José Lucio León Duque

José Lucio León Duque
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jueves, 19 de abril de 2012

III° Domingo de Pascua, 22 de abril de 2012


Conocer al Resucitado
“Quien dice: «Yo lo conozco», y no guarda sus mandamientos, es un mentiroso, y la verdad no está en él”

Iª lectura: 3,13-15.17-19; Salmo: 4; IIª lectura: IJn 2,1-5; Evangelio: Lc 24,35-48

Este tercer domingo de Pascua, la alegría de la Resurrección nos lleva a encontrarnos con Jesús y reconocer en Él a Dios, quien nos ilumina, nos escucha y nos guía por el camino de la paz. Dios cumple a través de la historia lo que se anuncia en los profetas y por ello es que podemos garantizar que lo conocemos de corazón y sinceramente.

Jesús: nuestra  esperanza…
El tiempo de Pascua nos enseña a vivir la experiencia del Resucitado, caminar junto a Él, hablar con Él, compartir la fracción del Pan y darnos cuenta la importancia de lo que significa verdaderamente seguir a Jesús. El Santo Padre Benedicto XVI, en el Mensaje que nos dirigió el Domingo de Resurrección nos recuerda lo siguiente: En este mundo, la esperanza no puede dejar de hacer cuentas con la dureza del mal. No es solamente el muro de la muerte lo que la obstaculiza, sino más aún las puntas aguzadas de la envidia y el orgullo, de la mentira y de la violencia. Jesús ha pasado por esta trama mortal, para abrirnos el paso hacia el reino de la vida.” (Benedicto XVI, mensaje Urbi et Orbi, Pascua 2012). Jesús resucitado nos da unas pautas importantes para que los cristianos seamos testigos de la vida que Él mismo nos da. Ante todo nos invita a extender la paz y vivir en ella, a ser mensajeros de la paz que solo en Él y por Él podemos obtener. En segundo lugar, esa paz nos lleva a disipar las dudas, a quitar de nuestros corazones el miedo que pueda existir para que, en tercer lugar, seamos testigos de su mensaje, de su palabra, de la Fracción del Pan, del Evangelio vivo y presente en cada cristiano, en cada hombre y mujer que coloca en sus vidas la fuerza del anuncio de la Resurrección. Esa fuerza es la que nos debe animar a vivir de cerca la Misión Evangelizadora que la Iglesia vive en el nombre de Dios, una misión que conlleve a compartir de cerca las necesidades del pueblo que es Iglesia y que, a partir de ella, sea portadora del mensaje de salvación a todos los hombres y mujeres sin exclusión…

María, madre del Resucitado
Con la muerte de Jesús, parecía fracasar la esperanza de cuantos confiaron en Él. Pero aquella fe nunca dejó de faltar completamente: sobre todo en el corazón de la Virgen María, la madre de Jesús, la llama quedó encendida con viveza también en la oscuridad de la noche. (Benedicto XVI, mensaje Urbi et Orbi, Pascua 2012). Ella nos guía, nos protege y nos da la esperanza de caminar juntos en la extensión del Reino de Dios en los demás y en nuestro corazón…Así sea.

P. José Lucio León Duque
joselucio70@gmail.com

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