José Lucio León Duque

José Lucio León Duque
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jueves, 28 de diciembre de 2017

Domingo 31 de diciembre de 2017, La Sagrada Familia

¡GRACIAS A DIOS POR LA FAMILIA!
“En los pasos de José y María se esconden tantos pasos. Vemos las huellas de familias enteras que hoy se ven obligadas a marchar. Vemos las huellas de millones de personas que no eligen irse sino que son obligados a separarse de los suyos, que son expulsados de su tierra. En muchos de los casos esa marcha está cargada de esperanza, cargada de futuro; en muchos otros, esa marcha tiene solo un nombre: sobrevivencia. Sobrevivir a los Herodes de turno que para imponer su poder y acrecentar sus riquezas no tienen ningún problema en cobrar sangre inocente.” (Papa Francisco, Homilía en la noche de Navidad, 24 de diciembre de 2017)

I° lectura: Eclo 3, 2-6. 12-14; Salmo: 127; II° lectura: Col 3,12-21; Evangelio: Lc 2, 41-52

Este día es la continuación del itinerario que todo cristiano debe cultivar y construir: la vida en familia como don de Dios pidiendo para ella y para el mundo la luz de Dios y la paz. Las lecturas de este día nos preparan para comprender no sólo lo que es una familia, sino lo que en la vida cotidiana debemos hacer: honrar los padres, sobrellevarse mutuamente, perdonarse, ser luz y fomentar la unidad. Así mismo, se nos exhorta a reflexionar sobre la actual situación de la familia.

UN MENSAJE DE PAZ PARA LA FAMILIA Y EL MUNDO

La vida de todos y cada uno de nosotros debe ser testimonio de paz, de unidad, de armonía. Ello se logra si vivimos en el respeto, con educación, ayudando a quien lo necesita y fortaleciendo nuestra fe. En medio del desinterés de muchos, tenemos el amor de Jesús que nos hace parte de su familia con un amor total, aún en medio de las dificultades que se puedan presentar.

La paz es el signo que acompaña la existencia de tantas almas necesitadas de Dios; tantos hombres y mujeres sedientos de su amor, deseosos de tranquilidad y de armonía; tantos niños que más que un juguete necesitan cariño y ternura; tantos jóvenes que más allá de vicios cargados de curiosidad, necesitan una mano amiga, que les acompañen a ser auténticos portadores de esperanza. Esa es la realidad que estamos llamados a ver con claridad: la situación de la familia hoy que se ve manchada de corrupción, deshonestidad y carencia de valores, en medio del llamado a tener esperanza y fe mirando con ilusión a Jesús que nace por nosotros.

La paz es signo de amor en la familia, cuando cada hombre y cada mujer asumen sus propios retos y sus propias responsabilidades recordando el rol que tienen y el don que Dios les ha regalado; cuando quienes gobiernan los pueblos se adhieren a vivir en unidad y trabajar por ella y no se dejan llevar por intereses personales que, lejos de ayudar al bien común, acercan al pueblo a la destrucción y a la desesperanza; cuando quienes la predicamos, trabajamos y luchamos por ella, sin miedo y sin temor, confiados en la presencia de Dios.

En este día se nos invita a valorar lo que tenemos: nuestros padres, hermanos, amigos. Se nos pide ser testigos en espíritu y verdad del amor de Dios, reflejado concretamente en el rostro de tantos hermanos y hermanas nuestros, que mirando al cielo claman a Dios para así poder mirar a la tierra y encontrar quien les ayude. No dejemos que este fin de año sea uno más de tantos en los cuales el protagonismo lo tienen las cosas materiales, las actitudes deshonestas, las acciones que hunden al pueblo en la desesperanza. Estamos llamados a ser portavoces del protagonismo que Jesús niño posee, no por deseos de poder sino con el mensaje evangélico del amor real que solo Él nos puede dar.

CON LA SAGRADA FAMILIA

No dejemos apagar la llama que la Navidad encendió en nuestros corazones; seamos esa luz que camina hacia los sitios más recónditos dónde necesiten de ella. Llevémosla junto a Jesús, José y María, a todas las familias, a todos los hogares, a nuestro hogar, y si a alguno de ellos no podemos llegar, dejemos que se extienda gracias a los sentimientos de unidad, de fe y de hermandad que existen en nuestras comunidades, cultivando aún más el deseo de evangelizar en espíritu y verdad sin excluir a nadie, siendo testigos de la verdad y la justicia.

“Sin Jesús no hay Navidad. Y si en el centro está Él, entonces todo lo de alrededor: las luces, los sonidos, las tradiciones locales, incluidas las comidas características, crean la atmósfera de la fiesta. Pero si le quitamos a Él, la luz se apaga y todo se convierte en algo falso, en solo apariencia”. (Papa Francisco, Audiencia del Miércoles, 27 de diciembre de 2017).

Para todos nuestros lectores el más sincero deseo de paz. Que de ella se desprendan los más hermosos sentimientos para todos sin distinción de raza o credo o condición social. Luchemos para que nadie impida la entrada de la acción misericordiosa y plena del amor de Dios en nuestros corazones, que nadie nos robe la paz y que tengamos la valentía de llevar el mensaje del Evangelio de la Verdad. Dios y la Virgen les bendigan. Así sea.

José Lucio León Duque
josélucio70@gmail.com




miércoles, 27 de diciembre de 2017

CARTA A HERODES, 28 de diciembre de 2017

CARTA A HERODES
Por Mons. Mario del Valle Moronta, Obispo de San Cristóbal

Te extrañará esta carta. Es costumbre hacerla al Niño Jesús y a los Reyes Magos. Pero no a ti. Te escribo no para felicitarte por lo que hiciste. La historia ha sido dura por tus acciones nada bonitas por cierto. Fue horrible la matanza de los inocentes allá en Belén. Y sólo porque tenías miedo de que surgiera un nuevo Rey. Pero Dios te hizo el juego y el Rey que de verdad había nacido fue llevado a Egipto. Mataste a muchos inocentes por soberbia, ambición, odio y miedo. 

Una cosa terrible es que tu figura no ha pasado desapercibida a lo largo de los siglos. No sólo porque nadie te ha olvidado sino porque sirves de rostro para muchos que han obrado en contra de tantos inocentes. 

Hoy mismo tu cara refleja a tantos hombres y mujeres que atacan la dignidad de no pocos hermanos que sufren. Por eso decimos que hay muchos HERODES. Incluso en nuestro país tan golpeado por una grave crisis. 

Hoy tu rostro se ve reflejado en todos aquellos que defienden y practican el aborto. Ellos olvidan que no son los dueños de la vida  y que pueden hoy hacer esa barbarie porque no murieron abortados. Junto a ellos también están los que comercian con el material orgánico producto de los abortos para hacer cosméticos y medicamentos. 

Hoy tu rostro se deja ver en quienes desarrollan el comercio de la pornografía infantil, la pederastia, la venta y tráfico de niños. 

Hoy tu rostro se ve en quienes trafican con personas y las esclavizan de variadas formas y de los que practican la trata de mujeres y hombres también para la prostitución. Si no lo crees échate una pasadita por algunos de los pasos fronterizos entre Venezuela y Colombia

Hoy tu rostro se ve en quienes juegan con la dignidad de la gente y menosprecian a los migrantes o se burlan de quienes tienen discapacidades o van creando condiciones desfavorables para la gente que sufre hambre y escasez de medicinas. 

Hoy tu rostro sirve de máscara para quienes delinquen o para quienes juegan con La Paz de la gente o para "bachaquear" y contrabandear. 

Hoy tu rostro sirve de máscara para quienes impiden que niños se reencuentren con sus padres que están fuera del país. 

Hoy tu rostro y nombre sirven de disfraz para muchos que al sentarse a dialogar sólo buscan sus propios intereses y no el de los demás hermanos. 

Hoy tu rostro sirve de escondite para quienes no quieren dar la cara ante la situación que atemoriza y desespera a muchas familias. 

Hoy tu rostro sirve de mampara para tantos católicos de toda condición social que prefieren el derroche antes que la solidaridad ¡cuántas fiestas, sobre todo de bodas, con derroches millonarios! ¡y cuánta gente necesitada de verdad!

Cuando vemos la multitud de personas que salen por nuestras fronteras para buscar mejores condiciones de vida fuera de Venezuela, pienso en las peripecias de José al llevar a María y Jesús escapando de tu odio y revancha. ¿Acaso no les está pasando lo mismo a ellos? Al verlos nos damos cuenta de la cantidad de HERODES que hay detrás y que están destrozando ilusiones y esperanzas de una vida digna. 

Cuando vemos a tanta gente necesitada de insumos de salud y pasando hambres es muy difícil no pensar que todo está originado por quienes juegan a ser como tú. 

Hoy sigue habiendo mucha gente que se aprovecha de tu figura para fortalecer su egoísmo e individualismo. 

Hoy tu rostro lo conseguimos en tantos lugares como tú no te imaginas. 

¿Por qué te escribo? Por varios motivos pero uno en particular. Porque al creer en Dios que se hizo hombre para salvarnos creo en la conversión y uno al contenido de esta carta mi oración para que tantos HERODES de hoy se conviertan. Están a tiempo. Esta carta de seguro les llegará a muchos de ellos. Ojalá pueda ser un instrumento para su conversión. 

Espero le llegue a todos los que le hacen la corte a esos nuevos HERODES: y ellos son los que se creen más que los demás, los acaparadores y especuladores y los que sacan partido de toda la maldad que se practica. Algunos pretenden castigar a los del gobierno y terminan poniéndoles cargas pesadas al pueblo. Otros buscan castigar a la oposición y también colocan fardos pesados en los hombros del pueblo. Y todos hablan de democracia. Como tú al verte sorprendido por los reyes magos y su búsqueda del nuevo rey se sienten obligados a mantener el estatus de dirigentes para no perder su cuota y afán de poder  y se olvidan del pueblo, único protagonista y sujeto social de la democracia. Por eso todos los días son 28 de diciembre.

Ojalá esta carta ayude a la conversión de quienes juegan a ser como tu HERODES. Pero si de algo puedes estar seguro tú y ellos es que el MESÍAS sí nació e inauguró el reino de justicia, verdad y paz. Y que muchos, en la Iglesia y personas de buena voluntad estamos dispuestos a hacerlo realidad. Y verás que con la fuerza del Señor se impondrá La Paz y la verdad que vienen del amor de Dios. 

Te saludo.

+Mario del Valle Moronta
Obispo de San Cristóbal


domingo, 24 de diciembre de 2017

25 de diciembre, Natividad el Señor

¡VIVAMOS LA NAVIDAD!

“¡Qué hermosos son sobre los montes los pies del mensajero que proclama la paz, que anuncia la buena noticia, que pregona la justicia…” (Is 52, 7)

Cada año nos encontramos para celebrar la Navidad. Es una celebración de Navidad no como las otras, es una Navidad diferente y tal vez más en sintonía con lo que Dios quiere de nosotros. Durante estos días hemos podido experimentar con algunas actividades y celebraciones la cercanía al Pueblo de Dios, la necesidad que él tiene de sentir su Palabra y encontrar respuesta a lo que cada uno de nosotros pueda cuestionar. Visitamos los ancianatos, la  cárcel, el psiquiátrico, escuelas y liceos, así como se han verificado situaciones en las que la crisis se evidencia de una manera notable. Hemos vivido de una manera muy especial la Novena y las Misas de Aguinaldo, contando con la participación de los fieles, colocando en el Niño Dios la esperanza y el deseo de estar bien.

Es Navidad, ha nacido el Salvador y en nuestras casas hemos hecho el pesebre, hemos adornado, en la medida de las posibilidades, con el árbol y muchas cosas más. Aún así sentimos el peso de la crisis moral y de otra índole, que tanto hemos denunciado, que estamos viviendo en el día a día y que aún pareciera no saber cómo canalizar.

La situación del país, la situación familiar y personal de todos nosotros tiene una mirada común: el pesebre y más concretamente el Niño Jesús, hoy representado en tantos hermanos nuestros que sufren el peso de este momento histórico que estamos viviendo. Dios nos indica el camino, anunciando el nacimiento de Cristo a los más sencillos y humildes de corazón, y hoy, en nuestros Templos y en medio del Pueblo de Dios, deseamos que ese anuncio se materialice en la inclusión de todos aquellos que de un cierto modo son alejados por las condiciones en las que viven o las situaciones que tienen.

Las palabras del papa Francisco el año pasado (2016), en la Santa Misa de Navidad resuenan en la actualidad y son palabras que se convierten en un llamado urgente -hoy más que nunca necesario-: “debemos liberar la Navidad”, liberarla de tanto materialismo, del pensar que con un regalo se compra a alguien, liberarla del gasto desenfrenado, del aprovechamiento de quienes confunden lo material con el verdadero sentido de la Navidad. Debemos retornar a la Navidad - nacimiento de Jesús, esa Navidad donde podamos alegrarnos como los Pastores al escuchar el anuncio de la llegada del Salvador, donde encontremos de nuevo el camino de la Paz, de la reconciliación y de la Esperanza y a la vez podamos tener la valentía de denunciar sin miedo lo que no está bien.
 
Vivir la Navidad con convicción es el eco del llamado de Juan el Bautista: “preparen el camino del Señor” (Mc 1, 1-3). Es encontrarse con un camino que se perfila como un reto ante las situaciones difíciles que nos encontramos día a día.
Vivir la Navidad es “hacerse uno” con aquellos que claman justicia, con los pobres y excluidos de la sociedad, con quienes lloran cada día su propia desgracia y no poseen los medios necesarios para salir de la situación en que se hallan.
Vivir la Navidad es compartir sin reserva no solo lo material, sino las virtudes y los valores que son parte fundamental en el mensaje de Jesucristo, que viene a salvarnos y a hacer de nosotros hombres y mujeres nuevos.
Vivir la Navidad es comprender la necesidad de ver más allá de lo que normalmente vemos. Darnos cuenta, con sinceridad y objetividad, que no estamos solos en el mundo, sino que son millones los seres humanos que esperan una luz en su camino como signo de una vida mejor.
Vivir la Navidad es mirar alrededor y ver que la indiferencia y la falta de tolerancia, se hacen eco de pensamientos inertes que buscan menospreciar y degradar lo bueno que pueda existir.
Vivir la Navidad es centrarnos en el misterio de Dios hecho hombre, en quien creemos, “vivimos, nos movemos y existimos” (Hch 17,28).
Vivir la Navidad es dar sentido a cada gesto, cada don, cada detalle que se ofrece no por ser una fiesta más ni un periodo de vacaciones, sino la presencia viva de Dios hecho hombre que se manifiesta en la caridad con hechos concretos.
Vivir la Navidad es orar por quienes no creen en Dios, por quienes usan su forma de pensar para dañar a los demás, olvidando que Dios es padre de todos y para todos y que no excluye a nadie de su corazón.
Vivir la Navidad es saber reconocer los propios errores y pedir perdón. Tendremos la oportunidad de reconocernos débiles y pecadores sabiendo que la misericordia se vive desde lo profundo del corazón haciendo gestos de caridad con sinceridad y no para salir del paso.
Vivir la Navidad es meditar y discernir sobre la situación que vive el mundo de hoy, donde el relativismo ético se presenta como un tema al cual se debe dar una respuesta con el testimonio y el ejemplo de vida cristiana.
Vivir la Navidad es dar lo que tenemos, no lo que nos sobra, recordando que Cristo viene “para servir y no para ser servido” (Mc 10, 45). Este es un detalle que debemos practicar siempre, no solo en Navidad.

La invitación es clara: debemos vivir la Navidad con esperanza, como aquello que –con palabras del Papa Francisco-  “va más allá de nuestras fuerzas y nuestra mirada.” Junto a la esperanza que nos da vida, debemos también pedir perdón a quien o quienes pudiésemos haber ofendido.  “Miramos a María, Madre de la esperanza. Con su “si” abrió a Dios la puerta de nuestro mundo: su corazón de joven estaba lleno de esperanza, completamente animada por la fe; y así Dios la ha elegido y ella ha creído en su palabra." S.S. Papa Francisco (2016).


FELIZ NAVIDAD PARA TODOS, que el niño Dios nazca en cada uno de nosotros y que la sinceridad, la justicia y el respeto sean signo del testimonio que debemos ofrecer hoy y siempre. Dios y la Virgen les bendigan. Así sea.

José Lucio León Duque
joselucio70@gmail.com


viernes, 22 de diciembre de 2017

IV° Domingo de Adviento, 24 de diciembre de 2017

“¡ALÉGRATE!”: UN MENSAJE PARA TODOS
“Celebremos con alegría el nacimiento del Niño Dios. No olvidemos a quienes menos tienen y demostremos que somos hijos de Dios, por tanto, sus hermanos: acerquémonos a ellos para compartir lo que tenemos y hacerles sentir la fuerza amorosa de nuestra solidaridad.”   Mons. Mario del Valle Moronta, Obispo de San Cristóbal.

Iº lectura: 2Sam 7,1-5.8-11,16; Salmo: 89; IIº lectura: Rom 16, 25-27; Evangelio: Lc 1,26-38

El camino que nos lleva a la Navidad es un itinerario de paz, alegría y esperanza. La alegría y la paz son temas propicios que encaminan al hombre de hoy a vivir con sencillez y este aspecto es primordial en la liturgia de este día. En ella, Dios muestra el deseo de vivir en el corazón del hombre y ser parte del amor que se debe practicar en el prójimo y en cada uno de nosotros.

TIEMPO DE PAZ Y JUSTICIA

Dios nos pide caminar en su presencia, ser verdaderos discípulos, testigos y misioneros de su palabra. Él desea habitar en el corazón del hombre y que todos seamos constructores del templo de nuestras vidas, en nuestras familias, en nuestra sociedad. Ser constructores significa caminar por sendas de paz y justicia, que permitan descubrir cada día más el insondable amor de Dios que nos da la fuerza en la preparación del corazón de hombre para su llegada. Es por ello que proclamamos el Evangelio de la verdad, el Evangelio de la vida, el mensaje de Jesús, Hijo de Dios hecho hombre, presente por siempre en nuestra vida.

Se nos invita a prepararnos bien para que esta Navidad sea un momento oportuno para llenarnos de Dios, escuchar su Palabra y ayudar de verdad a quien lo necesita. No podemos ser indiferentes ante el sufrimiento del prójimo, debemos tomar conciencia que es necesario acercarnos más entre nosotros, tener gestos de solidaridad y dar testimonio  de la vocación a la que hemos sido llamados: ser discípulos de la paz, la reconciliación y defensa de la vida.

Con esto debemos, en primer lugar, ser templos del Espíritu Santo; luego, vivir según la voluntad de Dios y en tercer lugar, reconocer en el amor de Dios el modo de cumplir su voluntad para creer, vivir y anunciar el Evangelio. Nos uniremos a Dios como discípulos de Jesús si creemos cada vez en su presencia en medio de todos, sin exclusión, sabiendo que todos somos parte de Él y de la Iglesia. En este tiempo de Adviento que hemos vivido, y en el de Navidad que se avecina, estamos llamados a unirnos con convicción al plan salvífico de Dios para con su pueblo: un plan de amor, paz y justicia.

SENCILLOS Y HUMILDES CON MARÍA

Dios nos anuncia el mensaje de paz presente en su Hijo a través del poder del Altísimo y en el “fiat” -hágase- de María Santísima. Ella nos da el ejemplo para cumplir con humildad y sencillez la voluntad de Dios, que no es otra cosa sino vivir de corazón su amor hacia Él, el prójimo y nosotros mismos. María, nuestra madre nos guía a Jesús, ella nos da la posibilidad de estar junto a Él, junto a la Sagrada Familia, junto al amor de Dios hecho hombre. Así sea.
José Lucio León Duque
josleucio70@gmail.com


jueves, 14 de diciembre de 2017

III° Domingo de Adviento, 17 de diciembre de 2017

“VOZ QUE GRITA EN EL DESIERTO”
“Vivan siempre alegres, oren sin cesar, den gracias en toda ocasión, pues esto es que Dios quiere de ustedes en Cristo Jesús.” (1Tes 5,16-18)

Iº lectura: Is 61, 1-2.10-11; Salmo: Lc 1, 46-48, 49-50, 53-54; IIº lectura: 1Tes 5, 16-24; Evangelio: Jn 1, 6-8.19-28

Alegría, regocijo y gran expectativa nos produce la venida del SeñorEl tercer domingo de Adviento, nos muestra de manera especial la espera del nacimiento de Jesús. El profeta Isaías deja ver la imagen fructífera de la alegría que inunda los corazones, del Espíritu de Dios que lleva al elegido a anunciar la Buena Nueva, la salvación y la ayuda a quien necesita de ellas.

Esto nos lleva a florecer en medio del pueblo, en medio de las adversidades como testigos de justicia y de paz. Se hace hincapié en la oración, la alegría y el hecho que debemos hacer el bien, ratificándose así el inmenso amor de Jesús para los suyos, resaltando la grandeza de Juan el Bautista -el precursor- quien nos indica así lo que cada uno debe practicar: reconocer en el Hijo de Dios al Mesías que viene a salvarnos.

JUAN EL BAUTISTA: TESTIGO DE LA LUZ

El itinerario del Adviento nos presenta a Juan el Bautista como ejemplo de lo que la liturgia nos ofrece: regocijo, alegría, fortaleza, fidelidad, justicia, paciencia. Juan es quien anuncia y denuncia, es quien sin miedo habla de Dios como guía de nuestra vida; es aquel que prepara no solo a los de su tiempo, sino también a nosotros en la vida cotidiana, con el fin de perfeccionar nuestra adhesión a Dios y al mensaje del Evangelio.

La actitud de Juan es lo que permite al fiel cristiano ser testigo de la presencia de Jesús; lo que hace ver las cosas desde otros puntos de vista, es decir, nos muestra la verdadera vía para encontrar la felicidad. Juan predica en el desierto y justo allí florecen las esperanzas. Es en el desierto donde germina el deseo de encontrar a Dios y seguir sus pasos. ¡Cuánto desierto encontramos en nuestra vida! ¡Cuántos momentos de tristeza, de dolor, de angustia! ¡Cuánta impotencia ante la injusticia que reina en ciertas situaciones que parecen no tener vía de salida! Ante todo esto se asoma una luz que nos ilumina desde lo más profundo de nuestro ser: la llegada de Jesús. Ante la duda de muchos y el asombro de otros, ¡Él es quien debe venir!, Él es quien nos salva, quien nos ilumina, quien nos da la fuerza para cultivar aún más el regocijo de su venida, la alegría de su presencia y la fidelidad a su mensaje.

La presencia de Jesús, reflejada en el pesebre, en cantos y en celebraciones, se hace vida, se hace realidad perenne si nuestro corazón se dispone a abrir sus puertas y aceptarlo sin condiciones. Juan el Bautista nos da muchas enseñanzas y entre ellas nos recuerda que debemos tener valentía para ayudar a preparar la vía del Señor y sencillez para que quien escucha pueda entender que Dios es vida, alegría y armonía. Quien está lejos de la palabra del Señor, quien no vive en Dios sino que usa y abusa de la vida misma en desprestigio del hombre, se acerca más a la experiencia del mal y por ende, al pecado. Juan es el mayor entre los nacidos de mujer, es quien nos motiva y nos da ánimo para ser testigos, en espíritu y verdad, de lo que nos anuncia el Evangelio.

MARÍA: EJEMPLO DE HUMILDAD Y FE

El itinerario del Adviento nos regala la esperanza que todos debemos vivir. El ejemplo de nuestra Madre del cielo nos motiva a colocar nuestras vidas en la presencia de Dios. A pocos días de la celebración de la Navidad, hagamos nuestros propósitos espirituales con el fin de decir junto a María: “yo soy la esclava del Señor, hágase en mi según tu palabra” (Lc 1, 38). Así sea.

José Lucio León Duque
joselucio70@gmail.com


sábado, 9 de diciembre de 2017

II° Domingo de Adviento, 10 de diciembre de 2017

IIº Domingo de Adviento
PREPARARSE Y CONVERTIRSE
“El Señor no tarda en cumplir su promesa, como creen algunos. Lo que ocurre es que tiene mucha paciencia con vosotros, porque no quiere que nadie perezca, sino que todos se conviertan.” (2Pe 3,9)

Iº lectura: Is 40, 1-5. 9-11; Salmo: 85; IIº lectura: 2Pe 3, 8-14; Evangelio: Mc 1, 1-8

Prepararse para la conversión es una de las invitaciones que se nos regala en el tiempo de Adviento, y de manera especial, en este segundo domingo. Se presenta la figura sencilla, austera y llena de fe del precursor: Juan el Bautista. Su misión es la de preparar el camino del Mesías, llamando al pueblo de Israel a convertirse y arrepentirse de los pecados.

PREPARAR EL CAMINO

El evangelista Marcos se concentra en el hecho de que Juan el Bautista ha anunciado la inminente venida del Mesías indicando su grandeza. Su tarea es esa: atraer la atención hacia Jesús y mostrar al mismo tiempo el modo como vivía Juan, en el desierto y con austeridad, siendo para nosotros ejemplo de esperanza, firmeza y conversión.

Mientras continúa el camino del Adviento y nos preparamos para celebrar la Navidad, se verifica en nuestra sociedad el llamado de Juan, la voz que grita en el desierto, en el vacío en el que muchas veces nos encontramos. Es un llamado que motiva a abrir nuestros corazones y recibir al Hijo de Dios que viene en medio de su pueblo. Está en juego nuestro destino: nuestro comportamiento hoy, será garantía de la recompensa eterna. Juan habla a través de los siglos, a todas las generaciones, a todos y cada uno de nosotros. Sus palabras, claras y duras, son alivio para el hombre de hoy; hombres y mujeres de nuestro tiempo, donde aún se perciben síntomas de mentalidades materialistas.

La “voz que grita en el desierto” nos invita a preparar la venida de Jesús, y ello se proclama en “los desiertos de hoy”, desiertos interiores y exteriores, sedientos del agua viva que es Cristo, que se dona a aquellos que tienen la disposición de vivir la conversión. ¡Imitemos este estilo de vida en medio de la vida cotidiana!

MARÍA NOS ENSEÑA Y AYUDA A ESPERAR

En pocos días celebraremos el nacimiento de Jesús. En los pesebres colocaremos su imagen, muchos le dejarán sus “carticas” y los tradicionales villancicos hacen que un solo canto se eleve al cielo para entonar junto a los ángeles la paz, la alegría y la justicia. No dejemos pasar este momento favorable y recordemos siempre que alguien espera de nosotros -colocando la atención en los pobres y excluidos-, la alegría que viene de Dios y el testimonio de una vida, que como la de María Santísima, nos enseña la paciencia y la humildad. Así sea.
José Lucio León Duque

joselucio70@gmail.com

sábado, 2 de diciembre de 2017

I° Domingo de Adviento, 3 de diciembre de 2017



Iº Domingo de Adviento
HAY QUE DESPERTAR
“Velen entonces, pues no saben cuándo vendrá el dueño de la casa, si al atardecer, o a medianoche, o al canto del gallo, o al amanecer; no sea que venga inesperadamente y los encuentre dormidos. Lo que les digo a ustedes lo digo a todos: ¡Velen!” (Mc 13, 35-37)

Iº lectura: Is 63, 16-17. 19; 64, 2-7; Salmo: 80; IIº lectura: 1Cor 1, 3-9; Evangelio: Mc 13, 33-37

Una vez más las puertas de la esperanza reflejadas en el Adviento, se abren a todos los hombres y mujeres que desean formar parte de este itinerario que lleva a comprender una vez más que estamos llamados a ser luz en medio de la oscuridad. Somos obra salida de la mano de Dios, obra que pide el amor del padre amoroso y en el cual confiamos plenamente a pesar de nuestras debilidades. En el camino de la fe, el Señor no nos deja ni abandona. Él nos acompaña y nos enriquece en todo, “en el hablar y el saber” y no nos falta nada porque Dios nos da la gracia y los dones que necesitamos para dar testimonio de vida ante el mundo y en medio de él.

VIGILAR ES LA TAREA. Al inicio del tiempo de Adviento se nos pide estar vigilantes, despiertos y disponibles para recibir la gracia de Dios. No debemos dar espacio para que el enemigo se siga apoderando de nuestras vidas, sino que debemos orar constantemente para dar testimonio del Evangelio que nos transmite Jesús. Muchas veces nos dormimos, no permanecemos vigilantes sino dejamos que la apatía, la pereza y la duda invadan el corazón.  Cada vez que nos olvidamos de trabajar y servir por el Reino de Dios, estamos alejando la posibilidad de caminar con Cristo y en lo que transmite su mensaje. Estar despiertos es tener fe, es vivir esa fe desde el amor de Cristo para transmitir con las palabras y las obras ese amor a los demás. Esto demuestra la vía que debemos seguir, un camino de vida, de esperanza, de alegría en medio de las vicisitudes que se puedan presentar. Hagamos el propósito de ser luz en medio del pueblo, de recibir la salvación de la misma cruz, viviendo como hermanos de verdad, dejando de lado divisiones, rencores y todo aquello que nos pueda desunir.

LA MADRE DE LA LUZ

María Santísima nos anima y nos ayuda a vivir en esperanza y alegría; ella es ejemplo de fortaleza y sencillez para afrontar la vida como se debe y estar vigilantes a cada momento. Que nadie sienta en su vida que falta el amor de Dios, ya que todos estamos llamados a ser testigos del Evangelio viviendo en espíritu y verdad, la unión y el amor que todos los pueblos debemos llevar como única bandera y así obtener la salvación. Esto nos lleva a decir con convicción: unámonos en nombre de Dios para llevar a todos los lugares y a todas las personas el anuncio del mensaje de Jesucristo: oremos, unámonos y vivamos el Evangelio. Así sea.

José Lucio León Duque
joselucio70@gmail.com

IIIº Domingo de Cuaresma, 7 de marzo de 2021

LA CASA DE DIOS ES NUESTRA CASA “Los mandatos del Señor son rectos y alegran el corazón; la norma del Señor es límpida y da luz a los ojos.”...