“Bienaventurados los que trabajan por la paz, porque se les llamará hijos de Dios”
Iº lectura: Sof 2, 3; 3, 12-13; Salmo: 145; IIº lectura: 1Cor 1, 26-31; Evangelio: Mt 5, 1- 12a
El justo busca al Señor, la justicia y la humildad y junto a ello, cumple con su voluntad (Iº lectura). Esto, a su vez, nos muestra la fidelidad a la palabra por parte del Señor ya que la justicia, la liberación y la plenitud están en él (Salmo). Buscar a Dios significa ser conscientes que Dios mira más allá de la apariencia, ya que su mirada penetra los corazones y elige los débiles, los ignorantes y ello hace que la gloria dada a Él, salga de lo profundo del corazón (IIº lectura).
Buscar a Dios…
Muchos buscan la voz de Jesús, quieren escucharlo y desean seguirlo. La exhortación del maestro es clara y precisa y va dirigida a todos sin excepción. Bienaventurados son los que miran al cielo encontrando en el abrazo misericordioso de Dios, su ternura duradera y sincera. Bienaventurados son los perseguidos, los humillados, los calumniados, tantos hombres y mujeres que han optado ser discípulos de Jesús y que, ante una sociedad materialista, vienen desplazados y excluidos. Bienaventurados son los niños y jóvenes que buscan en los adultos la esperanza, quedando muchas veces aislados y con las manos vacías. Bienaventurados son los que extienden la mano y la ofrecen sin reservas a quien necesita consuelo y ayuda. Bienaventurados son todos los hombres y mujeres que llevan dolor en su corazón al no ser escuchados y, por ende, abandonados. Bienaventurados son todos y cada uno de nuestros corazones cuando, con total disponibilidad y entrega, abren sus puertas a la acción salvífica de Dios. Bienaventurados seremos cuando comprendamos que, por encima de las dificultades, problemas y situaciones difíciles, se encuentra la alegría y el gozo de la recompensa de Dios a todos aquellos que le aman. Recordemos que somos portadores del mensaje de amor, justicia y paz de parte de la Iglesia en favor del prójimo, teniendo en cuenta, tal como nos indica el catecismo social que “cuando una sociedad se hace sin la referencia de Dios, se corrompe en ella el conjunto de valores propios de la cultura: no se comprende bien quién es el hombre, su destino, su dignidad, sus derechos…” por ello “la Iglesia se ha visto obligada a recordar todos estas enseñanzas mediante su Doctrina Social”.
María, bienaventurada por excelencia…
Nuestra madre del cielo, es bienaventurada por su amor a Dios, su disponibilidad y adhesión a él. En ella se refleja el testimonio de quien desea seguir a Dios y cumplir su voluntad. La misión evangelizadora a la que todos nos debemos adherir, es un momento para crecer como Iglesia, como verdaderos hijos de Dios que los buscan, encontrando así la razón para escuchar su palabra y cumplir su voluntad. Así sea.
P. José Lucio León Duque
joselucio70@gmail.com
No hay comentarios:
Publicar un comentario