José Lucio León Duque

José Lucio León Duque
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sábado, 13 de agosto de 2016

XX° Domingo del Tiempo Ordinario, 14 de agosto de 2016

¿CONTRADICCIÓN O CONVICCIÓN?
“He venido a prender fuego en el mundo, ¡y ojalá estuviera ya ardiendo!” (Lc 12, 49)

I° lectura: Jer 38,4-6.8-10; Salmo: 39,2.3;4.18; II° lectura: Heb 12,1-4; Evangelio: Lucas 12,49-53

El fuego que nos presenta Jesús es un fuego que quema, que resplandece, que ilumina, que consume, que envuelve nuestra vida. Preguntémonos: ¿nos quema dentro la palabra de Jesús a tal punto de no dejar de pensar en Él? ¿hemos defendido la palabra de Dios en alguna discusión? ¿nos dejamos guiar por la luz que se desprende del fuego que emanan las acciones y las palabras del Maestro? A este respecto, podemos evocar lo que manifestaron los discípulos de Emaús al reconocer a Jesús al partir el pan: “¿No estaba ardiendo nuestro corazón dentro de nosotros cuando nos hablaba en el camino y nos explicaba las Escrituras?” (Lc 24, 32).

CREER ES TENER FE EN DIOS

Acoger la Palabra que en Jesús se pronuncia como la verdad en la que debemos creer, es lo que nos lleva a leer -a la luz del Evangelio- las incoherencias que encontramos en nuestra vida y en la vida de la comunidad cristiana. Creer es una lucha, un combate espiritual.

La actitud del cristiano hoy debe ser la de quien camina en la verdad y la fe, sintiendo en su corazón el resplandor y la fuerza del mensaje de Cristo. No podemos dejarnos llevar por la superficialidad y las apariencias con el fin de que todo pareciera “que está bien”, ya que un verdadero cristiano toma la Palabra de Dios como la verdad que lleva a la libertad. La fe no nos divide, lo que nos divide es la incertidumbre de pensar que otros caminos nos pueden dar lo que solo Dios nos da.

Ante la afirmación de Jesús: “he venido a prender fuego en el mundo, ¡y ojalá estuviera ya ardiendo!” (Lc 12, 49)cabe preguntarse si realmente estamos dispuestos a vivir el Evangelio con la fuerza y la convicción que requiere. El Evangelio se presenta como contradicción para aquellos que, olvidando la vocación a la que Dios llama, se refugian en la superficialidad y la comodidad, obviando el verdadero camino que nos lleva a ser Iglesia en un mundo sediento de la Palabra de Dios, la cual debe ser leída, explicada y vivida en lo cotidiano, en medio de los pobres y los excluidos.

NUESTRA MADRE DE LA CONSOLACIÓN

Cada año los fieles, no sólo del Táchira, sino de otros lugares de Venezuela y más allá, se acercan a los pies de nuestra Madre de la Consolación de Táriba, para decirle ¡gracias! y también para pedirle por diversas necesidades que surgen en medio de las contradicciones que el mundo pueda presentar.

¡Bendita tú María! Porque no te rebajaste, sino diste plenitud a la humildad que nace de un corazón sincero…
¡Bendita tú María! Porque gracias a tu disponibilidad, se abrieron las puertas del corazón de Dios para que todos pudiésemos recibir sus gracias…
¡Bendita tú María! Porque nos das a tu hijo, para que con su vida, muerte y resurrección, seamos bendecidos, amados y salvados.
¡Bendita tú María! Madre de la Consolación, pues a todos nos das la posibilidad de apoyarnos en tu regazo y comprender que en ti está el camino que nos lleva a Jesús.

Acudamos fieles a nuestra Madre de la Consolación, con humildad y con convicción, pidiéndole con fe por nuestro país, por nuestro estado, por nuestra diócesis, llevando el más grande regalo que un hijo puede dar a su madre: fidelidad, obediencia y amor. ¡Gracias Madre! Así sea.

José Lucio León Duque

1 comentario:

Unknown dijo...

Palabra de Dios: Gloria a Ti Señor Jesús. Amén.

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