"VOZ QUE
GRITA EN EL DESIERTO”
“Vivan siempre alegres, oren sin cesar, den gracias en toda ocasión, pues esto es que Dios quiere de ustedes en Cristo Jesús.” (1Tes 5,16-18)
Iº lectura: Is 61, 1-2.10-11; Salmo: Lc 1, 46-48, 49-50,
53-54; IIº lectura: 1Tes 5, 16-24; Evangelio: Jn
1, 6-8.19-28
Alegría, regocijo y gran expectativa
nos produce la venida del Señor. El tercer domingo de Adviento, nos muestra de manera especial la espera
del nacimiento de Jesús. El profeta Isaías deja ver la imagen fructífera de la
alegría que inunda los corazones, del Espíritu de Dios que lleva al elegido a
anunciar la Buena Nueva, la salvación y la ayuda a quien necesita de ellas.
Esto nos
lleva a florecer en medio del pueblo, en medio de las adversidades como
testigos de justicia y de paz. Se
hace hincapié en la oración, la alegría y el hecho que debemos hacer el bien,
ratificándose así el inmenso amor de Jesús para los suyos, resaltando la
grandeza de Juan el Bautista -el precursor- quien nos indica así lo que cada
uno debe practicar: reconocer en el Hijo de Dios al Mesías que viene a
salvarnos.
JUAN EL
BAUTISTA: TESTIGO DE LA LUZ
El
itinerario del Adviento nos presenta a Juan el Bautista como ejemplo de lo que
la liturgia nos ofrece: regocijo, alegría, fortaleza, fidelidad,
justicia, paciencia. Juan es quien anuncia y denuncia, es quien sin miedo
habla de Dios como guía de nuestra vida; es aquel que prepara no solo a los de
su tiempo, sino también a nosotros en la vida cotidiana, con el fin de
perfeccionar nuestra adhesión a Dios y al mensaje del Evangelio.
La actitud
de Juan es lo que permite al fiel cristiano ser testigo de la presencia de
Jesús; lo que hace ver las cosas desde otros puntos de vista, es decir, nos
muestra la verdadera vía para encontrar la felicidad. Juan predica en el
desierto y justo allí florecen las esperanzas. Es en el desierto donde germina
el deseo de encontrar a Dios y seguir sus pasos. ¡Cuánto desierto encontramos
en nuestra vida! ¡Cuántos momentos de tristeza, de dolor, de angustia! ¡Cuánta
impotencia ante la injusticia que reina en ciertas situaciones que parecen no
tener vía de salida! Ante todo esto se asoma una luz que nos ilumina desde lo
más profundo de nuestro ser: la llegada de Jesús. Ante la duda de muchos y el
asombro de otros, ¡Él es quien debe venir!, Él es quien nos salva, quien nos
ilumina, quien nos da la fuerza para cultivar aún más el regocijo de su venida,
la alegría de su presencia y la fidelidad a su mensaje.
La
presencia de Jesús, reflejada en el pesebre, en cantos y en celebraciones, se
hace vida, se hace realidad perenne si nuestro corazón se dispone a abrir sus
puertas y aceptarlo sin condiciones. Juan el Bautista nos da muchas enseñanzas
y entre ellas nos recuerda que debemos tener valentía para ayudar a preparar la
vía del Señor y sencillez para que quien escucha pueda entender que Dios es
vida, alegría y armonía. Quien está lejos de la palabra del Señor, quien no
vive en Dios sino que usa y abusa de la vida misma en desprestigio del hombre,
se acerca más a la experiencia del mal y por ende, al pecado. Juan es el mayor
entre los nacidos de mujer, es quien nos motiva y nos da ánimo para ser
testigos, en espíritu y verdad, de lo que nos anuncia el Evangelio.
MARÍA:
EJEMPLO DE HUMILDAD Y FE
El
itinerario del Adviento nos regala la esperanza que todos debemos vivir. El ejemplo de nuestra Madre del cielo nos motiva a colocar
nuestras vidas en la presencia de Dios. A pocos días de la celebración
de la Navidad, hagamos nuestros propósitos espirituales con el fin de decir
junto a María: “yo soy la esclava del Señor, hágase en mi según tu
palabra” (Lc 1, 38). Así sea.
#YoMeQUedoEnCasa
#HoyMasUnidosQueNunca
#YoTengoUnAmigoSacerdote
Señor Jesús, Maestro del amor y de la vida, Santo Cristo del Rostro
Sereno,
te pedimos por el mundo entero, por nuestro país Venezuela a ti
consagrado.
Estamos en tus manos y en ellas tenemos la confianza de
recibir la sanación y la liberación que necesitamos.
Estamos ante ti, sin miedo y con esperanza, recibiendo el regalo de
tu presencia en la Eucaristía, de tu misericordia, de la nueva creación, de la luz.
Te pedimos por todos y cada uno de nosotros, quienes ratificamos nuestra
adhesión a ti y nuestro servicio misionero en pro de los más necesitados.
Te encomendamos los enfermos, los más débiles, los pobres y excluidos.
Confiamos en ti y nos refugiamos en tu amor.
Señor de la paz, de la salud y de la misericordia, escucha la súplica de
tus hijos en esta hora en la que estamos y debemos estar más unidos que
nunca. Así sea.
#HoyMasUnidosQueNunca
#YoTengoUnAmigoSacerdote
José Lucio León Duque
Sacerdote de la Diócesis de San Cristóbal
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