HAY QUE DESPERTAR
“Velen entonces, pues no
saben cuándo vendrá el dueño de la casa, si al atardecer, o a medianoche, o al
canto del gallo, o al amanecer; no sea que venga inesperadamente y los
encuentre dormidos. Lo que les digo a ustedes lo digo a todos: ¡Velen!” (Mc 13, 35-37)
Iº lectura: Is 63, 16-17. 19; 64, 2-7; Salmo: 80; IIº
lectura: 1Cor 1, 3-9; Evangelio: Mc 13, 33-37
Una vez más las puertas
de la esperanza reflejadas en el Adviento, se abren a todos los
hombres y mujeres que desean formar parte de este itinerario que lleva a
comprender una vez más que estamos llamados a ser luz en medio de la oscuridad.
Somos obra salida de la mano de Dios, obra que pide el amor del padre amoroso y
en el cual confiamos plenamente a pesar de nuestras debilidades. En el
camino de la fe, el Señor no nos deja ni abandona. Él nos acompaña y nos
enriquece en todo, “en el hablar y el saber” y no nos falta
nada porque Dios nos da la gracia y los dones que necesitamos para dar
testimonio de vida ante el mundo y en medio de él.
VIGILAR ES LA TAREA
Al inicio del tiempo de
Adviento se nos pide estar vigilantes, despiertos y disponibles para recibir la
gracia de Dios. No debemos dar espacio para que el enemigo se siga apoderando
de nuestras vidas, sino que debemos orar constantemente para dar testimonio del
Evangelio que nos transmite Jesús. Muchas veces nos dormimos, no
permanecemos vigilantes sino dejamos que la apatía, la pereza y la duda invadan
el corazón.
Cada vez que nos
olvidamos de trabajar y servir por el Reino de Dios, estamos alejando la
posibilidad de caminar con Cristo y en lo que transmite su mensaje. Estar
despiertos es tener fe, es vivir esa fe desde el amor de Cristo para transmitir
con las palabras y las obras ese amor a los demás.
Esto demuestra la vía
que debemos seguir, un camino de vida, de esperanza, de alegría en
medio de las vicisitudes que se puedan presentar. Hagamos el propósito de ser
luz en medio del pueblo, de recibir la salvación de la misma cruz, viviendo
como hermanos de verdad, dejando de lado divisiones, rencores y todo aquello
que nos pueda desunir.
LA MADRE DE LA LUZ
María Santísima nos
anima y nos ayuda a vivir en esperanza y alegría; ella
es ejemplo de fortaleza y sencillez para afrontar la vida como se debe y estar
vigilantes a cada momento. Que nadie sienta en su vida que falta el amor
de Dios, ya que todos estamos llamados a ser testigos del Evangelio viviendo en
espíritu y verdad, la unión y el amor que todos los pueblos debemos llevar como
única bandera y así obtener la salvación. Esto nos lleva a decir con
convicción: unámonos en nombre de Dios para llevar a todos los lugares y a
todas las personas el anuncio del mensaje de Jesucristo: oremos, unámonos y
vivamos el Evangelio. Así sea.
Señor Jesús, Maestro del amor y de la vida, Santo Cristo del Rostro Sereno,
te pedimos por el mundo entero, por nuestro país Venezuela a ti
consagrado.
Estamos en tus manos y en
ellas tenemos la confianza de
recibir la sanación y la liberación que necesitamos.
Estamos ante ti, sin
miedo y con esperanza, recibiendo el regalo de tu presencia en la Eucaristía,
de tu misericordia, de la nueva creación, de la luz.
Te pedimos por todos y cada uno de nosotros, quienes ratificamos nuestra adhesión a ti y nuestro servicio misionero
en pro de los más necesitados.
Te encomendamos los enfermos, los más
débiles, los pobres y excluidos.
Confiamos en ti y nos
refugiamos en tu amor.
Señor de la paz, de la salud y de la misericordia, escucha la súplica de
tus hijos en esta hora en la que estamos y debemos estar más unidos que
nunca. Así sea.
#YoMeQUedoEnCasa
#HoyMasUnidosQueNunca
#YoTengoUnAmigoSacerdote
#YoSoyDevotoDelSantoCristo
José Lucio León Duque
Sacerdote de
la Diócesis de San Cristóbal
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