¡JESÚS
ES LA LUZ!
“Por eso se dice: Despierta, tú
que duermes; levántate de entre los muertos y Cristo será tu luz”.
Iº
lectura: 1Sam 16, 1b. 6-7. 10-13 a; Salmo: 22; IIº lectura: Ef 5, 8-14; Evangelio: Jn 9, 1-41
Hace
unos años leía la siguiente frase: “en la cuarezma tanvién devemos
convertirnos” y al final encontraba esta
explicación: “espero sepas disculparme, pues aunque esté escrito
mal, la conversión sí la debemos hacer bien”…Esto lo he transmitido a
muchas personas y lo primero que viene a la mente es corregir y hacer notar que
está mal escrito; pero leyendo todo, nos damos cuenta que debemos tener la
suficiente paciencia para entender y comprender todas las cosas, sobre todo
cuando hay equivocación o error, dejándonos guiar por la luz que nos dona el
Señor.
“LOS FRUTOS DE LA LUZ
SON LA BONDAD, LA SANTIDAD Y LA VERDAD”
El evangelio nos da una enseñanza muy puntual:
Jesús cura al ciego de nacimiento y por encima de todo coloca su amor, su
misericordia, la intención plena y total de verlo bien, sano, con buena salud.
Jesús da la oportunidad de ver nuevamente la luz y San Pablo nos indica que los
frutos que de ella se desprenden son: la bondad, la santidad y la
verdad. Esto se une al deseo de querer decir lo que sentimos por Dios,
el cual nos sana y nos devuelve la vida en Él.
La bondad, la santidad y la verdad son elementos
primordiales de la vida; son fundamentos y pilares de quien vive en
Cristo y ve en Él la luz que ilumina la propia vida. Esto se traduce en la vida
cotidiana de manera concreta en los dones que recibimos, en los momentos de
oración y de trabajo y también en las dificultades que encontremos en nuestro
camino.
La actitud de Jesús en
este domingo es considerada como un detalle amoroso y de misericordia infinita,
ya que deja de lado lo que puedan pensar los demás y centra la atención en el
ciego de nacimiento, Él se presenta como la luz del mundo, “yo soy”
-nos dice-; manda al ciego a lavarse, a purificarse para luego presentarse
ante la gente, ante aquellos que, incrédulos, dudan de la acción de Dios. El
hombre curado por Jesús nos dice también de Él: “Ya se lo dije a
ustedes y no me han dado crédito… ¿Acaso también ustedes quieren hacerse
discípulos suyos?”.
MARÍA, EJEMPLO DE LUZ
La vida de Nuestra madre del cielo ha
sido luz para todos. Ella, quien junto a la luz del mundo nos enseña a
vivir, nos da las pautas para verificar y practicar en esta cuaresma los
propósitos que nos hayamos trazado. Uno de ellos es seguir el itinerario que
Jesús nos propone: la oración, el ayuno y la limosna, escuchando sus palabras y
actuando, en espíritu y verdad, como verdaderos discípulos suyos que se unen a
Él. Así sea.
José Lucio León Duque
joselucio70@gmail.com
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