“¿Porque me has
visto has creído?
Dichosos los que crean si haber visto.”.
I◦ lectura: Hch 5, 12-16; Salmo: 177; II◦
lectura: Ap 1, 9-11a.12-13.17-19; Evangelio: Jn 20,19-31
En la historia, se ha hecho común decir en diversas
ocasiones: “ver para creer como Santo Tomás”. Eso proviene de una
lectura humana y simple, dejando de lado el verdadero sentido de la actitud de
Jesús y del apóstol Tomás, y la importancia de la resurrección en la vida de
todos.
Los cristianos: alaban a Dios y
se estiman entre sí
Estar en la presencia de Dios es tener fe en Él, es
ver el ejemplo que nos da la Iglesia de los primeros siglos y que hoy se debe
cultivar más. Es reconocer que la fraternidad es verdadera y algo factible y no
un interés más en medio del mundo en el que nos desenvolvemos.
Este día “en
el que actuó el Señor”, es la puerta que se abre para recorrer un camino de
paz y de tranquilidad y poder llevar al mundo entero un mensaje colmado del
espíritu de la resurrección. Jesús está vivo y se manifiesta en la Iglesia
desde siempre, hace veintiún siglos y hoy, en el hombre y en la mujer de todos
los tiempos sin excluir a nadie.
Se nos invita a orar y a celebrar en común,
como hermanos, demostrando con sinceridad que la fe puede mover las montañas de
odio y de división que puedan existir. No podemos concebir la Iglesia sin la
fraternidad, sin amor, sin comprensión; si esto no existiese habría que luchar
cada vez más para cultivar estos valores y principios tan importantes. Podemos
ser fieles cristianos si no ponemos en duda la presencia de Jesús, creyendo y
teniendo fe en Él.
Miremos a santo Tomás y en él, reflexionemos sobre nuestra
actitud hacia Dios, hacia nosotros mismos y hacia nuestro prójimo. Cada
cristiano está comprometido en el anuncio de la resurrección; en nuestras
familias, comunidades, parroquias, etc, esperan el testimonio verdadero de fe
de quien opta por Jesús como fiel discípulo y testigo de su amor.
Recordemos
siempre que la Fe es signo de: fraternidad, unidad, amor a Dios y al prójimo,
sinceridad y testimonio de vida. Confiemos en Dios, Él nos ayudará.
María nos ayuda a tener fe…
En la Pascua, María nos enseña a vivir en el amor
de Jesús resucitado. Ella nos acompaña en el cenáculo de nuestra vida y nos
muestra el camino que debemos seguir. Seamos testigos, en espíritu y verdad,
del anuncio del resucitado, un anuncio con el cual se nos invita a unirnos más
a Dios y a ser partícipes de la nueva evangelización. Así sea.
“Por tu
dolorosa pasión, ten misericordia de nosotros y del mundo entero”
P. José Lucio León Duque
joselucio70@gmail.com
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