  Escuchar, conocer, sentir: esto nos une en intimidad con el Buen Pastor, un amor puro, de abandono gozoso en el Señor, como la grey que lo sigue con fe en medio de las dificultades y con la esperanza de ser buenos discípulos. 

Los católicos hacemos vida en esta experiencia con la cual se promueven, se aprenden y se viven las características sencillas de la vida cristiana: la oración y la Eucaristía, la instrucción en la fe y la adhesión al Evangelio. Cada uno de nosotros debemos configurarnos al Buen Pastor, siguiendo sus enseñanzas, su ejemplo y su presencia en nuestras vidas. Es por ello necesario encontrar en Dios el sentido de la vida cristiana, ya que, como hijos de Dios que somos, debemos luchar siempre por mostrarnos como tal, sin mediocridad ni ambigüedades, siendo portadores sinceros de lo que Él nos ha donado.

Si el reflejo de nuestra vida es lo que vivimos en nombre de Dios, podremos entonces sentirnos configurados a Él y junto a ello, seremos testigos de la verdad, llevando el Evangelio, de palabra y obra, a todos sin exclusión.

MARÍA, MADRE DEL BUEN PASTOR

La vida y el ministerio de María Santísima, es único e irrepetible, ya que es modelo de cada vocación cristiana. Se nos invita, por tanto, a pedir su intercesión por todos los pastores de nuestra Iglesia, por todos y cada uno de aquellos que viven en Dios y a través de Él, se esfuerzan por ser verdaderos discípulos del resucitado. María debe contar en la vida cotidiana de todos y cada uno de nosotros, pues ella nos invita a seguir su ejemplo: “hagan lo que Él les diga” (Jn 2,5). 

“Dios de la vida y del amor, que has bendecido a nuestra tierra con la profunda fe de nuestra gente, continúa suscitando vocaciones sacerdotales y religiosas en las familias y comunidades del Táchira…”Así sea.

 José Lucio León Duque
joselucio70@gmail.com


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